Frost
Se arrepentía, total arrepentimiento ¿Por qué rayos nadie le había dicho que viajar era tan horrible? Primero que nada, nadie le había dicho que iba a ser tan malditamente aburrido, además, Rob al parecer había decidido llevarlo a la locura, Jack se había prometido que lo ahogaría la próxima vez que preguntara cuanto faltaba o si ya llegaban.
- ¿Ya casi llegamos? – Gimió Rob asomando su cabeza por el borde de la mochila.
- No.
- ¿Cuánto falta? – Lloriqueo el conejo.
Alguien debería de ponerle un bozal a ese conejo, se dijo Jack mentalmente.
- Un minuto menos desde la última vez que preguntaste.
- Estoy aburrido, me duele la cabeza, se me durmieron los pies, tengo hambre y siento que voy a vomitar.
Definitivamente iba a ahogar a ese conejo.
- Si vas a vomitar hazlo fuera de la mochila.
- Eres cruel, deberías compadecerme en vez de ser tan despiadado.
- Te das cuenta de que el que te está llevando encima soy yo ¿Verdad?
Rob se limitó a gruñir, mendigo conejo desgraciado, pensó Jack, escuchando las arcadas que sufría el conejo en ese momento. Todo estaba saliendo mal, nada estaba saliendo como debería, para empezar, no había dejado de llover todas las noches sin falta, la lluvia se había colado por las ropas de Jack dejándolo hecho una sopa, le había bastado la primera noche para decidir que odiaba la lluvia.
Hasta esos días no se había dado cuenta lo horrible que era, y sí, no podía sentir el frío y todo, pero eso no quería decir que no sintiera el agua chorreando por todo su cuerpo, además sus ropas empapadas pesaban como el plomo, lo que le impedía volar, así que tenía que caminar, otra cosa que había descubierto que odiaba.
Por supuesto Rob no sabía nada de eso pues se pasaba el rato acurrucado cómodamente dentro de la mochila impermeable, claro, eso no había evitado que el mendigo conejo se quejase.
Lo siguiente era el mar ¿por qué demonios tenía que moverse tanto? Era como caminar sobre una colina bailarina, deberían poner advertencias sobre eso, algo así como precaución terreno inestable, o camine con precaución olas peligrosas, incluso uno de esos ridículos letreros de “cuidado superficie mojada” sería útil.
Jack escuchó el nada discreto gruñido de su estómago interrumpir sus pensamientos, ya debía de ser la hora de la comida, decidió hacer una pausa, al fin y al cabo, esa ola era tan buena como cualquier otra. Con un golpe algo más fuerte de lo necesario Jack llamó a Rob a comer.
- ¿Ya llegamos? – Pregunto el guardián asomando la cabeza miserablemente.
- No es hora de comer.
- ¡Comida wiiiii! Bájame inmediatamente humano inútil.
- No espera, estoy resolviendo una cuestión importante, en un segundo te bajo.
- ¿Qué es?
- Ummm… No sé ¿debería de sentarme en el lugar mojado número uno o en el número dos? Es una cuestión muy seria sabes, no puedo posar mi real trasero en cualquier sitio, debo asegurarme de que sea el mejor lugar.
- ¡Mendigo hijo de la papaya! ¡BAJAME YA!
- Esa boca Rob. – Dijo Jack con aire burlón.
- Que boca ni que nada, que me bajes te digo.
Jack soltó una risita, cuando Rob tenía hambre era muy fácil molestarlo, saco al conejo de la mochila y lo dejo caer al mar. Rob soltó un grito sorprendido al notar que se hundía, pronto estaba gritando aterrado:
- ¡Sálvenme! Me ahogo, me voy a morir ¡JACK!... ¡MALDITO MOCOSO… SALVAME!
Jack se retorcía de risa sobre las olas, Rob empapado era muy divertido, al final con un suspiro resignado saco al enojado conejo de las oscuras aguas y lo puso sobre la superficie congelada, Jack estaba seguro de que si las miradas mataran el ya estaría muerto, pero también sabía que si la gente pudiera morir de risa estaría doblemente muerto, jamás olvidaría el aspecto de gato mojado de Rob.
Apenas reemprendieron el camino Jack se arrepentía de haber ahogado a Rob, el mendigo conejo no paraba de sorber mocos, estornudar, toser, gemir y quejarse, todo al mismo tiempo creando una sinfonía de mil demonios, en serio, eso debería de ser clasificado como un talento ilegal o algo.
Después de varias horas de aguantar esa sinfonía del demonio Jack deseaba haber dejado a Rob en el agua, estaba a punto de agarrar al conejo por el pescuezo cuando un “pez” salto súbitamente de la nada, aunque llamarlo pez parecía bastante incorrecto, monstruo gigante y aterrador de las profundidades con dientes gigantes parecía más adecuado, Rob halló otra forma de llamarlo:
- ¡AAAHHHHHH UN BICHO GIGANTE! ¡CORRE JACK!
Unas contundentes patadas en el trasero impulsaron a Jack hacia arriba pronto estuvo volando sobre las nubes.
- Ya puedes dejar de patearme Rob.
- ¿Qué rayos era esa bestia?
- Un pez.
- ¡UN PEZ! ¿ESTÁS BROMEANDO?
- Los peces viven en el mar ¿no? Estamos en el mar, así que eso debía de ser un pez.
Rob dejo escapar una risita temblorosa:
- ¿Todavía le vas a llevar un “pececito” a Sandy?
Jack resoplo, mendigo “pececito”. Se apresuro a alejarse de allí todo lo posible.
Ya hacía rato que Rob se había dormido y tenía que ser, roncaba más escandalosamente que un hipopótamo viejo con grillos en la garganta. Contuvo un bostezo él también se moría de sueño, pero se negaba a dormir, con un suspiro atravesó una nube especialmente esponjosa, le recordaba a su hermanita… ¿Cuál era su nombre? Se pregunto con tristeza, hace mucho que ese recuerdo se había vuelto borroso ¿Era Emma o Bennett? Tal vez era Alice o Jane, sintió como le empezaban a temblar los labios, ya ni siquiera podía recordar el nombre de su hermana.
- Ja… Que gracioso… no puedo recordar el nombre de mi hermana – Sollozo.
Jack levanto su cabeza al aire nocturno, las lágrimas congeladas en sus pestañas, la luna lo miraba con la misma fría lejanía de siempre.
- Maldito hombre de la luna… - Susurró.
Todo era una mentira, la luna no cuidaba a nadie, probablemente al hombre de la luna ni siquiera le importaba nada, de no ser así le permitiría recordar a su hermana, a los amigos que tuvo en el pasado, no permitiría que se quedara sólo, siempre sólo.
- Todo el mundo puede marcharse menos yo, todos pueden seguir, pero yo estoy atrapado… congelado para siempre – Se lamento desconsoladamente a la noche.
No debo pensar en eso, no debo de llorar, soy el guardián de la diversión, no puedo estar triste, pensó Jack poniendo una mueca determinada tan frágil como los pétalos de una rosa. La cara le tembló llena su dolor, como la superficie de un lago cuando cae una hoja, estaba a punto de quebrarse de nuevo, sabía que no debía de recordar, el pasado sólo traía dolor y viejas heridas.
Un ronquido particularmente estruendoso de Rob fue su salvación, se aferró a ese sonido y se obligó a soltar una alegre carcajada, la noche lo aguardaba.
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Lo que sucede después de felices para siempre
FanficUn joven con un oscuro secreto oculto detrás de una sonrisa. Jack Un chico alegre y despistado que no quiere ser jefe. Hipo Una chica que detesta a los chicos y ama su arco. Merida Una joven que no sabe nada de la vida. Rapunzel Hola, este es mi p...