Hipo
Tres horas, ese tipo llevaba allí tres horas y ya había vuelto loca a la mitad de la aldea, Hipo no sabía como ese chico de apariencia tan inocente podía ocasionar tantos problemas.
En el poco tiempo que llevaba allí, Jack había provocado una estampida de ovejas, con tan mala suerte que desencadeno una de dragones, volcar todo un abrevadero para dragones encima de un montón de gente (él incluido), precipitar por un acantilado una carreta llena de manzanas, tumbar una puerta (con todo y pared) al tocarla y sacar volando a tres aldeanos enredados en una red atada a un Nadder, honestamente Hipo no tenía ni idea de cómo lo hacía, sencillamente parecía ocurrir.
Apenas desviaba su atención de el chico y este ya estaba metido en líos, la época en la que los dragones eran sus enemigos ahora parecía un viaje por el campo en comparación. Por todos los dioses ni Brutacio y Brutilda eran tan catastróficos. Un súbito ruido a su derecha hizo que se girara rápidamente.
De alguna forma Jack había conseguido robarle un pescado a un Terror Terrible y ahora corría perseguido por el cabreado dragón.
- ¡Jack! – grito Hipo furioso - ¡Devuelve ese pescado inmediatamente!
Jack por supuesto, no le hizo el menor caso y se encaramo al techo de una casa al tiempo que dejaba caer una caja vacía encima del dragón.
- ¡Jack hablo en serio! – Dijo a punto de perder los estribos.
El chico albino se giro a mirarlo con aire meditabundo dándose golpecitos con el pescado.
- ¿Y si no quiero? – Preguntó.
Hasta aquí, pensó, voy a llevarlo al acantilado más cercano y tirarlo al mar. Al parecer ese también era el limite de Chimuelo pues con un salto se abalanzo sobre Jack cogiendo su pierna entre sus fauces. El penetrante grito de Jack fue ahogado por su risa.
- ¡Suéltame dragón desdentado!
Jack se debatió furiosamente por librarse, ahora era el momento de la venganza, se apresuró a montar a Chimuelo y con una sonrisa perversa le grito:
- ¡Rápido Chimuelo, vuela!
No hizo falta que dijera más, pronto los tres estaban en el aire y el cielo de Berk se llenaba con los gritos de Jack, Chimuelo los llevo a gran velocidad y pronto estaban volando entre las nubes, Hipo se distrajo con la belleza del paisaje.
La tarde caía y las nubes se teñían de un rosado precioso que de vez en cuando revelaba un destello dorado, las esponjosas nubes lo rodeaban envolviéndolo con su la suave brisa que agitaba sus cabellos…
- ¡Bájame maldito animal! – Grito Jack destrozando su ensueño.
Jack, siempre Jack ¿es que el tipo no podía callarse nunca? Tenía un don de arruinar todo, incluso había sido capaz de arruinarle un vuelo con Chimuelo. Enfadado descendió hasta aterrizar en un pequeño claro que encontró entre los árboles, Chimuelo arrojó a Jack al suelo sin demasiada gentileza.
- ¡Au! ¡Pero que rayos te pasa! – Grito Jack sin dejar de frotarse el trasero – Bestia patosa…
Hipo respiro hondo, de verdad aquel chico tenía un talento para sacarlo de sus casillas. Ahora debía de comportarse como un adulto responsable darle un sermón profundo y todo saldría bien.
- Eres un maldito desgraciado ¡por todos los dioses! Jamás había conocido a alguien tan irritante y problemático en toda mi vida. – estalló sin poder contenerse más.
Jack lo miro impactado, por una vez parecía demasiado atónito para decir nada, hasta que rompió a reír descaradamente justo delante de sus narices, bueno, pensó, eso no había salido como lo había planeado.
Hipo se alboroto el cabello desesperado ¿A dónde rayos podía llevar a esa calamidad con patas? Jack necesitaba una fortaleza o mejor aún, una prisión capaz de contener al Ragnarok o a un dragón… Hipo se detuvo en seco, había estado caminando inquietamente de un lado a otro sin darse cuenta, ¿por qué no se le había ocurrido antes? Los campos de entrenamiento, ese lugar estaba diseñado para contener hasta a los dragones más feroces, a Jack le iba a costar mucho trabajo destrozarlo.
Con una mirada satisfecha Hipo se dirigió a Chimuelo, estaba a punto de montarlo cuando un nuevo pensamiento lo detuvo, en la arena era muy probable que estuvieran los jinetes de dragones, todos los jinetes de dragones, eso querría decir que Brutacio y Brutilda también estarían allí, oh no, no podía permitir que esos tres se conocieran, destruirían el mundo en el tiempo en el que uno monta a un dragón.
Será el fin, gimió Hipo para sus adentros, pero si no lo llevaba a los campos de entrenamiento ¿A dónde demonios lo llevaba? No podía dejarlo libre, de eso estaba seguro. Se devano lo sesos ¿Qué debía de hacer? Un nombre brillante como el amanecer se plasmo en su cerebro, Astrid, ella los controlaría, los gemelos nunca habían conseguido desafiarla y dudaba que un mocoso lunático lo consiguiera, problema resuelto concluyo montando a Chimuelo de un salto.
Sin más dilación apreso a Jack por el cuello de la sudadera y lo monto a su espalda, era más ligero de lo que esperaba, casi parecía que fuera a salir volando a la menor brisa, como un copo de nieve, pensó.
Pronto estuvieron en el aire de nuevo, Hipo decidió aprovechar para advertirle que se comportara.
- Escucha atentamente pesadilla catastrófica, te voy a llevar a un lugar bastante peligroso, allí guardamos a los dragones más feroces y entrenamos con ellos, si no tienes cuidado podrías terminar sin un brazo o achicharrado en un descuido, será mejor que te portes o bien o… dejémoslo en que ocurriría un accidente. – Amenazó.
Escuchando satisfecho como Jack tragaba saliva a sus espaldas, al parecer no le gustaba volar. Pronto estuvo a la vista el campo de entrenamiento, Hipo ya alcanzaba a distinguir un par de dragones, sin ningún cremallerus a la vista, perfecto, pensó, ahora todo lo que tengo que hacer es aterrizar y presentárselo a Astrid y problema resuelto.
Satisfecho con esto, Hipo aterrizo con Chimuelo, los gritos de la gente y los rugidos de los dragones llenaban el aire, se apresuro a agarrar a Jack por la oreja antes de que pudiera escapar, su piel era como un tempano de hielo, casi podía sentir como la escarcha iba llegando lentamente a sus huesos, en serio, la temperatura de ese chico no era normal, nada normal.
Por supuesto el maldito cubito de hielo no se podía estar callado, no tardo nada en empezar a gritar como un condenado sin dejar de retorcerse, pronto todos en la arena se quedaron mirándolos, ya nadie hacia ruido, más que el maldito Jack, claramente, Hipo juraba que lo iba a matar.
Los gritos de Jack eran cada vez más penetrantes hasta que Chimuelo decidió tumbarlo de un coletazo y agarrarlo de una pierna con presa de acero, se hizo un silencio embarazoso, Hipo se aclaró la garganta incómodamente:
- Emmm… ¡Ejem! Les presento a Jack, es un peligro ambulante, procuren no acercarse mucho a él si quieren seguir vivos y con todas sus partes, muchas gracias pueden seguir con lo que estaban haciendo.
Gustav soltó una risita incrédula
- ¿Estás hablando en serio? ¿Él, un peligro? Hasta mi abuela era más peligrosa a sus ciento veintiocho años.
Hipo arqueo una ceja, Gustav lo miro con aire desafiante, bueno, él se lo busco, pensó Hipo antes de decirle a Chimuelo que dejara libre a Jack. No hizo falta más, el chico helado salió disparado con una risa traviesa. En su estampida desbocada volcó dos barriles de pescado al tiempo que cogía sin detenerse una cuerda y un par de cadenas, luego sin dejar de moverse el chico consiguió tirarle encima tres cubetas de agua a Gustav y volcar todas las demás.
Todo esto había sucedido en menos de tres minutos y para cuando por fin Chimuelo le lanzo un disparo de advertencia y lo atrapo de un brinco con su cola, Jack ya había conseguido que el campo de entrenamiento luciera como si una estampida de terrores terribles hubiese pasado por allí. De alguna forma se las había ingeniado para enredar a todos los jinetes de dragón con todo y dragón, en un intrincado nudo de cuerdas y cadenas con Gustav en el centro de todo.
Hipo lo miro impactado, él era el único que se había librado de las manos de Jack, tenía una sospecha de que todo se debía a la presencia de Chimuelo a su lado, afortunadamente aquel lunático ya estaba de nuevo bajo la cola de su dragón.
Un ensordecedor ruido de alas lo hizo mirar al cielo, todos sus amigos hacían una caída en picado, se cubrió los oídos, aturdido por el zumbido que producían los cuerpos de los dragones al caer a toda velocidad. Un gran estruendo y ¿gritos de guerra? le indicaron que sus amigos habían tocado tierra, pero ¿por qué gritaban?
Hipo alzo la vista y vio que tanto Patán como Patapez portaban amenazadoramente sus mazas, mientras que Astrid la blandía su hacha ferozmente mientras corría hacia él antes de detenerse confundida, es preciosa, pensó Hipo, embobado.
- Hipo ¿Dónde están los enemigos? – Pregunto Astrid sacando a Hipo de su aturdimiento.
- ¿Eh? – pregunto Hipo un poco aturdido - ¿enemigos, que enemigos?
¿De que rayos estaba hablando Astrid ahora? Se pregunto distraído mientras seguía con la mirada el reluciente cabello de la chica.
- ¡Hipo! – lo llamo Astrid.
Hipo levanto la vista bruscamente para encontrarse con los ojos de la jinete, genial, ahora está molesta, pensó.
- ¿Qué pasa? – pregunto incomodo.
- Si no vino ningún enemigo ¿Quién rayos hizo este desastre? No me digas que fue otro dragón descontrolado.
Hipo parpadeo, ah claro, comprendió por fin, mirando a su alrededor y notando como sus amigos liberaba al resto de los jinetes de dragón.
- Ah esto… - Dijo adoptando un aire distraído – Sólo fue Jack, Gustav lo hizo enojar, te lo quería presentar ¿le puedes dar una paliza? – Termino Hipo señalando a Chimuelo que hasta ese momento ocultaba a Jack por completo bajo su cola y sus alas.
- ¿Jack? – Pregunto Astrid confundida antes de que los gritos del susodicho le respondieran.
- ¿Cómo que una paliza? ¡A mí nadie me va a dar una paliza! ¿me oyes? ¡nadie! Y ¡Quítate de encima, dragón apestoso!
Con esto la blanca cabeza de Jack apareció de debajo de Chimuelo seguida por todo su cuerpo, pero antes de que se escurriera del todo el dragón agarro su sudadera entre los dientes.
- ¿Este mocoso, en serio? ¿Él es el que hizo todo esto? Pero si sólo es…
- ¡No lo digas! – vocifero Gustav antes interrumpiendo a Astrid con aprensión – No le gusta que lo insulten. – Susurro.
Astrid lo miro incrédula, pero el resto de los jinetes se puso a asentir enérgicamente. Entonces un par de cabezas asomaron detrás de un dragón, un cremallerus para ser exactos, Hipo se estremeció interiormente, todo el caos anterior le habían impedido notar su presencia hasta ahora, sus peores pesadillas se habían hecho realidad.
- ¿El logro hacer todo esto? – pregunto Brutilda maravillada paseando su mirada con aire apreciativo.
Brutacio miro a su hermana con una mirada que no auguraba nada bueno.
- Hermano ¿estás penando lo mismo que yo? – Dijo Brutilda con tono malicioso
- Por supuesto hermana – Contesto Brutacio con aire perverso sin dejar de frotarse las manos.
- ¡Por fin nos hemos encontrado con Loki! – Corearon los dos en perfecta armonía.
- Nuestras plegarias por fin han sido escuchadas. – Dijo Brutacio acercándose a Jack.
- Los dioses por fin nos han recompensado por nuestros duros esfuerzos, encontrar por fin un colega de trabajo… – Siguió Brutilda montando a su dragón.
- Y uno tan hábil… - Concordó Brutacio deteniéndose en frente de Chimuelo. – No puede ser más que Loki.
Hipo se puso tenso, los gemelos debían de estar tramando algo, que amaran a Jack desde el inicio, sólo confirmaba la perversidad de su naturaleza. De repente los gemelos entraron en acción, Brutacio saco de la nada una enorme anguila, haciendo que Chimuelo soltara a Jack.
- ¡Huye mon Cherry! – Le grito Brutacio con acento francés al tiempo que el también montaba a su dragón arrastrando consigo al chico albino.
Antes de que nadie pudiera reaccionar se alejaban por los cielos no sin antes provocar una enorme explosión.
Oh no, fue todo lo que Hipo pudo pensar, el fin del mundo estaba a punto de comenzar.
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Lo que sucede después de felices para siempre
FanficUn joven con un oscuro secreto oculto detrás de una sonrisa. Jack Un chico alegre y despistado que no quiere ser jefe. Hipo Una chica que detesta a los chicos y ama su arco. Merida Una joven que no sabe nada de la vida. Rapunzel Hola, este es mi p...