Parte 2

8 0 0
                                    


                      Capítulo 1
                           Hipo

- Okey, okey lo admito, me había escapado de casa, y sí si lo sé, es ridículo, pero nadie sabe lo que es vivir con Estoico. Cada día es algo así como “cuando te conviertas en jefe” o “un jefe no haría eso” o “un jefe actuaría de esta forma” jefe esto jefe el otro, jefe por todos lados, era como para volverse loco. Así que me levanté en la madrugada junto con Chimuelo y me fui a explorar, a diferencia del increíblemente aburrido tema de la jefatura la cartografía es algo fascinante, especialmente si lo haces volando.
Esto es Berk, en otros lugares la gente tiene, perros o cabras, tal vez incluso caballos, pero aquí, tenemos dragones. Antes solíamos cazarlos, pero ahora todos somos una comunidad, vikingos y dragones vivimos juntos en paz y armonía.
Y sí, la cartografía es mucho más increíble a lomos de un dragón, ver el mar desde las alturas es asombroso…
Chimuelo resopló cortando por completo el parloteo incesante de Hipo.
- ¿Qué? – pregunto Hipo ofendido. – Ay por favor no empieces tú también Brutacio y Brutilda han estado insoportables con eso de que estoy loco desde que me pillaron hablando “solo” una vez.
Chimuelo lo miro con algo que Hipo había aprendido a identificar como sarcasmo.
- No estoy loco, solo… pues ya sabes… Es bueno y útil expresar tus ideas en voz alta para digerirlas mejor, además no es como que se lo pueda decir a nadie más, ahora hasta Astrid se burla de mí.
Chimuelo sonrió burlón con su boca sin dientes.
- Dragón sin cerebro… Mejor ayúdame, anda chupa esta hoja para pegarla, voy a poner aquí este islote… ¿Cómo deberíamos nombrarlo? Ya se me acabaron los nombres. – Dijo Hipo con lengua entre los dientes mientras dibujaba la isla.
Chimuelo se encogió de hombros, aunque pronto se distrajo con un Terror Terrible que salió corriendo ante la vista de Chimuelo.
- Menudo bebé – Mascullo Hipo entre dientes – Yo tratando de tener una conversación seria con él, y él jugando al gato y al ratón.
Hipo guardo su cuaderno, pronto tendría que volver a la aldea, probablemente Estoico ya tendría un montón de tareas pendientes para él.
- ¡Chimuelo ven para acá, ya nos vamos!
Después de llamarlo otras veinte veces Chimuelo acudió con aire inocente a sus pies.
- Papá me va a matar por tu culpa, me va a mirar con esa mirada de “estoy decepcionado de ti hijo” y me dirá que un jefe necesita responsabilidad y puntualidad blá, blá, blá.
Chimuelo resoplo y puso los ojos en blanco mientras escapaba de su alcance.
- ¡Chimuelo ven acá! – Dijo Hipo tratando de atrapar a su dragón. – Dragón tonto. – masculló.
Chimuelo escapo de su alcance con aire terco, un gruñido ensordecedor proveniente de su estómago le dio la respuesta a Hipo.
- Ah, conque tienes hambre, ¿eh? Está bien, vamos ve a pescar un par de peces, pero date prisa o de verdad nos meteremos en un lío.
Una media hora después Hipo asaba un pescado en una fogata.
- Te dije que era rápido, ahora sin duda estamos metidos en un lío.
Chimuelo lo miro con aire inocente mientras se terminaba el resto del pescado. Hipo apenas estaba comiendo su pescado cuando Chimuelo se levantó distraído por otro Terror Terrible.
- De verdad, ese dragón es como un niño.
Hipo se quedó sentado esperando a que su pescado estuviera hecho, definitivamente no iba a moverse, estaba cómodo en su lugar no iría a asomarse al borde del islote, además puede que sólo fueran imaginaciones suyas.
Un nuevo murmullo entrecortado le confirmo que no, definitivamente había algo en el acantilado, aunque debía de ser bastante pequeño porque no se escuchaba demasiado fuerte, probablemente sólo fuera un Terror Terrible despistado, pero y si…
- ¡No, no, no! Hipo Abadejo allí abajo no hay una nueva especie de dragón. – Se dijo abofeteándose las mejillas.
Hipo se apresuró a regresar a la fogata y se terminó su pescado, mientras tanto los ruidos no cesaron en el acantilado, de hecho, un par de veces estuvo seguro de haber escuchado a alguien hablar, acaso ¿habría descubierto un dragón que hablaba? La curiosidad era demasiado acuciante, se levantó para acercarse al borde cuando un repentino pensamiento le hizo olvidar todo inmediatamente ¡Papá!
- ¡Ay, madre! Estoy metido en un buen lío ¡Chimuelo! ¿Dónde estás dragón distraído? ¡Chimuelo! Papá me va a matar… ¡Ay! ¿y ahora como le hago? – Estalló Hipo con desesperación mientras corría como loco.
Apurado soltó un silbido llamando a Chimuelo, tenía que salir pitando lo más pronto posible, pero antes de que pudiera llamar de nuevo a su dragón los ruidos del acantilado lo distrajeron, no se había dado cuenta de cuando se habían vuelto tan fuertes, pero definitivamente había algo allí.
Aguzando el oído consiguió distinguir dos voces, una era suave y fría como el hielo, como si la escarcha y la nieve hubieran aprendido a hablar, aunque él siempre se había imaginado que hablarían con voz de mujer por alguna razón la voz era masculina, y había algo atrayente alrededor de ella.
La segunda voz era totalmente diferente, era rasposa y ronca, pero de alguna forma también conseguía sonar aguda y chillona, si los Terrores Terribles hablaran, pensó Hipo, su voz sería exactamente así.
Chimuelo llego en ese momento, pero Hipo se apresuró a callarlo, tenía toda su atención puesta en las voces, que ahora eran lo suficientemente fuertes como para distinguir lo que decían.
- ¿Ya casi llegamos? – Pregunto la voz aguda
- Cállate… maldito…uf – La voz helada sonaba entrecortada, como si llevara corriendo un montón de millas.
- ¡Au ten cuidado! Escala más despacio.
- ¡Serás!...
- ¡Ay! No me pegues – Se quejo la voz aguda.
- Ya casi… ¡llego!...
- ¡Eso, ahora no te detengas! ¡Date prisa! Sube la pierna, ahora la mano, uno dos, uno dos, uno dos…
- ¡Te… voy a…! – La voz invernal se detuvo.
A Hipo le sonaba como un asmático, de hecho, estaba empezando a imaginar que el dueño de esa voz era alguien como Patapez, bastante subido de peso, sino ¿de qué otra forma podría sonar así? Sólo los vikingos así de grandes se cansaban por una escaladita de nada.
Una mano blanca como la nieve apareció por el borde del precipicio, tan súbitamente que estuvo a punto de provocarle un infarto a Hipo, la siguió la otra mano acompañada de un montón de jadeos, Chimuelo se acercó predadoramente al borde con curiosidad.
Una cabeza nívea siguió a las dos manos, parecía estar haciendo un montón de esfuerzo, aunque curiosamente no estaba sudorosa. Hipo estaba demasiado sorprendido para moverse, era como si un fantasma surgiera de la nada, uno tan ruidoso como un Gronkle roncando, pero fantasma al fin, con gran lentitud, el chico (porque era un chico) se hizo hasta arriba.
Se quedo jadeando a cuatro patas enfrente de chimuelo, se veía tan agotado que se parecía totalmente ajeno a su entorno, Hipo se aprovechó de eso para estudiarlo descaradamente.
El chico era tan blanco como la nieve, incluso su pelo era de un blanco inmaculado, era delgado y ágil, Hipo se imaginó que debía de ser más alto que él cuando se parara, aunque claro, eso no era mucho decir. Poseía una belleza extraña y única, a su modo frío e invernal aquel chico era hermoso, seguro tiene un montón de suerte con las chicas, pensó Hipo distraído.
Ese fue el momento cuando el joven levanto la mirada clavando unos ojos de un azul hielo cautivador y revelando un rostro tan bello y delicado como un copo de nieve. Hipo lo miro hechizado hasta que el joven rompió el silencio.
- ¡AAAAHHHHHHHH! ¡UN MURCIELAGO GIGANTE!
O tal vez no, concluyo Hipo, no tiene nada de suerte con las chicas, pensó al ver como el chico hacía ademan de volver a saltar por el acantilado, creo que es medio tonto o algo, será mejor que intervenga.
- ¡Wow, wow, alto allí! Cálmate, no vayas a caerte. – Dijo Hipo tratando de parecer tranquilizador.
El chico lo miro con unos ojos redondos como canicas de hielo, su rostro aterrado se calmó un poco al encontrarse con su mirada y, obviamente ese fue el momento en el que la voz aguda decidió romper el silencio.
- ¡POR TODOS LOS DEMONIOS! ¿QUE RAYOS ES ESO? ¡CORRE JACK, CORRE POR TU VIDA!
Eso claro está, sólo sirvió para que todo el duro esfuerzo de Hipo se fuera a la basura y el joven pálido se pusiera a gritar como loco.
- Bueno – Dijo Hipo resignado – Creo que ahora sólo hay una forma de solucionar esto, al estilo vikingo.
Acto seguido se acercó tranquilamente al chico y le arreo un par de bofetadas con todas sus fuerzas. El silencio fue instantáneo, el chico lo miraba con expresión sorprendida, pero permanecía en silencio, santo remedio pensó Hipo agradecido, siempre funciona.
- ¿Qué rayos te pasa? – Le pregunto el chico pálido con aire indignado.
Hipo lo miro sorprendido, de todo lo que podía preguntar ¿en serio eso era lo primero que preguntaba? Este chico debía de estar de broma.
- ¿Ya vas a dejar de gritar? – Le preguntó.
- No, en realidad no, tengo otra sesión de gritos a las cinco.
- ¿En serio? – Pregunto Hipo incrédulo.
- Pues sí, la sesión de gritos es vital en mi rutina, así como sustos que provocan infartos y las vacas voladoras cantantes de rock, ahora ¿puedes explicarme que rayos está pasando y que es esa cosa? También si fueras tan amable puedes mencionar ¿Por qué demonios el bicho no trata de comernos y nosotros no estamos corriendo por nuestras vidas? – Termino con aire sarcástico el chico.
Hipo no creía que fuese alguien irritable, de hecho, se consideraba un tipo bastante amigable, jamás se hubiera imaginado que un mocoso lograra irritarlo en menos de cinco minutos de haberlo conocido, parecía ser su talento especial, por otro lado ¿Dónde estaba el dueño de la voz aguda?
- Esa cosa, tiene nombre y es mi dragón, y no os está comiendo porque yo le dije que no lo hiciera, ahora no sé quién rayos eres, pero si eres un enemigo descubrirás lo afilados que son los dientes de Chimuelo. – Dijo Hipo indignado.
El chico lo miro con expresión anonada, Hipo pensó que tal vez se había pasado un poco de la raya al notar como le temblaba la nariz, cuando una súbita explosión de carcajadas lo hizo regresar a su postura original, sobre simplemente estrangular al imbécil.
- ¿Chimuelo, en serio? Sentirás el filo de los dientes de Chimuelo… Ya, y tú sentirás las poderosas patas de mi conejo, Manco. – Dijo el chico sin dejar de reír.
Hipo apretó los puños, de verdad detestaba a ese chico, por fortuna, antes de que pudiera decir nada, Chimuelo gruño poniéndose delante del joven y sacándole los dientes a dos centímetros de su cara. Entonces si se le atraganto la risa al mocoso, mientras miraba nerviosamente a Hipo.
- ¿Oye eh, niño?… ¿le podrías decir a tu dragón que aparte sus dientes un poco? Dile que de lejos también los puedo ver bien.
Incluso asustado aquel mocoso hallaba formas de irritarlo.
- ¿Niño? – Pregunto Hipo con indignación.
- No, pues si quieres te digo anciano de la época de los dinosaurios, antiguo sabio de la prehistoria, aunque en mi opinión te conservas muy bien. – Le respondió tranquilamente el chico.
Hipo respiro hondo, cuenta hasta tres, calma, respira, se repitió interiormente, inhalando hondo.
- Mi nombre es Hipo, soy el hijo del jefe de Berk, ahora vas a decirme quién eres y que haces aquí, creo que puedo descartar que eres un caza-dragones, pero tal vez sea una trampa ¿Qué me dice que no eres un enemigo?
- ¿Qué? Oye niñ… Venerable anciano Hipo, no tengo ni idea de que acabas de decir, pero mi nombre es Jack, Jack Frost y estoy de vacaciones, vine al mar, que resulto ser una porquería, a pasar una temporada lejos de mis deberes como guardián, incluso traigo mi niñera conmigo por si quieres hablar con él, es el adulto responsable y todo eso, ya sabes.
Hipo no podía estar más confundido, aparte de las burlas ese chico Jack, no hacía más que soltar un montón de tonterías.
- No sé de qué rayos estás hablando, pero te puedo asegurar que si eres un espía caza-dragones, han enviado a mentiroso mucho mejores que tú, ahora date prisa, te llevaré junto a mi padre, él juzgara si eres o no un enemigo.
- ¿Eh, enemigo? ¡Ah ya lo tengo! Espera… – Jack se descolgó una mochila de la espalda y empezó a rebuscar frenéticamente en ella. – Sólo un segundo… ¡Sal de una vez Rob!... – Le grito el chico a la mochila. - Ya casi… ¡JA! Te tengo mendigo escurridizo.
Con un grito triunfal, el chico Frost saco un… ¿conejo? Hipo miro incrédulamente a Jack que sostenía al conejo por las orejas cada vez más incómodo ¿en serio, un conejo? Aunque, a decir verdad, se preguntaba ¿por qué rayos traía un conejo en su mochila y como lo había metido? Probablemente estaba loco.
Jack lo miro incómodamente y al final sacudió con fuerza al conejo.
- Vamos Rob hazte grande y arregla esto.
- ¡Deja de sacudirme mocoso!
Hipo retrocedió sorprendido, se había dado un susto de muerte, el conejo hablaba, él era el dueño de la voz aguda. Pero todavía no pasaba lo más sorprendente, el conejo dio un salto y al caer al piso era más grande, mucho más grande, debía de medir unos dos metros y tenía una mirada imponente, además los trozos de manera de sus manos de alguna forma se veían peligros.
- Hipo ¿verdad? – Le dijo el conejo, aunque ahora su voz era diferente, más grave y aterciopelada. – Un gusto, no te preocupes, estoy totalmente de acuerdo contigo, Jack es un peligro, deberías llevarlo con tu padre a que lo diciplinen, te recomiendo que te des prisa ¡adiós!
Y con esto el conejo dio un salto a mitad del cual se hizo chico de nuevo y desapareció dentro de la mochila.
- ¡Queee! ¡Maldito conejo traidor, vuelve aquí!
Hipo lo observo rebuscar en la mochila sin sacar nada esta vez, era el momento de la venganza.
- Ya has oído a tu niñera chico, estas castigado, ahora hazme caso y sígueme pacíficamente, si eres tan inocente como dices no te pasara nada.
Jack lo miro con expresión amarga, pero pronto se ilumino con una sonrisa algo perversa.
- Ni sueñes que voy a caminar, me sentare en el piso y no me podrás mover.
Hipo sonrió con malicia, disfrutando esto por primera vez.
- ¿Caminar, quien dijo algo sobre caminar?
Por primera vez, la cara de Jack pareció verdaderamente preocupada.

Lo que sucede después de felices para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora