Eran las 6 de la mañana, acababa de salir de la ducha y pasaba al cuarto de mis pequeños para ver que estuvieran descansando.Hacía una semana que habían cumplido un año, y aunque se habían gestado juntos, eran completamente diferentes.
Pero aunque no fueran hermanos de sangre, de verdad lo parecían, y a mí realmente no me importaba eso, para mí, ambos eran mis angelitos.
Dejé de secarme el cabello y solté la toalla sobre mis hombros, volví a arropar a Wendy que ya se había destapado y salí de la habitación.
―Buenos días―.
Volteé hacia el comedor donde Awita ya estaba preparando el desayuno, se veía adormilado y eso lo hacía tierno.
―Cómo está mi querido presidente?―.
Le pregunté abrazándolo por detrás y respirando sobre su cuello.
―Bien, un poco estresado pero bien―.
―Qué ocurre? Necesitas me encargue de algo?―.
Indagué angustiado soltándolo y girándolo para verlo a los ojos.
―No... bueno, no sé... últimamente tú te has encargado de la delincuencia que está más allá de mi control, pero está vez no es algo así... no lo sé, me siento vigilado―.
―Vigilado?―.
―Sí, cuando regreso a casa siento que alguien me sigue, o en el trabajo me siento observado... no estoy muy seguro, pero casi siempre está un hombre de cabello azabache y ojos naranjas―.
Me paralicé tras escuchar esto y tomé a mi esposo por los hombros.
―Dime, has hablado con él?, se ha acercado a ti? O... cómo es?―.
―Hey, tranquilo, no he hablado con él, y cuando tengo la sensación de ser espiado, son muy pocas las veces en que lo veo, pero en esas pocas ocasiones siempre está lejos y con un cubreboca negro... Hasta cierto punto se parece a ti―.
Esto me heló la sangre y solo atiné a soltar a Awita para darme la vuelta y no dejar que él me viera hiperventilando.
Así que Jard ha vuelto...
Pude sentir cómo mis manos comenzaban a temblar y mi respiración se alteraba aún más, no puedo dejar que Awita me vea así.
―Jard, estás bien?―.
Aunque Awita me dijera así de cariño, en este momento es una tortura para mí.
Jard es la definición de la demencia, quizás un psicópata, o solo una víctima de la cruel sociedad.
―Sí, estoy bien... yo te dejo en el trabajo hoy, de acuerdo?―.
―Sí... pero seguro estás bien?―.
―Sí, solo un poco mareado, podrías dejarme una aspirina en la mesa por favor―.
―Claro―.
Tras eso solo pude permanecer serio, como si mi voz se hubiera esfumado, aunque realmente eso no preocupaba tanto a Awita, ya que nosotros no necesitabamos de palabras todo el tiempo para entendernos.
Una mirada podía decirlo todo, desde la más profunda confesión, hasta el más dulce gesto de amor.
―Nos vemos―.
Soltó Awita antes de bajar del auto, sin embargo, lo detuve y le robé un beso antes de dejarlo ir.
―Ten cuidado, sí? Mandaré a unos guardaespaldas para protegerte si es necesario―.
―Está bien, tranquilo, te veo en la noche―.
Awita bajó del auto, soltándome poco a poco la mano, hasta que lo retuve un segundo más para verle a los ojos, realmente sentía que le imploraba con la mirada que tuviera cuidado.
════ ⋆★⋆ ════
Media hora después estaba devuelta en la mansión, más apenas entré, me encontré con una escena terrible.
―J-jard?! Qué estás haciendo aquí?!―.
La blanca pared de la cocina estaba manchada de sangre, el cuerpo de la cocinera y el de la niñera estaban degollados sobre la barra.
Un viejo recuerdo se volvió vivido para mí, ver las cabezas de ambas mujeres sobre la barra me recordó a la de mi padre hacía años atrás.
La sangre escurriendo por el blanco mármol dejaba finos caminos, tan oscuros como la mancha del vino derramado.
Y de espaldas a mí, estaba Jard, parecía tener algo en brazos y tarareaba en voz baja una canción.
―Guarda silencio Jardred, no querrás despertar a los niños―.
Dijo Jard mientras daba la vuelta, teniendo entre sus sangrientos brazos a mis hijos.
―Baja a los niños Jard―.
Ordené angustiado de lo que les pudiera hacer.
―O si no qué?―.
Contestó sínico mientras me sonreía ampliamente, como cuando niños.
―Por lo que veo, preferiste formar una nueva familia a terminar de unir la tuya―.
―Jard, deja a los niños―.
Volví a ordenar intentando ignorar lo que había dicho.
―Por supuesto! Pero se despertarían viendo esto―.
―Basta, qué es lo que quieres?!―.
Ya estaba desesperado, Jard nunca fue una buena persona, y que estuviera aquí tras años de no vernos no era para nada bueno.
―Verte sufrir, es muy divertido―.
―Jard... te lo suplico, deja a los niños, mátame si quieres pero deja a mis hijos―.
No quiero que lastime a mi familia, soy capaz de dar mi vida por ellos si es necesario.
―No, no sería divertido―.
En el momento él pegó su hombro a su cuello, como si algo le hubiera incomodado esa zona, él sacudió la cabeza y la levantó, dejándome ver que tenía un extraño collar negro, casi de inmediato bajó la mirada rendido.
―Que aburrido... Hoy no será hermanito, mi jefe me lo prohíbe, pero espero pienses bien que hacer, solo tienes un mes o te haré sufrir viendo cómo tú familia muere―.
Dicho esto, Jard continuó arrullando a ambos niños y comenzó a caminar a las habitaciones, yo le seguí de cerca para evitar hiciera una locura.
Al llegar a la habitación , bajó cuidadosamente a cada uno en su respectiva cuna y los arropó, evitando que despertaran de su sueño.
― Recuerda― Jard se acercó a mí y sonrió con desdén ―Solo un mes―.
Fue lo último que dijo para salir de la habitación y huir por una ventana de la mansión, impidiéndome ver a donde fue.
Yo ya no sabía que hacer, lo sucedido hacía un año parecía volver a ocurrir, pero aunque le juré a Awita decirle si volvía a haber un problema, esta vez no podré hacerlo.
Una cosa era Federic en desventaja dentro de mi organización, y otra cosa es Jard, un sicario despiadado, mejor elemento de la segunda mafia más grande del país.
Realmente estoy asustado, porque ahora no es sólo ver por mi vida o la de Awita, ahora hay dos vidas más en este barco.
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» «Me quedé dormida QnQNo he escrito el otro capítulo....
Y ahora mismo estoy de maestra sustituta cuidando a los alumnos de mi mamá» «
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Pᴀɴᴅᴇᴍóɴɪᴜᴍ [Awidred]
FanfictionHacía unos años, pensaba que ya había pasado lo peor, por fin tenía una familia con la persona que amaba y todo era paz y tranquilidad, sin embargo, no debí haberme confiado, no debí haber bajado la guardia nunca. Creía que ya me había deshecho de L...