Pᴀɴᴅᴇᴍóɴɪᴜᴍ [Awidred]

13-. ᴠᴇʀᴅᴀᴅ 2/2

El público esperaba expectante, enfocaban su vista en ambos niños sin saber muy bien quien ganaría.

─No debí haber aceptado esto, en mi vida he tocado una pistola.

Susurró la peli azul tomando con manos temblorosas su pistola, observando con inseguridad la figura de madera al fondo de la sala, marcada como una diana.

─No has hecho esto nunca, ¿cierto?

─Igual voy a ganarte.

Respondió Wendy a Javi, tomando con firmeza la pistola y disparando a la figura sin siquiera mirar.

Silencio fue lo único que hubo en la sala, y Wendy comenzó a dudar, seguramente su acto impulsivo había acabado tan mal que ni siquiera la gente quería reírse por la vergüenza ajena.

Dudosa volteó a ver el muñeco de madera al fondo, la bala había atravesado lo que sería su cráneo.

Los ojos naranjas de la niña se abrieron con asombro, aún ingenua de lo que había logrado sin problema alguno.

─Nada mal.

Y tras decir esto, Javi disparó al sitio donde debería ir ubicado el corazón.

Wendy dejó de dudar, la actitud de su contrincante solo le recordaba a Awita, y eso, no le agradaba en lo absoluto.

De mala gana Javi comenzó a disparar a todos los puntos marcados, apuntando y disparando casi inmediatamente.

Wendy sentía la sangre hervir, y sin pensarlo se dejó llevar por el impulso, disparando sin siquiera detenerse a apuntar y dando en los puntos.

Javi apretó la mandíbula, odiaba ver en los ojos de Wendy a Jardred, le era molesto ver a su padre reflejado en alguien más que no fuera él mismo.

Las balas se acabaron, y el muñeco cayó completamente perforado al suelo.

Las puertas de la Sala fueran abiertas de golpe, Elo y Joel se encontraban ahí.

Todos los niños presentes se escabulleron por donde pudieron, desapareciendo del lugar pues no estaba permitido estar ahí.

Wendy y Javi quedaron petrificados ante la mirada decepcionada de ambos adultos.

─Tíos, hay una explicación a esto.

Intentaron defenderse ambos a la vez, quedando confundidos al escucharse.

─¡¿También son tus tíos?!

Ambos niños estaban incrédulos, asustados voltearon a ver a Elo y Joel, ahora ellos ya no se veían molestos, si no preocupados.

─Sus acciones aquí fueron terribles... Estamos decepcionados... Tendremos que castigarlos porque el comportamiento así no está permitido aquí.

Dijo Elo, tratando disfrazar el nerviosismo en su voz.

─Y creo hay cosas que aclarar, pero primero necesitamos se calmen... Vengan conmigo, voy a llevarlos a nuestra cabaña, no cenaran hoy.

Completó Joel, llamando a ambos niños con una señal, y aunque ambos tenían las caras de sorpresa más grandes de sus vidas, caminaron como cachorros regañados tras Joel.

─Pueden instalarse en nuestra habitación, Elo y yo dormiremos en la sala... No den más problemas, ¿si? Nosotros no volveremos hasta más tarde, tenemos que dirigir el campamento y ustedes no podrán salir de aquí.

Ambos niños asintieron, y Joel salió de la cabaña, cerrando la puerta tras de él.

─Esto es tu culpa.