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«Nada parece unir las vidas de Zhang Hao, un violinista en ascenso, y Kim Jiwoong, un prestigioso cirujano. Sin embargo, su amistad del pasado aún los conecta y su reencuentro después de 8 años revive los secretos que ocultaron desde la infa...
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Hao acomoda el violín. Lo sujeta con fuerza y suspira antes de comenzar a tocar. No por nada la obra elegida fue la primera pieza de 'Invierno' del concierto de Las cuatro estaciones de Vivaldi. En la obra se puede notar una constante lucha en la cual tanto el violín como el resto de los instrumentos de la orquesta, parecen estar peleándose por ser el centro de atención, por pasar a ocupar el primer plano. Las sensaciones que se pueden describir en el momento en que comienzan a sonar las primeras notas coinciden en ciertos puntos con lo que Vivaldi pretendía, pues el frío del invierno suele provocar una sensación desagradable, incómoda, el viento soplando tan fuerte puede llegar a ocasionar miedo e incertidumbre. No hay nada más cercano a lo que siente el corazón de Zhang Hao en ese momento. El miedo a saber si podrá ser capaz de realizar esa audición, la incertidumbre de no saber qué pasará, la incomodidad de sentirse fuera de un lugar que siempre creyó suyo. Hao experimenta la complejidad de las emociones humanas, no únicamente en el contexto de la pieza musical como descripción de una estación del año, sino en el Invierno como sinónimo de la tempestad interna de una persona que se siente perdida, de esos momentos en dónde todo ser humano siente dolor y desesperanza, cuando el corazón se siente frío y abandonado, pero aún así hay que seguir adelante y tratar de ver lo positivo en los momentos más oscuros. La última nota suena y luego de eso el silencio de un enorme espacio vacío hace eco en su cabeza. Su respiración agitada es todo lo que puede oír, hasta que una voz lo trae a la realidad.
—Zhang Hao —el maestro que está sentado en las butacas del público lo nombra —Eso fue maravilloso, si lo haces así en la audición, tienes muchas chances. —Gracias. Estoy trabajando mucho para dar lo mejor de mi. —Y se nota, sigue así. —Lo haré. —Ahora ve a casa, descansa. Mañana será otro gran día. —Se lo agradezco.
La felicidad es tan grande que por un momento olvida por completo el dolor que aún siente en su mano izquierda, hasta que llega a los cambiadores y se saca las vendas que tapan lo que nadie puede ver. La hinchazón es cada vez más notoria. Se queja un poco al tocarla. Cierra los ojos y respira profundo. Vuelve a colocar la venda. Ni siquiera ésta lesión hará que su sueño de lograr ser el concertino de la orquesta, se haga trizas. Hao sabe que lo hará o morirá haciéndolo. Camino a casa, en sus auriculares suenan las piezas de ballet de la obra 'Giselle', la historia de una mujer que bailó hasta morir por culpa de un amor que no pudo ser. Hao cree que en una línea de tiempo muy lejana, él y Giselle comparten el deseo del amor no correspondido y a su vez la gran locura de creer que deberán hacer lo que aman hasta caer rendidos, sólo para desprenderse de todo su dolor. Cómo si la historia fuera escrita para él, Hao también siente que carga con la maldición de haber amado tanto a alguien. Esa maldición que lo hace sentir culpable por tratar de seguir con su vida, por pedirle a su corazón que entre tantas emociones, le haga un pequeño lugar a una nueva oportunidad junto a Hanbin ¿Acaso estaba equivocado por querer conocer el amor correspondido? Tal vez debe empezar a ser un poco más honesta con él mismo y también con Hanbin. Sin embargo, no todo es tan fácil como parece y sabe que aún conserva esa manía de aferrarse al pasado, y en ese pasado está Jiwoong. Es que desde aquel encuentro con Sooyoung hace más de una semana, no ha vuelto a saber nada de él y está un tanto preocupado por eso. Hanbin puede ser un nuevo comienzo, pero la presencia de Jiwoong en su vida es algo inevitable y con ella todo ese amor que es difícil de soltar, siempre está presente.