Desde que Navier se volvió a casar la vida para dos hombres se volvió miserable pero solo uno de ellos estaba tan desesperado como para buscarse un reemplazo con quien ahogar sus penas, o al menos eso era lo que creía Sovieshu.
- ¿Podria repetir lo...
(Deje de leer la emperatriz divorciada desde el suicidio de la reina de no se que SO, desde aca probablemente nada se asimile a la trama original)
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A lo largo de la historia y conflictos bélicos, las aves fueron nominadas como uno de los animales soldados favoritos en la guerra. Eran pequeñas y fáciles de domesticar, incluso existían rumores de aves piratas parlanchinas, (aunque eso era solo un cuento para dormir niños) utilizadas como mensajeras, el símbolo del pajaro significaba vida en muchos casos y en otros... peligro. Estas aves —o ratas con alas, nombre con el que las reconocía el Gran Duque Luipt— se posaban en las construcciones, ramas o en la ventana de una bella joven, siempre con una cartira o información atada en alguna de sus extremidades. En lo poco que Kaufman había logrado conocer al emperador, se dio cuenta que él amaba a los animales, pero los pajaros... Fue fácil darse cuenta que Sovieshu no los aborrecía, pero le ponían los pelos de punta, una relación mucho más complicada que la que tenía con los equinos o los canes.
Las razones de ese desagrado fueron un tema que rondó por más de un día en la cabeza limpia de Luipt ¿Podrian ser celos? Pero entonces ¿De qué?
Tambien podría existir algún trauma de su niñez, pero entonces ¿Cómo?
Desde un balcón, Kaufman observaba al pájaro dorado que le habían encomendado eliminar. Incluso en la oscuridad de la noche las plumas de esa ave resplandecían bajo la luz de la luna. "Es una pena", pensó, "un ave tan hermosa como esta". Y así, apuntó y disparó una flecha en dirección al deslumbrante pájaro, que cayó al suelo como un hombre desmayado, tiñendo la hierba y las ramitas de sangre.
Se apresuró en bajar a recoger el cuerpo del ave, (Reina creía que se llamaba) en silencio para no despertar al resto de nobles y sirvientes, solo visto por los guardias que lo saludaban agachando la cabeza cada que se les permitía. Cuando, unos pasos antes de llegar al sitio donde se supone había caido Reina, la presencia de otro quebró su paso. Asomó la cabeza por el pasillo y una melena azul llamó su atención; agachado en cuclillas en medio del jardín se pillaba a el fiel acompañante del Emperador Heinry, Mckenna, con una expresión de pánico y la boca bien abierta; sostenía entre sus manos el cuerpo ensangrentado del pajarito que se resistía a abandonar este mundo.
— ¡Señor, señor!
Kaufman advirtió que no sería inteligente acercarse. Llevó la palma a su rostro e intentó pensar en algo, algún plan que no tuviera que ver con deshacerse en secreto de McKenna y culpar a los dioses por su desaparición, algo un poco más pacifico.
Sin embargo, cuando calculaba la distancia del cuerpo de McKenna con la pared más cercana y lo volvía a la formula de Pitagoras, el cuerpo del pajarito resplandeció con fuerza y se transformó en un hombre.
"Oh" pensó Luipt primero
"OH" volvió a pensar, pero con más intensidad y adrenalina recorriendo sus venas. Las manos le temblaron: ¡Ese era el maldito Emperador! ¡Muriendo! ¡Desnudo! ¡Muriendo!