Un pajarito me dijo y la organización de Navier

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Los siguientes dos días al incidente con el gran duque, ambos hombres no salieron de las bocas de los demás nobles. Eran el chisme de la semana, si existiesen las revistas de hola en ese entonces tendrían su propia pagina amarilla. No había sirviente en el palacio de Heinry que no estuviese enterado de la tensión del emperador hacia el gran duque; dando vuelta a esa pagina, los nobles no entendían la razón de ese comportamiento.

En su perspectiva de cinco cubiertos, solo se sabia por boca de una criada que el emperador llegó furioso y con lágrimas de rabia al palacio; una persona normal con sentido común e instinto de supervivencia sabría alejarse. Pero el emperador Heinry y su maña de meterse en problemas ajenos decía y repetia no..

Porque al verlo tan deprimido, sentado y tomando té junto a la ventana mientras bordaba algo... Heinry tuvo suficiente. Voló desde un árbol hasta su habitación.

Navier estaba recostada en la cama leyendo un libro, su expresión se veia igual de preocupada que la de él. La mujer al verlo abrió los brazos y lo llamo.

— Es una situación complicada por lo que veo... — dijo, Heinrey se metió debajo de una sabana y volvió a su forma humana. — No puedo creer que este tan preocupada por la relación de esos dos.

— Supongo que todos lo sintieron mi reina, eran solo un dúo tan... Extraño. — contestó amarrando la sabana por su cintura. — Quiero decir, eran como una joven pareja, me causaban felicidad y también chiste...

El emperador entró a cambiarse a un armario apartado en la habitación.

Para todos fue tan complicado explicar el porque sentir felicidad al ver al emperador y el gran duque compartir terribles chistes y hablar como si fueran buenos amigos desde hace años. Algo que claramente no eran porque apenas y se habían conocido bien hace un par de días.

Heinrey salió del armario con ropa puesta. — ¿Seria demasiado infantil de mi parte meterme en sus asuntos?

Navier suspiro, llevandose una mano a su menton. — Seria molesto, infantil y yo no podría estar de su lado si algo saliese mal. — Contestó Navier. — Pero yo también me metí demasiado rápido en esa situación.

Y en cuanto la emperatriz terminó unos golpes a la puerta la hicieron levantarse de la cama. Ella abrió la puerta y detrás de ella no estaba nada más y nada menos que el duque Ergi junto a Mckenna.

— Tenemos información. — Dijo el duque, haciendo que Navier los dejara pasar. — Hubiese podido conseguirla antes si un cerebro de pájaro no fuera tan terco con sus secretos. — Con la mirada apuntó a el de pelo azul.

— ¡No deberíamos meternos en este tipo de problemas!

El emperador Heinrey junto al duque dijeron al unisono. — Viejo aburrido.

Ninguno de ellos tenia remedio, pensó mckenna para sus adentros. El hombre se sentó cansado en uno de los sofás que estaba junto a la ventana; la extraña persuacion con chantaje incluido de Ergi lo volvía loco.

El duque Ergi fue el primero en hablar. — Entonces damos por iniciada la reunión "Arreglar la relación del duque Kaufman y el emperador Sovieshu." — Todos excepto Mckenna aplaudieron al empezar esa reunión.

¿En qué momento habían ensayado? Se preguntaba Mckenna, tratando de sobrellevar esa tontería por su cuenta.

La emperatriz se puso de pie, dando a conocer que tomaría la palabra. — Estoy agradecida porque, ustedes caballeros, tomaran como importante este pequeño asunto y asistieran a la reunión. — Navier se inclino ante los demas hombres. Mckenna seguia sin creer lo irreal que era todo aquello en lo que se había metido. — Emperador Heinry,  cacatúa ardiente, te otorgo la palabra.

Un reemplazo mis cojones. [La emperatriz divorciada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora