Rashta caminaba con tranquilidad a su habitación, su mente estaba dando vueltas por varias razones que llegaban al mismo punto: Ser echada del palacio.
¡Era imposible! ¡Ningún hombre podía ser más bello que Rashta!
Era imposible que el emperador aceptara todo eso, tenia que ser algún tipo de equivocación o una broma de mal gusto contada por los hombres del emperador Heinry.
La mujer se detuvo de golpe, casi tropezando con sus mismos zapatos, al recordar que el gran duque y el emperador estaban juntos en su habitación; su respiración fue cambiando a ser rápida y torpe. Dió un giro con su tacón y comenzó a correr aterrada, aterrada de lo que el duque pudiese hacer y como su emperador pudiese responder.
Los pasillos se hicieron eternos, cambiando sus formas en la visión de Rashta; los colores del papel tapiz cambiaban de tonalidad, un rojo frío a un destellante verde. Los pasillos se hicieron más pequeños a la perspectiva de Rashta que sentía perder el aire y arrastrarse para caber en esos pasillos.
Hasta que al final, tuvo la puerta ante sus ojos, de manera abrupta abrió la puerta sin molestarse en tocar, encontrándose con ambos hombres peleando. Sovieshu trataba de picar al gran duque con un pincel mientras que el duque se protegía de los ataques con un lienzo.
— ¡Deja de ocultarte! ¡Cobarde, dame mi venganza! — exigía a gritos el emperador. Su pincel salpicaba pintura amarilla a ese lienzo, al mismo tiempo que salpicaba a las ropas del gran duque.
— La emperatriz esta.. — susurro el grande duque. El emperador volteo su cabeza, la cara del emperador estaba manchada de amarillo y, incluso, algunas de esas manchas parecian haber sido hechas con intencion.
Sovieshu al detectar que lo que decía el gran duque era verdad, de la forma más natural que pudo se sentó en la pierna del gran duque. — Esto.. Buenas tardes mi emperatriz. — saludó peinando su pelo con la mano, dándose cuenta un poco tarde que esta también tenia pintura amarilla.
Rashta no dijo ni una palabra sobre eso. —Rashta viene a preguntar si al emperador le gustaria pasear con Rashta en el jardín. — informo la mujer. — Usted también puede venir gran duque. — Para Rashta era mucho mejor que esos dos se mantengan en una distancia considerable bajo su supervisión que jugando con pintura solos en otra habitación.
La palabra "solos" resonaba como un horrible eco en la mente de Rashta, como si su subconsciente dijera "Tú y Navier por su puesto no eran el interés del emperador.... Porque el interés del emperador es algo más allá que eso".
¡Que molestas eran esas voces internas!
— Aceptamos su oferta emperatriz Rashta. — contestó el gran duque, la mujer estaba segura de haber visto por un segundo al emperador mirar al gran duque con desaprobación.
La mujer forzó una sonrisa. —Rashta los estará esperando abajo entonces. — Rashta al salir de la habitación se dejo caer en el suelo, si aquello era verdad no seria poco tiempo hasta que la echen del palacio.
Ella era la única que podría cuidarse a si misma y a su bebé; para ganar esa competencia de afecto y atención habia que quitar algunas piedras del camino.
A rey muerto, rey puesto.
La mujer se levanto de golpe al escuchar pasos acercarse a la puerta; en el umbral de la puerta apareció el gran duque Kaufman, con una expresión fresca y cara recién lavada. Detrás del gran duque estaba su esposo, aún con algo de pintura amarilla en la cara.
A sorpresa de Sovieshu, Rashta jalo al gran duque hacia ella, comenzando a caminar a un ritmo apresurado junto al silencioso extranjero. El gran duque Kaufman miro de reojo a la mujer.
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Un reemplazo mis cojones. [La emperatriz divorciada]
FanficDesde que Navier se volvió a casar la vida para dos hombres se volvió miserable pero solo uno de ellos estaba tan desesperado como para buscarse un reemplazo con quien ahogar sus penas, o al menos eso era lo que creía Sovieshu. - ¿Podria repetir lo...