the great war | jon snow. [PAUSADA]

capítulo séptimo.

¿QUIERES OÍR LA VERDAD?

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Jaime alzó la cabeza al escuchar mi voz. Pude ver una chispa de esperanza iluminar sus ojos, lo que me entristeció. Si Jaime no me decía lo que quería oír, si la verdad resultaba ser el descubrimiento de Ned... No podría salvarle, no tendría nada que reclamar. Si resultaba ser cierto, la de la guerra de los Stark era una causa justa y yo no dudaría en brindarles mi apoyo. Aunque, ¿de qué serviría el apoyo de una princesa si resultaba no ser princesa?

─ Elyn. ¿Qué haces aquí? Por todos los dioses tu madre debe estar histérica, si se entera de que estás aquí... ¿has venido por mí? ─. Jaime clavaba sus ojos oscuros en mí con una intensidad que nunca antes había visto en su rostro. Ya había oscurecido y, allí, a la luz de la luna y cautivo, el Matarreyes parecía tan mundano como el resto.
─ Si estoy aquí, tío, es por mí. Necesito respuestas, y nadie más puede dármelas sin poner mi vida en juego.
─ No entiendo a qué te refieres, Elyn.
─ Quiero que me digas si los rumores son ciertos. ─. Jaime me miró. No sabía si no había entendido a qué me refería o si simplemente prefería no contestar. ─. ¿Eres mi padre?

Jaime no contestó. Sentí cómo mis ojos se humedecían al comprender que a veces la mejor confirmación a tus sospechas es el silencio, pero no iba a permitirme llorar. No allí, al menos, delante de Rob y del que acababa de descubrir que era mi padre.

─ ¿Por qué? ─. Jaime me miró sin comprender a qué me refería. ─. ¿Por qué haces esto? ¿Por qué permites que madre lleve acabo su estúpida guerra, acabando con vidas de inocentes de ambos bandos? ─. Ya no me miraba, y comprendí que tampoco me contestaría. ─. Es la segunda vez que pierdo un padre. Tú ya no existes para mí.

Giré sobre mis talones y miré a Robb. Éste dedicó una última mirada a Jaime, que ignoraba nuestra presencia y me llevó de vuelta a su tienda de campaña. El trayecto fue corto y silencioso, aunque este silencio fue roto al pasar al interior de su tienda. Allí se encontraban lady Stark y otras dos chicas que rondaban la edad de Robb. Una de ellas tenía el pelo oscuro y liso, la piel algo olivácea y un atuendo simple y manchado. La otra muchacha tenía el pelo castaño, ondulado y bastante más corto que el de su compañera. Llevaba el mismo tipo de vestido simple, pero mucho más limpio. Debía tener varios de recambio, lo que denotaba un poder económico superior.

─ Ah, Elyn, déjame presentarte a nuestras curanderas. Esta es Talisa Maegyr. ─ dijo señalando a la muchacha del pelo liso ─ Y esta de aquí es lady Jara Tyrell.
─ Mis señoras. ─. Las saludé. ─. Perdone la indiscreción, lady Tyrell, pero, ¿qué hace alguien de su familia en un lugar como éste?
─ ¿Y qué hace una princesa como vos en un lugar como este? ─. Jara rió. ─. Mi señora, no queda nada en el dominio que pueda heredar. Mi hermano Willas es el heredero de Altojardín y mi hermano Garlan el nuevo señor de Aguasclaras. No queda nada que pueda heredar, y mi única opción habría sido desposar a alguno de los herederos de las demás casas del dominio, ¿Tarly? ¿Redwine? ¿Caswell? No me interesa ninguna de ellas, ni el resto, ni sus territorios. Mis padres no me pidieron que lo hiciera, y yo no lo habría hecho igualmente. Así que dediqué mi vida a estudiar lo que realmente me apasionaba: el poder de ayudar a los demás, y aquí estoy hoy. ─. Me dedicó una sonrisa y pude notar como Robb la miraba fascinado desde su posición.
─ Es un placer conocerlas a ambas. ─. Sonreí yo.
─ Elyn. ─. Me llamó Robb. ─. Es tarde, no es seguro emprender un viaje ahora y seguro que necesitas un descanso. Ordenaré a mis hombres que te preparen una tienda por aquí cerca. Podrás partir mañana por la mañana, si es lo que deseas, aunque puedes quedarte el tiempo que quieras.
─ Muchas gracias, Robb. Desearía poder quedarme más, pero aún tengo cosas pendientes en el Muro. ─. Él asintió y salió de la tienda para dar la orden a sus hombres. Éstos apenas tardaron en prepararme una tienda, así que cuando supe que estaba lista, me excusé diciendo que estaba muy cansada y salí de la de Robb. Mi tienda era bastante más pequeña, pero se sentía mucho más segura de lo que la Fortaleza Roja se había sentido los días antes de mi partida. Cerré los ojos, deseando dormirme todo lo rápido posible. El final de la guerra parecía aún muy lejano, y yo ya había elegido a qué bando apoyaría, a pesar de mi apellido. Aquella decisión iba a costarme la vida, estaba segura, así que no podía perder ni un día más de entrenamiento con Jon. Ya que realmente era una Lannister pura, debía aprender a luchar con la fiereza de un león.