capítulo quinto.

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LA GUARDIA DE LA NOCHE

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Lo primero que vi al abrir los ojos fue el fuego de la chimenea chisporrotear. Estaba en una habitación que parecía antigua, con las paredes manchadas por la humedad y posiblemente muy fría, aunque no podía notar eso último, ya que estaba cubierta por lo que parecía una tonelada de mantas.
Recorrí la habitación con la vista, tratando de incorporarme en la cama y justo entonces, el crujido de la puerta avisó de la entrada de alguien en la habitación. El rostro de Jon apareció tras ella y me dedicó una sonrisa nerviosa. Parecía haber crecido más que yo en este tiempo. Tenía el pelo más largo y se había dejado barba. Estaba más guapo, y mi corazón seguía acelerándose como el primer día que lo vi.
— Elyn. —. Mi nombre escapó de su boca como un susurro. Parecía sorprendido, pero también preocupado.
— Prometimos visitarnos, ¿verdad? —. Intenté bromear para quitarle peso al ambiente.
— Elyn... —. Jon se sentó la cama y posó su mano en una de mis piernas, por encima de las mantas. —. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué has huído? Eres la hermana del rey, si te considera una traidora por abandonar Desembarco...
— Jon. No aguantaba más allí, no podía, la batalla... No podía ver cómo todos se mataban unos a otros mientras pretendían dejarnos a Sansa y a mí cruzadas de brazos. Tuve una oportunidad para huir y la tomé. No me importa el resultado de la batalla, aunque estoy segura de que mi tío Stannis tendrá que regresar a Bastión de Tormentas con su ejército. Si es que acaso queda alguien que pueda regresar, claro.
— ¿Y Sansa? ¿No ha huido contigo? —. Preguntó.
— No quiso huir. No lo entendí, no puedes imaginarte los horrores por los que Sansa ha tenido que pasar por culpa de Joffrey, y no dudo que seguirá siendo así. No sé si podré perdonarme haberla dejado allí, pero... no podría vivir conmigo misma de haberme quedado allí.
— Pero, Elyn, ¿tan terrible es?
— Es que... Jon, mi madre mató a tu padre porque la acusaba de incesto, decía que nosotros no éramos hijos de Robert, sino de Jaime y, ¿sabes algo? Me he negado a creerlo, de verdad que lo he hecho, pero cada día lo veo más claro. Es como... como si la verdad hubiese estado delante de nosotros todo este tiempo y nunca la hubiese querido ver. Encontré un libro, un registro de las grandes familias de Poniente a lo largo de los años. Todos los Baratheon, da igual de qué unión fuesen fruto, habían nacido con el pelo oscuro, como el del rey Robert. Es extraño que sus cuatro hijos hayan heredado el rubio característico de los Lannister, ¿no crees? Quizá uno... pero, ¿los cuatro? —. Jon me miraba con una mezcla entre sorpresa y pena.
— ¿Piensas quedarte aquí? —. Preguntó.
— No, no. Vine aquí porque no sabía dónde más ir, y tú eres la única persona fuera de Desembarco en la que confío realmente. Además, necesito tu ayuda.
Jon asintió. —. En lo que sea.
— Necesito que le escribas una carta a tu hermano, a Robb. He escuchado que tu madre consiguió retener a mi tío... a... a Jaime como prisionero. Necesito que me lo confirme, Jon. Sé que todo apunta a que lo que tu padre decía es cierto, pero... si hubiese una posibilidad, por mínima que fuese de que toda mi vida no haya sido una mentira... quiero aferrarme a ella. Necesito intentarlo.
— Está bien, le escribiré. Te buscaré en cuanto llegue su respuesta.
— Gracias Jon, en serio. —. Le sonreí. —. Ah y, ¿puedo pedirte una cosa más?
— Claro. —. Contestó levantándose de la cama y dirigiéndose a la puerta de la habitación.
— Quiero que me entrenes. —. Jon alzó las cejas, notablemente sorprendido.
— ¿Que te entrene?
— Sí. Tengo un mal presentimiento, algo me dice que lo voy a necesitar. No hace falta que me conviertas en toda una experta, pero ni siquiera tengo nociones básicas de defensa personal. Madre nunca lo vio necesario.
— De acuerdo —. Jon asintió con la cabeza. —. Pasaré a por ti cuando termine de escribir la carta para Robb.

Aunque Jon no tardó mucho en volver, aproveché el tiempo que me dejó sola en la habitación para recoger mi pelo de la forma menos molesta para pelear. Cuando Jon volvió, entró en la habitación con una armadura algo destartalada.

— No sé si será de tu talla. Es la más pequeña que he podido encontrar, y la menos vieja.
— Está bien, no te preocupes. Algo protegerá. —. Jon asintió y se quedó plantado delante de la puerta.
— ¿Jon? —. Lo llamé
— ¿Sí?
— Debes salir para que pueda cambiarme, lo sabes, ¿verdad?
— Oh. —. Jon parecía avergonzado. —. Sí, sí, claro. Perdona, no estoy acostumbrado a las mujeres. No hay muchas por aquí. Bueno, ahora está Gilly, claro.
— ¿Gilly?
— Sí, es una de las hijas de Craster. Sam la trajo y permitieron que se quedase aquí.
— ¿Sam? —. No estaba entendiendo nada de lo que Jon intentaba decir.
— No importa, te los presentaré más tarde. Te estaré esperando detrás de la puerta.
— Jon.
— ¿Elyn? —. Contestó él. Yo me acerqué a él, le quité la armadura de las manos y deposité un beso breve en su mejilla.
— Muchas gracias. Por todo.

the great war | jon snow. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora