CAPÍTULO 1| HEARTBREAKERS

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Llegué al bar donde trabajaba mi amigo Víctor, quien en la entrada se fumaba un cigarrillo.

—¿Sabes? No deberías matar la última mini neurona que te queda con tabaco.

—Tomaré tu consejo, canija.

—Te lo digo por vigésima vez, ¡mido uno sesenta!

—Pues eso, canija.

—Que insoportable eres.

Le saqué la lengua antes de entrar en el bar con Víctor detrás. Entré detrás de la barra, como buena confianzuda que soy, y cogí una Coca-Cola. La abrí y bebí un sorbo.

—Que morruda tú, ¿no?—dijo al ver que bebí.

—El jefe Joey es un encanto y me adora. Yo diría que me lo he ganado. A ver si tú te lo ganas de la manera en la que sabes.

Me sacó el dedo de en medio y yo hice lo mismo mientras me alejaba de él para ir al camerino. Me empecé a peinar cuando llegaron las chicas de la banda.

Layla, la cantante principal de la banda, se empezó a retocar un poco el eyeliner negro que le daba un toque de gato a sus ojos; Sarah, nuestra DJ, buscó un gloss transparente que siempre se ponía por encima de un labial rojo que la hacía lucir maravillosa; Jane, nuestra chica que toca el bajo eléctrico, buscó los peines para empezar a hacerse una coleta al estilo Gigi Hadid; Kitty, nuestra baterista, se sentó en el sofá y yo me senté a en el sofá a su lado. Ella estaba mirando y revisando el instagram de un tío guapo que le salió en "para ti". Yo, sentada, me miraba las uñas y los anillos que llevaba puestos con aburrimiento.

Después de media hora, alguien tocó la puerta, fue Víctor.

—Chicas, salís en 5 minutos—nos anunció.

Cerró la puerta y, antes de caminar hacia el escenario, me miré en el espejo. Mi pelo rubio estaba suelto y me caía por la espalda. Llevaba puesto un pinta labios de un color rojo claro, que según Layla, hacía que mis labios se vieran más gorditos de lo que ya son. Mi ropa era normal: camiseta ancha y negra con el logo de Metallica y unos mom jeans con rotos. Suspiré y todas caminamos hacia la parte trasera del escenario. Cogí mi guitarra eléctrica, que tenía unas pegatinas por detrás, y me pasé la cinta que hacía que pudiera colgarme la guitarra por el hombro. Le hice unos ajustes a las cuerdas. Todas estábamos listas: Layla con su micrófono, Jane con el bajo eléctrico y yo con mi guitarra.

Víctor apareció donde estábamos nosotras y nos dijo que debíamos esperar un minuto para que bajara el jefe de su despacho. Todas asentimos y él nos dio buena suerte, cómo siempre.

—¿Quien presenta hoy?—preguntó Jane con un micrófono en la mano.

—Yo—me ofrecí.

Kitty me tendió el micrófono y tomé aire antes de salir al escenario con las chicas detrás de mí. Cuando salimos saludando con las manos, el público aplaudió y silbó. Me dirigí al lado izquierdo del escenario y conecté mi instrumento y el de Jane al altavoz antes de ponerme al lado de Layla, que estaba en el medio.

—Bueno bueno, ¿como está nuestro público esta noche?—dije por el aparato.

Las cientos de mesas que habían aplaudieron de nuevo. Sonreí.

—Muy bien, parece que nadie se va a morir, así que podemos comenzar. Pero antes, ¿Chicas, creéis que hay gente nueva?

—Yo creo que sí—dice Kitty desde el micrófono de su batería.

Hago como que busco como Dora la exploradora con la mano y señalo una mesa de las del fondo.

—¡Hey! Hola a los de la mesa 27, no os he visto nunca por aquí, ni a los de la 31. Bueno, para que lo sepáis, somos la banda Heartbreakers. Cantamos aquí todos los días menos los lunes, una hora y media. Pero hay veces de que convencemos al jefe de que lo alargue un poco, ¿verdad que sí, Cam Cameron?—le dije al chico que siempre viene a vernos. Él asintió y el público rio.

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