CAPÍTULO 6| SAMANTHA, SASHA Y ALEX

29 1 6
                                    

Mi familia llegaría por la tarde para comer. Tenía varias horas para hacerlo todo con calma. A las chicas las avisaría cuando le quedara poco para que llegara la selva—mi familia—.

Me había levantado temprano. Sabiendo que son mi padre, madre, Alejandro, tío Eduardo, tía Savannah, primo Alexander, primo Angelo, primo Joel—mayor que yo—, mis dos abuelas, mis dos abuelos y las chicas de la banda, tendría que pasar en la cocina unas cinco horas para hacer todo con calma, ducharme, vestirme y arreglarme, lo que suma otra hora. Bueno, resumiendo, me había levantado a las diez de la mañana.

Como siempre, la música no faltaba. Bailaba a un ritmo calmado mientras cortaba verduras. El pollo estaba sobre un plato para que se empezara a descongelar. También había comprado dos bolsas grandes de patatas fritas para hacerlas en la air-fryer, que ahí quedan buenísimas.

Un rato más tarde, ya había terminado de cortar de todo, las patatas se estaban haciendo y el pollo ya estaba metido en el horno. Eso significaba que tocaba mover y acomodar el salón para que pudiéramos caber todos. Moví el sofá a una pared, puse el comedor en medio del salón y alrededor del el unas sillas. Pasé la escoba y el trapeador un poquito por encima antes de volver a la cocina.

Suspiré mientras limpiaba el desastre que tenía hecho. Solo me quedaba prepararme, ir a por las bebidas al Joey's y esperar a que llegara mi familia. La verdad, no tenía ganas de que vinieran, pero a la vez sí. Los hecho de menos, pero parecen caníbales, os lo prometo. Menos mal que se quedan en un hotel. Ya sería el colmo que se quedaran en mi casita.

Tiempo después, estaba saliendo de la ducha. Rebusqué en mi armario que ponerme hasta que encontré un vestido rojo y ajustado. Lo saqué para dejarlo encima de la cama, deslicé un chándal por mis piernas, cogí las llaves y me subí a la moto. Al parecer, Víctor estaba fumando en la entrada cuando llegué. Lo apagó, porque sabía que no me gustaba el olor, y me abrazó.

—Madre mía, hace tiempo que no te veo. ¿Y los ensayos?

Oh joder, los ensayos. Ya hablaré con las chicas.

—Solo han sido tres días, no es para tanto.

—Para mi son demasiados—se puso una mano en la frente con dramatismo y me reí.

—Exagerado.

Entré con él en el bar y saqué un par de Coca-Colas y otro de Nestea. Unas latas de cerveza para los mayores y algunas bolsas con comida para picotear.

—Eres una aprovechada—me recriminó mientras limpiaba unas copas—. Yo también quiero venir un día y por la cara llevarme la mitad de la despensa.

—Que puedo decir, soy encantadora. Como un gatito que te encuentras solito en la calle.

—O como una araña venenosa que aparece en medio de tu apartamento.

Le saqué la lengua. Cogió y me ayudó con las bebidas. El trayecto a casa no fue ni nada más ni nada menos que ponernos al día. Luego se fue y seguí con mi tarea.

Antes de ponerme el vestido, me ricé el pelo. Unas bellas ondas caían por detrás de mis hombros. Y a lo mejor os preguntáis, ¿porque se viste tan elegante si es una cena familiar? Pues la verdad es que no lo sé. Supongo que es una costumbre.

Me deslicé el vestido por el cuerpo y me subí la cremallera como pude. Tuve que dar un par de saltitos, pero al final subió perfectamente. Decidí aplicarme un poco de máscara de pestañas para finalizar el look. Rebusqué en mis cajones hasta dar con un pinta labios rojos que no se veía tan oscuro. Sonreí para empezar a ponérmelo cuando una llamada entrante de mi madre comenzó a sonar por la habitación.

HEARTBREAKERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora