Despertó asustado, oyendo ruidos bruscos por toda su casa hasta su habitación —¿JooHeon?— preguntó al voltear hacia la puerta, viendo una figura caminando errante, sin poder definir un rumbo —¡JooHeon!— exclamó al verlo desplomarse sobre la cama, más no en la posición adecuada.
Rápidamente encendió la luz de noche, que tenía de su costado de la cama, notando las mejillas enrojecidas y aquella sonrisita que sólo indicaban una cosa: —Maldito bastardo borracho, no sabes ni tu propio nombre.
—¿Kyunnie?— abrió un sólo ojo, encontrándose con la cabeza de ChangKyun casi sobre la suya, examinándolo con detalle. Estiró sus brazos y piernas, bostezando. —Llegué— rió.
Chang suspiró, derrotado. Se deshizo de las frazadas sobre su cuerpo y rodeó la cama para hacerse cargo de su amigo. Le quitó las zapatillas, la chaqueta, los jeans y dejó sus pertenencias en la mesa de noche.
Terminó de enderezar y acomodar su cuerpo en la cama de la forma en la que correspondía que estuviera acostado, al final, lo volteó ligeramente sobre su costado derecho, temiendo que pudiera comenzar a vomitar en cualquier momento.
Fue en busca de un vaso de agua y pastillas para la resaca, que al volver dejó al lado de su celular. Grande fue su sorpresa al ver que este, se iluminó, mostrando la notificación de un mensaje entrante del mismísimo Yoo KiHyun.
No debo meterme, no debo meterme, no debo... Al diablo. Pensó y tomó el aparato, lo desbloqueó yendo directo a la mensajería.
KiHyun-hyung Honeyyy, gracias por pagar hoy 02:45 A.M.
La próxima invitaré yo 02:45 A.M.
Ahg, este es el bastardo que lo está alcoholizado.
Estaba por apagarlo, pero un mensaje nuevo entró, haciéndole abrir los ojos de par en par, sintiendo un ardor frío bajar desde su pecho hasta los pies. Desagradable.
KiHyun-hyung Sólo dime que me harás tuyo una y otra vez más 02:46 A.M.
Este mensaje ha sido eliminado.
¿Qué mierda, Lee JooHeon?
Apagó definitivamente su celular y lo tiró sin cuidado sobre la mesa, le dio una mirada rápida al cuerpo plácidamente dormido a su lado, negando, incrédulo, volvió a su lugar.
Estaba acomodado otra vez, pero no podía pegar un ojo, su mente maquinaba con insistencia sobre las posibles variables sucedidas esa noche y ninguna era de su agrado.
No tardó en sentir movimiento de Lee, se tensó. El hijo de puta comenzaba a acercarse y lo último que quería, era ser tocado por él.
—Quítate— murmuró cabreado al sentir el fuerte brazo del contrario apresar su cintura para acercarlo, como se le había hecho costumbre.
—¿ChangKyun?— ahora su voz sonaba más clara, menos alegre.
—Duérmete.
JooHeon insistió en atraer a su amigo contra su cuerpo, pero este cada vez cedía menos.
—¿Qué pasa?
Suspiró, no iba a reclamar, no tenía derecho. Alivianó su rigidez y se dejó hacer, sintiendo que también, en parte, quería un poco de ese calor.
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