—JooHeon— suspiró, sintiendo la pantalla helada de su celular, castigar su mejilla con la temperatura.
—¿Estás despierto?
—¿Qué te parece?
—Bien, ábreme la puerta— dijo y cortó la llamada.
Maldición. Pensó ChangKyun, se sentó en la orilla de su cama y revolvió su cabello antes de ponerse de pie.
Salió de su habitación camino al primer piso a paso rápido, pues sus pies descalzos y prendas ligeras no jugaban a su favor en pleno invierno.
Abrió la puerta, JooHeon no reaccionó —¿Qué sucede?— preguntó preocupado, al ver que el mayor entró cabizbajo.
—Peleé con Serry— con confianza se manejó por la pequeña casa de su mejor amigo, rumbo a su habitación.
ChangKyun lo seguía por detrás como si él fuera el invasor de su propio hogar.
—Oh— murmuró mientras lo observaba sacar ropa suya que había dejado en su armario.
—¿Oh?— JooHeon frenó para verlo, con una ceja alzada.
—Oh— reafirmó.
—¿Qué quiere decir eso?
El alto comenzó a desvestirse con confianza, cambiando su ropa por una muda más cómoda directo del armario de su amigo.
—No lo sé, realmente no me sorprende. Están juntos hace menos de cinco meses, tiene sentido que tengan diferencias. Mañana se les va a pasar, a ambos.
—Tienes razón.
—Siempre la tengo— el pelinegro volvió a acomodarse en su cama, listo para seguir durmiendo.
El colchón a su lado se hundió con el peso de JooHeon. Algo que nunca admitiría en voz alta era qué tan agradable se sentía dormir con él, con su mejor amigo, pues irradiaba calor en las noches frías y en las cálidas se mantenía a tono.
—Voy a darte una llave— murmuró —Si me despiertas no quiero volver a levantarme.
—Me parece bien. Ahora a dormir.
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