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Manejaba algo nervioso hacia el departamento de su mejor amigo, pues hoy, nuevamente se cumplía otro año desde que la madre del moreno, su tía Soo, había abandonado este plano debido a una cruel enfermedad que atormentó sin piedad sus últimos años de vida.

ChangKyun y su familia siempre estuvieron ahí para los Lee, ahora que sólo eran JooHeon y él, más aún. Jamás le soltaría la mano.

-Heon- el pelinegro se abrió paso en la habitación, sorprendiéndose al ver el esculpido cuerpo de su amigo sentando cabizbajo al fondo de la cama, con una botella de ron a menos de la mitad, descansando en su antebrazo como si fuera un pequeño bebé.

-No, no, no. Nada de eso, Lee JooHeon- entró rápidamente y se la quitó bajo su atenta mirada, dejándola a un lado -¿Estás bien? ¿Quieres agua?- reemplazó la botella por su cuerpo, dejando que descanse la cabeza sobre su pecho mientras le repartía suaves caricias en el hombro.

-Gracias, Kyun- murmuró este, girando el rostro hacia la derecha hasta darse de lleno con el cálido cuerpo de su mejor amigo, enterrándose ahí, su lugar seguro.

Im luchó por que las lágrimas tampoco se le escaparan, un par quizás ganaron, el resto quedó muy bien guardado.

-¿Quieres recostarte? Voy a traerte agua- hizo el intento de levantarse, pero rápidamente la mano de JooHeon apresó su muñeca con fuerza, no quería que fuera ninguna parte. -Vamos JooHeon, debes tomar un poco de agua.

En silencio lo soltó y se alejó, ambos sintieron aquella brisa helada que les dejó la distancia, pero aún así, Lee se recostó y ChangKyun fue por una botella de agua.

Al volver, paró directamente al otro lado de la cama, sabiendo que pronto tendría al moreno encima demando contención.

No iba a mentir, él adoraba cuando JooHeon tenía esos ataques de cariño, parecía un cachorro exigente con las caricias, un niño tímido refugiándose entre los brazos de su madre, era simplemente el tipo más adorable. Pero en esta situación, aquello solo le dejaba un fuerte gusto amargo y de angustia.

Como la mayoría de las veces que paraba en su hogar, Chang se sentaba contra el respaldar y JooHeon se abalanzaba sobre su regazo, descansando la cabeza allí sabiendo que su amigo no tardaba en pasear las yemas de los dedos por su cabello.

Realmente ¿Qué haría sin Kyun? ¿Alguien alguna vez podría reemplazarlo?

Sus pensamientos vagos se interrumpieron por la puerta de la habitación siendo abierta de par en par. Ambos cuerpos se sacudieron sorprendidos, más que nada Im, que levantó ambas manos esperando por otro tipo de reacción.

Minatozaki Sana se asomó tras ella radiante, mas al notar la escena, la preocupación ocupó su rostro y rápidamente se acercó.

-¿Qué sucede? ¿Honey? ¿ChangKyun, eres tú? Siento entrar así, pensé qué...- habló nerviosa, atropellándose con las palabras.

El pelinegro hizo una mueca al tener la mirada preocupada de la mujer sobre él.

Lee se levantó, sentándose en la cama -No me sentía bien, pero ChangKyun llegó a cuidarme, no hay de qué preocuparse- arrastró las palabras, evitando la mirada directa con ella.

-Gracias, ChangKyun- sonrió dulcemente -Puedo quedarme ahora, si quieres- sugirió directamente a Im, que estaba poniéndose de pie creyendo que era lo correcto.

-No- interrumpió JooHeon, elevando la vista -Quiero a ChangKyun- lo señaló -ChangKyun, siéntate.

-Quizás él no puede quedarse, Honey- intentó suavizar la mujer.

-Él si puede. ChangKyun, te quedas- Sana retrocedió, sujengando con fuerza la correa de su bolso.

No era fácil descifrar qué estaba pasando por su mente en ese momento. ¿Estaba asustada? ¿Disgustada? ¿Preocupada? Sólo sus ojos hablaban un poco, brillando con melancolía al ver al hombre en tal estado.

3 A.M. | 𝒋𝒐𝒐𝒌𝒚𝒖𝒏 ʰDonde viven las historias. Descúbrelo ahora