27. Pelea

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El rubio sonrió satisfecho, y tiró su chaqueta al suelo.

Silvó, y los otros pandilleros agarraron a mis amigos, apretando sus brazos contra sus espaldas para inmovilizarlos.

Ellos se removieron inquietos, y yo le dirigí una mirada molesta al chico.

-Tranquilo, es que no quiero interrupciones-. Dijo empezando a correr hacia mi, intentando clavar su navaja en mi pecho, pero me moví a tiempo hacia un lado esquivandolo.

Él respiró agitado, acariciando la punta de la navaja con su dedo. -Buenos reflejos-. Rió secamente esperando a que yo atacara.

Quizás si me avalanzaba sobre él, podría coger la llave de su bolsillo, e ir a sacar a Eleanor del cobertizo al final del callejón.

Y nadie tendría que morir.

Corrí hacia él, tirándome encima suya, y metí una mano en su bolsillo comenzando a buscar la llave.

Cuando noté algo metálico en mis manos, sentí una punzada rápida en mi estómago.

Miré hacia abajo, viendo como el rubio sacaba de mi estómago su navaja lentamente.

Rodé hacia un lado, retorciendome de dolor, y el chico se puso encima mía.

Tapé mi herida intentando detener el sangrado. Escuchaba duramente las voces de los chicos gritando mi nombre.

Tosí sangre mientras veía el rostro del pandillero que sonreía divertido. -¿Quién crees que eres para estar aquí? No sé qué mierda te ha visto Marcus, solo eres un idiota que ni siquiera sabe defenderse-. Soltó mientras tiró su navaja a un lado.

-Quizás te deje vivir si..-. Cogí la navaja del suelo rápidamente, y la clavé en su garganta.

Chorros de sangre se dispersaron en mi cara instantáneamente, y empujé el cuerpo a un lado.

Cogí las llaves con las últimas fuerzas que me quedaban.

Dirigí una mirada rápida hacia los chicos. Los pandilleros habían empezado a venir hacia mi, no muy contentos.

Oí disparos, y vi como los pandilleros cayeron al suelo sangrando.

Levanté la vista aturdido, respirando con dificultad. Marcus estaba detrás de los chicos con una pistola.

-¿Qué mierda ha pasado?-. Preguntó alterado corriendo hacia mi.

Se agachó, y vió la profunda herida en mi estómago, abriendo los ojos asustado.

Louis y Liam se habían agachado también junto a mi, mientras que Zayn y Stan fueron al cobertizo a sacar a Eleanor.

Louis me agarró la mano. -Necesitamos irnos-. Habló aterrorizado viendo como mi estómago no paraba de sangrar.

Marcus frunció el ceño, examinandome. -No llegará hasta vuestra zona, se desangrará-. Concluyó incorporándose.

Louis tragó saliva mirándome preocupado.

-Os llevaré hasta una curandera-. Habló Marcus con una voz firme haciendo que Louis reaccionara.

Liam y Louis me sujetaron de los hombros incorporandome, y jadee levemente al sentir la herida abrirse.

Llevé un vistazo rápido a mi estómago. La herida era muy profunda.

Respiré agitado, pestañeando varias veces intentando ver con claridad.

-¿Puedes caminar?-. Preguntó Liam nervioso mirándome preocupado.

Di un paso hacia adelante, y mi pierna tembló levemente haciéndome que casi cayera, pero Louis y Liam me agarraron a tiempo.

-Yo te llevo-. Dijo Louis poniendo una mano en la parte de atrás de mis rodillas y otra en mi espalda, levantándome.

Sollozé agarrando el hombro de Louis fuertemente intentando calmar el dolor.

-Lo se, lo se-. Dijo el castaño frotando mi espalda y siguiendo a Marcus.

▷▷▷

Abrí mis ojos duramente, sintiendo mi cuerpo pesado.

Miré alrededor, era una habitación pequeña con estanterías con medicamentos. Y dos sillas de plástico en cada lado de la cama, en una descansaba Louis, que dormía con la boca abierta, y en la otra Marcus, que miraba el suelo pensativo sin darse cuenta de mi presencia.

-¿Donde estoy?-. Pregunté, dándome cuenta al instante lo rasposa que había sonado mi voz.

Marcus abrió los ojos y sonrió dulcemente. -¿Cómo estás, Harry?-. Cuestionó levantando la cabeza.

-Mejor-. Dije secamente jugando con mis manos. Me seguía doliendo horrible, pero no quería preocupar aún más a Marcus.

-¿Donde están los otros?-. Volví a hablar mirándolo fijamente.

Marcus miró por la ventana. -Están fuera, y muy preocupados por ti-.

-¿Está Eleanor bien?-.

Marcus rió levemente. -Si, está perfecta, no llegaron a tocarle ni un pelo-. Sentenció con una sonrisa sincera.

Me quedé callado durante unos segundos. -Y tú.. ¿no estás metido en problemas por matar a esos chicos?-.

Marcus mordió su labio y rió secamente. -Oh, si lo estoy, pero quizás pueda llegar a un acuerdo-. Movió sus manos sonriente. -Además, si no los mataba, ellos te hubieran matado a ti-. Apoyó sus manos en sus rodillas relamiendo sus labios.

Sonreí negando con la cabeza. -Gracias-. Lo miré suspirando.

Marcus no dijo nada, solo me sonrió en respuesta.

-Oh, por cierto, la curandera dijo que tienes buenos abdominales. Tiene como cincuenta años, pero es bastante guapa-. Rió divertido.

Solté una risa nasal pasando una mano por mi cabeza.

Entonces, escuché a Louis revolverse en su asiento.

Abrió sus ojos sorprendido al verme despierto, y se acercó rápidamente a la cama. -¿Cómo estás?-. Agarró mi mano mirándome preocupado.

Cuando iba a contestarle, Marcus habló.

-Lo vi despertar antes que tú, anakin-. Sonrió Marcus entretenido.

Louis rodó los ojos y resopló. -No me llames así-.

Stan apareció por la puerta, sonriendo al verme. -¿Podemos irnos ya? Gemma va a matarme después de esto-. Dijo con un gesto preocupado en su rostro ligeramente divertido.

▷▷▷


Y efectivamente, Gemma iba a matar a Stan.

O al menos eso parecía, porque le estaba gritando mientras que Lottie la agarraba del brazo tratando de tranquilizarla.

Cuando volvimos al gimnasio, Eleanor me dio un cálido abrazo agradeciendome.

Y Wendy, bueno, no le dijimos que casi me moría desangrado, solo que me hice "pupa" como ella solía decir.

Cuando Gemma se acercó a mi, venía con el ceño fruncido y respirando agitada.

Se agachó y levantó mi camiseta sin previo aviso, viendo la venda en mi abdomen.

Volvió a bajar la camiseta, y me miró fijamente durante unos segundos, para luego abrazarme con todas sus fuerzas.

-¿Porqué siempre te tiene que pasar de todo?-. Suspiró en mi hombro.

Reí levemente agarrando fuertemente la espalda de la castaña y aprecié el dulce aroma que desprendía.

Olía a mamá.

Gemma se alejó con el ceño fruncido, viendo fijamente mi cuello.

-¿Y eso?-. Cuestionó rozando sus dedos contra el moratón.

Tragé saliva relamiendo mis labios.

De repente, oí una tos lejana que resonó por todo el gimnasio.

My last breath {larry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora