Synartiménos

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ψ(`∇')ψ Retomamoooooos!!

Noveno día: Noveno combate [Apolo x Leonidas]

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"Escuché que un dios guerrero le pidió pelear y al ser vencido por el humano, suplicó que considerará su cortejo," comentó una joven ninfa pasando un trapo húmedo por un brazo con una cicatriz a lo largo de la extremidad, el cual se tenso involuntariamente ante el toque, "¿en serio? / ¡nooo!"

"Y-y-yo escuché que muchos dioses desvían sus miradas al verlo pasar sólo para perderse memorizando su figura tan... en palabras de ellos: voluptuosa." Un oído sensible a las palabras a su alrededor demostró un tic nervioso conforme escuchaba a otra ninfa, quien frotaba su espalda y masajeaba sus cansados hombros entre risas airosas. "¡Eeeeh! Dioses... Todos son iguales / ¡Típico de ellos!"

"¡Oh! ¡Pero no creerán lo que he escuchado!"
"¿Qué? Dinos, ¡dinos!"

"Esto lo escuche de una ninfa que lo supo de una súcubo que durmió con un espartano..." Pendiente de las miradas atentas de sus compañeras y; sin saberlo de toda la atención del dios al que servía, la tercera ninfa continuo en un susurro, "dijo que su Rey fue invitado a diversos panteones con la intención de impresionarlo con sus reinos para ¡que acepte propuestas de matrimonio!"

"¡Iaaah! ¡Qué suerte tienen algunos! / ¡Que me inscriban para el próximo Ragnarök!" Apolo, el joven dios del Sol, no contaba con doncellas entre su servidumbre sólo por su belleza; no, también existía la ventaja de una eficaz red de información, lo cual era esencial de poseer para una deidad que se fortalecía al superar las expectativas de otros.

¡Además de conocerse a uno mismo, también era esencial conocer tus alrededores, para superarse con honores!

Sin embargo, cuando le pidió a sus ninfas recabar información pertinente a su rival del Ragnarök, no imaginó que estas serían las noticias que escucharía.

¡No obstante lo entendía muy bien! Se trataba de su hermoso rival Leonidas I -Rey de Esparta y Mayor Rebelde contra el Destino- era imposible que no se sintieran atraídos hacia la inextinguible llama de su existencia y su egoísta forma de vivir.

Sólo había un pequeño, minúsculo e insignificante detalle que los demás dioses parecían estar obviando a propósito, a pesar del mensaje que Apolo hizo transmitir en vivo por El Oráculo Matutino, uno de los programas más populares de los cielos.

El noveno guerrero de la humanidad era suyo y, recalcó, solamente suyo.
(Ignoró los gritos de sorpresa de sus ninfas, sentadas en la orilla de su piscina, ante la repentina cortina de vapor erupcionando cuando se puso de pie de golpe.)

Fue Apolo el primero en apreciar la magnificencia de su rival y, a su vez, el único a quien Leonidas correspondió con la misma intensidad.

¡En las estrellas está profetizado que tendrán una espléndida y hermosa boda!
(De estar presente, Ares resaltaría su tendencia a tomar decisiones sin escuchar a los demás.)

Se llevó dos dedos a su frente para borrar, frotando círculos, su entrecejo fruncido ante las miradas curiosas de las ninfas presentes.

Había algo que lo estaba irritando; relacionado con su humano y la obsesión que otros supuraban por él. Cualquier cosa en exceso podía convertirse en veneno...

¡BINGO!

Eso se traducía en la lenta muerte del tiempo que Apolo y Leonidas disponían juntos, erosionando la hermosa relación que había nacido al final de su batalla.

Paian Apolo -como un dios de la curación- no podía darse el lujo de permitir aquello, debía curar la afección desde su raíz.

Con una nueva ambición con la cual hacer arder su alma, la deidad de cabellos oro rosa se apresuraba para ir en búsqueda del regente espartano, seguido por tres hermosas ninfas que le rogaban se pusiera sus ropajes antes de abandonar su palacio.

Y así sin previo aviso, Leonidas se encontraría teniendo una segunda sombra que exigía toda su atención fija en él para mitigar a la competencia y reavivar la flama de la pasión entre ellos. 

Intenciones OcultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora