Huida

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—Hasta que por fin te encuentro Xichen

—Xingchen... ¿Has querido sermonearme todo este tiempo no?— comenzó Xichen con un tono aburrido mientras se pasaba una toalla por el cabello mojado.

—Hay veces que de verdad no te conozco— se acercó Xingchen con maleta de gimnasio en mano. Apenas iba a comenzar su rutina de ese día. Afortunadamente coincidió con la hora de salida de Xichen. —Después de ese día me comenzaste a preocupar... Este no eres tú

—Ya basta— tomó la toalla y se la colgó en el hombro para plantarse de frente con una pose de alfa dominante. —No empieces. Tú también me presionaste. Ninguno de nosotros en el club somos blancas palomas

—Tal vez tú no y yo tampoco, ¿pero él?

Xichen se dio la vuelta para alejar su malestar por el tema. Claro que tenía algunos sentimientos por Jin Guangyao pero, tras cumplir su apuesta, se dio cuenta de que su fascinación con el chico había disminuido.

Su She y Jin Guangyao entraron al gimnasio y se internaron en la zona de camerinos. Al fondo de esta zona estaban las regaderas y en ellas Lan Xichen conversando con Xiao Xingchen.

—¡¿Qué tiene que ver él en esto?! Yo creo que los que están obsesionados con él son ustedes. Vayan a cortejarlo si es lo que quieren. Yo tengo mejores cosas que hacer— respondió Xichen con brusquedad.

Afuera se escuchó parte del dialogo y Guangyao se detuvo. Sí, reconoció la voz de Xichen detrás de la puerta que separaba los vestidores de las regaderas. Su She sonrió y se quedó junto al chico. Sabía que no necesitaba interferir para demostrar que Lan Xichen no era la persona que aparentaba ser. Se quedaron junto a la puerta escuchando la conversación.

—Te conozco... O bueno, creo conocerte y sé que mentías cuando decías que no estabas enamorado

Su She escuchó las palabras de Xingchen y se burló agitando su cabeza como si le diera la razón. Él sabía que Xiao Xingchen era un romántico y que, aunque se juntaba y apostaba con ellos, no carecía de moralidad justa.

Xingchen continuó ―Seguí esta farsa creyendo que era un simple juego, ¡no creí que de verdad te atreverías a hacerlo... a hacer tanto...

―¿Eso es todo? ¿Viniste hasta mi para decirme tu sentir? ¿Acaso tú no querías el dinero también? Tú también lo intentaste, Song Lan también, ¡incluso Su She!― el lado alfa de Xichen se estaba mostrando, claramente afectado por la cercanía de su omega enlazado, que en el calor de la conversación aún no había notado.

―¡Sí, todos lo hicimos! ¡Pero ninguno se involucró sentimentalmente con él!

La risa burlona de Lan Xichen se comenzó a oír con un toque de eco en los vestidores. Era un fenómeno nunca antes visto. Jin Guangyao se encogió en el momento, esa risa era aterradora pensando que venía de un ser tan claro y puro como Lan Xichen. Su She, en cambio, conocía esta faceta de su amigo. No estaba extrañado, al contrario, quería saber hasta dónde llegaría esa conversación. Se debatía si entrar o quedarse como oyente.

―¿Y quién dice que me involucré sentimentalmente? ¿Yo? ¿Con Jin Guangyao?

El mencionado frunció el ceño y desplegó una de sus manos hacia la puerta, pero se detuvo a centímetros. Anhelaba conocer la verdad, pero le aterraba saber si lo que había vivido era sólo una pantalla de humo.

Xichen continuó destrozando los argumentos de su contrincante ―Él es tan sólo un hijo ilegítimo reconocido. Hasta Jin Guangshan lo oculta de la prensa. ¿Conoces a los demás Jins? No, ¿verdad? Es porque no están a nuestro nivel

Tu pequeña peoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora