CAPITULO 2

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Mentía. Todos mentían. Todo el mundo mentía y traicionaba a los demás, para conseguir lo que querían. Es como funcionaba el mundo. Tae solía creer que la gente era básicamente buena, pero hace tiempo que se alejó de esa ingenua fantasía. Había renunciado a creerla hace meses. Este hombre diría cualquier cosa que necesitase, para conseguir lo que quería. Sólo tenía que descubrir lo que quería, para poder dárselo. Había visto los enormes músculos de este chico y seriamente dudaba sobrevivir, si Seokjin perdía los nervios, algo que todo el mundo hacía en algún momento.

―De acuerdo, necesito que me escuches Tae―, dijo Seokjin. ―¿Puedes mirarme?

Tae no quería, pero la desobediencia tenía consecuencias. Aún se encontraba sanando, de la última vez que no obedeció a Navaja y eso fue hace una semana. No pensaba cometer ese error de nuevo. Navaja no permitía doctores, lo que significaba que tenía que sanar por su cuenta, sin  importar lo mala que fuese la herida. Tae levantó la cabeza y miró a Seokjin, no a los ojos pero esperaba que fuese suficiente, para que no lo golpease. A Navaja no le gustaba que lo mirase directamente a los ojos. Pensaba que era una falta de respeto, que demostraba que Tae no sabía cuál era su lugar, el cual era aparentemente donde Navaja ordenaba. Esa lección le costó una paliza, de la que tardó una semana en recuperarse.

—¿Quieres permanecer con Navaja?

A Tae se le cayó la mandíbula, ante la pregunta. ¿Estaba loco? Quería alejarse de Navaja, más de lo que necesitaba respirar, pero el hombre nunca lo dejaba solo, ya no. Se las había arreglado para escapar unas pocas veces, al principio, esperando conseguir ayuda. Lo encontraron rápidamente y lo llevaron de regreso, pagando por el intento de escape, con palizas que lo dejaron en cama durante días. Pero Tae mantuvo sus labios cerrados, ni siquiera alcanzó el bolígrafo. Después de intentar escapar e ir a la policía, sólo para ser devuelto a Navaja por las autoridades que deberían haberlo salvado, aprendió que nadie iba a ayudarlo a escapar. Navaja tenía conexiones.

―De acuerdo, esto es lo que vamos a hacer―, dijo Seokjin poniéndose de pie y llevándolo con él, mientras se dirigía a la estantería en el lateral de la habitación.

Tae se quedó con la boca abierta, cuando Seokjin hizo algo en el borde de la estantería y la maldita cosa se movió, revelando una escalera que subía hacia arriba. Seokjin los llevó por el estrecho pasillo. Estaban a mitad de camino, cuando la estantería volvió a su sitio y se encendió una luz, iluminando las escaleras. La curiosidad de Tae pudo más que él, cuando llegaron a la segunda planta y levantó la cabeza para mirar alrededor. Estaban en un salón. Seguro, era un salón pequeño, pero aún era un salón. Los ojos de Tae se agrandaron, cuando el hombre caminó a una pequeña barra y lo sentó en un taburete, antes de irse a la cocina.

―Lo primero que vamos a hacer, es conseguirte algo de comida.

La boca de Tae babeaba. No había comido en dos días. Navaja no era muy bueno recordando que Tae estaba vivo, a menos que quisiese algo, y entonces deseaba que el hombre olvidase que siquiera existía. Seokjin era enorme, pero por la facilidad con que se movía y tomaba cosas por la pequeña cocina, parecía que estaba acostumbrado a hacerlo. En sólo un par de minutos, ponía un sándwich y un vaso de leche en frente de Tae.

―Come―, le impuso el hombre, directamente. Tae se quedó mirando al sándwich. Miró a Seokjin. Volvió a mirar al sándwich. ¿Era esto un truco?

―Por favor cariño.

Con las manos temblando, agarró el sándwich y se lo llevó a la boca. Buscó cualquier señal de movimiento, en Seokjin, antes de tomar un mordisco. Si Seokjin hubiese respirado diferente, habría soltado el mordisco y tirado al suelo. Pero el hombre se quedó allí, con los brazos cruzados, mientras lo veía devorar el sándwich. Cuando terminó de comer, se bebió todo el vaso de leche, consciente de lo bueno que era el estar bebiéndola. ¿Cuándo fue la última vez que tomó leche?

WINDY SPRING VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora