CAPITULO 5

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El viaje al hospital, fue relativamente rápido, la espera para ver al doctor incluso más rápida. La lentitud de las pruebas que comenzaron a hacerle a  Tae, parecían tardar una eternidad. Lo pasaban de una habitación a otra. Estuvo en rayos-x y le sacaron sangre, tantas veces, que dudaba que le quedase algo. Le hicieron un examen completo, de arriba abajo, incluyendo "gira la cabeza y tose." La mayoría eran cosas que podía atravesar, pretendiendo que estaba en algún otro sitio, como solía hacer cuando lo usaban.

Los veinte horribles minutos, que tuvo que permanecer allí, desnudo y dejar que la enfermera tomara fotos de sus heridas fue probablemente lo peor. No podía pretender que estaba en ningún otro sitio, porque era demasiado real. La bilis le subía por la garganta, cada vez que le decían que se girase o levantase un brazo, una pierna, doblarse, lo que fuese. En el momento en que lo llevaron a una habitación y le dieron una bata limpia en el hospital, estaba exhausto.

La cálida manta que la enfermera le trajo era como el cielo. Se arropó con ella, desde la barbilla hasta los dedos de sus pies y se hizo una bola en la cama en la que lo dejaron. Cuando abrieron la puerta, un poco más tarde, estaba demasiado cansado para levantar la cabeza. Se tensó cuando una figura grande se acercó a él, hasta que sintió los círculos calmantes en su espalda.

―Hey, Tae, ¿cómo lo llevas?

Tae apartó la manta y dio a Seokjin una pequeña sonrisa. El, también rio.

―El doctor debería de estar aquí, en cualquier momento, para decirnos lo que averiguó sobre tu garganta.

Tae asintió y se acercó a Seokjin. Quería la seguridad que los brazos del hombre representaban. Necesitaba eso en orden para descansar, y Dios, necesitaba descansar. Parecía haber pasado años desde que pudo cerrar los ojos por más de un momento. Mostraba la verdadera naturaleza de Seokjin, al no reírse por la necesidad de Tae o intentar obtener algo de él a cambio. Simplemente lo subió a sus brazos, luego giró y se sentó en una de las sillas junto a la pared con Tae acurrucado en su regazo.

―Cierra los ojos cariño―, dijo Seokjin, con la voz más suave que Tae escuchó jamás, el hombre le frotaba círculos en la espalda a través de la manta. ―Yo te cuidaré.

Tae suspiró y se permitió relajarse contra el gran hombre. ¿Cuándo fue la última vez que había podido relajarse así? No temía que Navaja destrozase la puerta, para llevarlo o para canjearlo por un paquete de cigarrillos. No le preocupaba que el comisario viniese a hacerle un montón de preguntas incómodas. Ni siquiera le preocupaban todas las cosas médicas, que estaban por venir, al hacerle más pruebas. Podía dejarlo pasar. Estaba a salvo. Estaba a punto de dormirse, cuando escuchó un suave ruido y comprendió que venía de Seokjin. El hombre tarareaba una canción. Tae no sabía cuál era y en realidad no importaba. Estaba cómodo, seguro y era todo lo que necesitaba, para calmarse hasta dormir.

**********

Seokjin contuvo la respiración, cuando el cuerpo de Tae se quedó laxo en sus brazos. Por un momento, se preocupó de que hubiese dejado de respirar. Apartó el borde de la manta, para poder presionarle sus dedos en la garganta. El pulso estable que sintió, aceleró su corazón. No comprendía, por qué el hombre, lo tenía tan al límite. Había tratado con gente como Tae antes, abusada, que estaba perdida y necesitaba protección. Pero Tae era diferente. Llegaba a una parte profunda de su interior, que nadie había tocado, Tae era peligroso y lo sabía. Sería demasiado fácil ceder a sus emociones y atacarlo. Ya había sacado cada uno de sus instintos protectores. Honestamente, no sabía si estaba preparado para sentir las otras emociones de nuevo. Tae podía ser su perdición.

Seokjin colocó de nuevo la manta sobre el cuello de Tae y acurrucó al hombre más cerca de su pecho. Se balanceaba hacia delante y atrás, mientras tarareaba alguna melodía que escuchó por algún sitio. No importaba dónde. No había realmente palabras, sólo un tarareo. Y parecía relajar a Tae lo suficiente, como para caer en un profundo sueño. Lo necesitaba. No sabía cuánto tiempo estuvo allí, sentado, antes de que la puerta se abriese y entrara el doctor. El hombre se paró en la entrada viendo la forma en que dormía Tae. La expresión en su cara, decía que no quería despertarlo, pero tenía que hacerlo.

WINDY SPRING VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora