CAPITULO 15

180 32 30
                                    

Tae se quedó con la boca abierta. Se quedó allí de pie, más sorprendido que nadie, cuando vio a su padre inclinarse en la barra y plantar un beso en los labios rojos de Poyd. Su padre estaba besando a alguien. ¡Estaba besando a alguien! ¿Desde cuándo hacía eso? Tae parpadeó. ¿Desde cuándo su padre conocía a chicas? Poyd no era exactamente una chica, pero aún tenía todas las partes implicadas... puede. Tae no estaba seguro y no quería averiguarlo.

―Uh, ¿qué ocurre aquí? ―Tae preguntó, cuando salió de su estupor y se acercó a la barra.

Jungjae dio un salto hacia atrás, como si se hubiese quemado. Poyd simplemente rodó los ojos y siguió secando los vasos. ―Dulzura, si no sabes lo que ocurre aquí, entonces ese chico tuyo, ha estado haciendo un mal trabajo.

La cara de Tae se volvió tan roja como la de su padre. Bueno, no tanto. La cara de Jungjae, estaba prácticamente roja. ―¿Papá?

―Sí, um... ―Los ojos castaños de Jungjae, miraron a la camarera. ―Poyd y yo hemos estado... bueno, nosotros hemos... um...

―Lo que tu padre está intentando decirte dulzura, es que estamos haciendo cambio de aceite.

―¡Poyd! ―Tae apretó los labios para no reír, cuando la cara de su padre se volvió incluso más brillante.

―No estoy diciendo nada que no sea cierto Jae.

¿Jae? Tae se quedó mirando a su padre. Por un momento, lo vio sólo como el hombre que era y no como la figura de padre. La madre de Tae, murió hace años. Sólo eran él y su padre. Y hasta donde podía recordar, el hombre había estado solo. Tae nunca vio que tuviera una cita. ¿Poyd podía ser buena para él? Tae se giró hacia la formidable mujer.

―Ronca si no duerme sobre su lado derecho. Prefiere café de máquina, al instantáneo y echa dos cucharadas de azúcar, sin crema. Odia los champiñones y le encantan las patatas asadas. Tres bebidas y necesita que le quiten las llaves, es un peso ligero. Y tiene un amor secreto, por las películas románticas viejas.

Poyd sonrió, al mirar a Jungjae, sus ojos estaban un poco llorosos. ―Yo también.

―Entonces son perfectos el uno para el otro.

―Hijo. ―Jungjae sujetó el brazo de Tae, antes de que se pudiese alejar. ―¿Estás bien, con esto?

Tae sonrió, al mirar a las dos ansiosas personas. ―¿Te hace feliz?

Jungjae parpadeó, como si no hubiese esperado la pregunta. ―Sí.

―Bueno, siempre y cuando te haga feliz, ―Tae miró a Poyd, ―y tú la hagas feliz, no tengo ningún problema.

Tae sonrió, cuando la tensión desapareció de los hombros de su padre. ―Sería estupendo, que te mudaras aquí, a Windy Spring, en vez de tomar un vuelo cada dos semanas. Te echo de menos cuando te marchas, y estoy seguro de que Poyd también.

Poyd bufó, lo que no era un sonido atractivo en la mujer, pero era comprensible. ―Ahora, llevo un mes diciéndole lo mismo al viejo testarudo.

―Bien, dejo en tus manos el que lo convenzas. ―Tae necesitaba irse, antes de que empezaran a hacerse ojitos, otra vez.

Adoraba a su padre y de verdad no tenía ningún problema si salía con Poyd. Pero no quería los detalles. Seokjin iba a enloquecer. Tae fue a toda prisa por el pasillo, hasta la oficina de Seokjin. No podía esperar a irse de lengua. No era un cotilla, pero esto era muy grande... su padre y la camarera de Seokjin... ¡wow! Tae agarró la manija y abrió la puerta, entrando, cuando la gruesa madera se abrió.

―Seokjin, nunca vas a... ¿qué hace él aquí? ―graznó, a causa del temor que obstruía su garganta.

Nunca pensó que volvería a ver a Hajoon de nuevo. Tener al hombre sentado despreocupadamente, en la oficina de Seokjin podía hacer que saliera corriendo. Agradecía que el hombre le hubiera salvado la vida, pero Hajoon aún era un motero y salía con esa ruidosa multitud que Seokjin quería que evitase.

WINDY SPRING VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora