CAPITULO 9

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El estómago de Seokjin se encogió, cuando miró hacia su oficina. Había pensado que Tae bajaría y se le uniría un poco, estaba un poco desanimado porque no lo hiciese. Le gustaba pasar el tiempo junto al hermoso hombre. Tae tenía un mordaz sentido del humor y era más listo que la mierda, aunque todo lo que decía tuviese que ser escrito en la libreta. Aún mostraba su punto de vista. Seokjin esperaba pasar más tiempo con Tae en el futuro, llegando a conocerlo mejor, bajo condiciones controladas. Bajo supervisión sonaba frustrante, pero no era necesariamente una mala idea. Tenía que hacer algo para evitar su constante deseo de tocar al hombre. De acuerdo, honestamente, sabía que nunca ocurriría, lo que era exactamente por lo que necesitaba un chaperón. Necesitaba a alguien que estuviese presente y posiblemente golpeara su cabeza, cuando su deseo por Tae sobrepasara su sentido común. Seokjin alzó los hombros, mientras se miraba las manos secándolas con una toalla. Si era honesto, al menos consigo mismo, su deseo por Tae no iba a desaparecer pronto, o nunca. Había pasado demasiado tiempo con el hombre, para saber que Tae era prácticamente todo lo que Seokjin había soñado, hasta sus preciosos dedos de los pies.

No estaba seguro de que Tae, estuviese preparado para estar con alguien como él. Era más que burdo. Habiendo pasado la mayor parte de su vida recorriendo las calles, sabía más sobre luchar que sobre ser amable. Y Tae necesitaba gentileza. Seokjin era más del tipo de golpear a alguien, o arrojarlos por la ventana, que de intentar solucionar las cosas de una manera pacífica. Era propietario de un bar en el que, aunque la mayoría de los locales venían a relajarse, se podían desmadrar en alguna ocasión. Había pertenecido a un club de motoristas durante años, ganándose el rango de primero al mando. No, mandar a Tae a que se quede con el comisario, era lo mejor que podía hacer por el hombre. Era lo único que podía hacer. Tae se merecía una vida sin amenazas de peligro o violencia, y eso era prácticamente todo lo que conocía Seokjin. Un grito rasgó el aire, cortando la música como si fuera un cuchillo. Los ojos de Seokjin se lanzaron hacia el frente del bar, donde parecía estar ocurriendo una conmoción. Arrojó la toalla sobre la barra y salió rápidamente de detrás de ella corriendo a la puerta.

—¡Atrás! ―Gritó, cuando vio al hombre sangrando, tumbado en el suelo.

Seokjin se arrodilló junto a él, sin estar seguro de donde tocarlo, o si debería hacerlo. Dios, rogaba que no fuese una pelea con cuchillos. El hombre en el suelo, se agarraba el pecho con su mano, respiraba con dificultad. Tenía una mejilla magullada y sangre seca en el lateral de su cara.

―¿Qué ha ocurrido? ―Seokjin intentó preguntar, con una voz no amenazante.

―Accidente. ―El hombre gimió, al moverse, levantando la mano. El miembro parecía destrozado. ―Salimos de la carretera, el coche dio vueltas de campana. Se han llevado a Tae. ―El hombre rubio afirmó. ―Escuché motos.

―¡Poyd! ―Seokjin gritó y se puso de pie, dirigiéndose a su oficina a paso rápido. ―Quédate con él y llama a los paramédicos y al comisario.

Seokjin dudaba haber corrido más rápido en su vida. Le tomó meros segundos, llegar al pequeño apartamento tras subir las escaleras. Supo cuando el hombre sangrando mencionó a Tae, que no estaría allí, pero tenía que mirar. Sólo que no comprendía por qué no estaba allí. Debería haber estado. Aquí estaba seguro. ¿Podía haber huido Tae, por lo que había ocurrido entre ellos? Seokjin se enfermó del estómago, cuando comprendió que era muy posible. No sabía qué pensar. Su temor por Tae, sobrepasaba todo. Apenas podía respirar. Bajó rápidamente las escaleras y corrió pasando su oficina, hasta llegar a la barra. Sacó su teléfono y mientras salía al acecho, en la ahora vacía zona de baile. En el momento que respondieron, comenzó a hablar.

―Se han llevado a Tae.

―¿Y eso, en qué me concierne?

Seokjin quería atravesar el teléfono y envolver sus dedos en la garganta de Hajoon. ―Porque voy a matar a Navaja, en el momento que ponga mis manos sobre él.

WINDY SPRING VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora