CAPITULO 8

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Tae no sabía cuánto tiempo llevaba allí sentado, pero vio como el sol se ocultaba tras las montañas y la oscuridad lentamente cubría todo. Escuchaba los vehículos parar frente a la taberna y escuchaba la música, que provenía desde abajo Su mente, era en el mejor de los casos, caótica. Quería quedarse, pero sabía que tenía que irse. Seokjin no lo quería aquí y él no quería quedarse con extraños. Su única esperanza, era llegar a la comisaría y pedir usar el teléfono, para llamar a casa. Su padre vendría a por él, tan pronto como supiese donde se encontraba. Bajó de la cama y fue al armario de Seokjin. Odiaba tomar algo sin pedirlo, pero estaba seguro de que, si Seokjin sabía que se iba, el hombre intentaría detenerlo. Y alejarse de Seokjin, estaba en lo alto de la lista de cosas para hacer. Tae rebuscó, hasta que encontró un par de deportivas, una sudadera y una chaqueta. Ambas le quedaban grandes, pero lo mantendrían caliente y el largo de las mangas, calentaría sus manos. Agarró una gorra de la estantería y se la puso cubriéndole la cara. Una vez vestido para salir al exterior, bajó silenciosamente las escaleras a la oficina de Seokjin. Se quedó sorprendido, al encontrar la puerta abierta. Si recordaba correctamente, la puerta se cerraba una vez que alguien la atravesaba. ¿Por qué estaba abierta?

Tae se asomó por el marco de la puerta y miró hacia abajo, a las escaleras. La oficina estaba vacía, de nuevo, algo no parecía estar bien. No sabía lo que ocurría y no estaba seguro de tener tiempo para quedarse a averiguarlo. Tae se movió a la puerta que llevaba a la taberna. La abrió solo un poco y se asomó por la rendija. La vida en la taberna era muy movida, como cada noche desde que llegó allí. La gente entraba y saludaba a los amigos, pedía bebidas y normalmente pasaban el rato. Nada parecía estar fuera de lugar, pero Tae no podía alejar la sensación. Algo ocurría. Tae salió de la oficina y cerró la puerta tras él. Mantuvo su cabeza agachada, mientras andaba por el borde de la pista de baile, frente a la multitud de la barra. Se congeló, cuando escuchó la voz de Seokjin sobre el ruido de la multitud y la música country. El hombre tenía que estar cerca. Y sonaba enfadado, gritándole a alguien con una voz, que no dejaba dudas de que estaba enfadado por algo.

Tae tragó duro y levantó la cabeza, para buscarlo entre la multitud. Localizó al hombre yendo hacia la oficina, y supo que si no se daba prisa, nunca conseguiría salir. Agachando de nuevo su cabeza, se dirigió a la puerta de la entrada. Se abrió cuando llegó allí. Tae pasó empujando a quien fuese que entraba y salió rápidamente a la noche. Bajó deprisa los escalones de la taberna y fue al aparcamiento entre dos coches. Tae paró y miró a ambas direcciones en frente de él. Recordaba recorrer la zona, en la parte de atrás de la moto de Navaja, desde la derecha, lo que significaba que tenía que ir a la izquierda para llegar a Windy Spring. Miró una última vez al ruidoso bar, antes de alejarse del aparcamiento hacia la calle y comenzó a bajar la carretera. No tenía ni idea de lo apartado que estaba el pueblo de Windy Spring, pero esperaba que no estuviese muy lejos.

Tan oscuro como estaba, las sombras se veían amenazantes y peligrosas y lo hicieron temblar. Pero no tenía miedo. Estaba nervioso, eso era. Los nervios le daban la sensación, de no estar solo en el camino. Según desaparecía el sonido del bar, se preguntaba si tomó la decisión acertada. Podía haber pedido usar un teléfono en el bar, en vez de despegar. Tae se alejó un poco de la carretera, cuando un coche se acercó por detrás. Su corazón saltó a su garganta, cuando el coche disminuyó de velocidad y paró, las luces traseras iluminando la zona con un tono rojizo. Cuando el pasajero abrió la puerta, Tae miró el camino que había recorrido y luego al coche. Obviamente no era Navaja, porque el motero ni muerto montaría otra cosa, a parte de su moto. Pero eso no significaba que quien fuera, no tuviese intenciones nefastas. Tae había aprendido a desconfiar de todo el mundo. Se tensó y dio un paso atrás, cuando la puerta del conductor se abrió y salió un hombre, mirándolo.

—¿Necesitas que te lleve? ―El hombre gritó. ―Me dirijo a Windy Spring.

Tae con dudas, dio un paso hacia el coche, otro y luego otro, hasta que estaba junto al vehículo, al lado opuesto del extraño. El hombre parecía agradable, pero las apariencias podían engañar. Tae se quedó mirando. ¿Qué se suponía iba a decir cuando no podía hablar?

WINDY SPRING VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora