Miré su rostro esperando a que fuera una mentira, un chiste o quizás solo quería burlarse de mí.
Pero se veía tan serio, no había rastro alguno humor, me miraba de esa forma como si quisiera comerme con la mira. En sus ojos se le veía la nostalgia, odio y amor. Era bastante confuso la verdad, no tenía sentido lo que acaba de pasar y lo que él me dijo, la situación era insólita.
Mis labios se entre abrieron un poco para obtener más oxígeno, estaba tan nerviosa qué mi respiración comenzó a acelerarse, sentía como el flujo de sangre circulaba más rápido y con más contidad qué mi mejillas estaban de un tono rojizo intenso.
— N-No entiendo a qué te refieres, yo no puedo ser ella, no es posible.
— Tampoco creí que volvería a encontrarte pero así fue, es posible — sus ojos miraron directamente a los míos — los humanos pueden reencarnar tantas veces como quieran y tú... No lo hiciste, está es la primera que reencarnas desde tu última vida.
— ¿Y por qué yo no lo hice? — agaché la mirada.
Estaba incomoda y nerviosa en este momento, él no se apartaba de mi cuerpo y tampoco sabía que hacer para que se quitará encima de mí.
¿Cómo... Hago para que no se moleste? Quiero mi espacio, siento qué me está asfixiando, después de todo lo que me hizo ¿Por qué confiaría con él ahora?
Subí mi mirada despacio y apreté mis labios con fuerza. Él retrocedió, parecía verse indignado, quizás algo dije o hice.
Su mandíbula se tensó y su rostro se endureció, su mano se acercó hacia un mechón qué tenía en mi cara y lo retrocedió atrás de mi oreja.— Entiendo qué fui un idiota, pero no te haré daño.
Suspiró y se cruzó de brazos mientras daba un paso hacia atrás, inclinó su cabeza ligeramente hacia el costado y miró a los ojos.
— La verdad es que no tenía la intención de volver a encontrarte. — apretó los labios y tensó su mandíbula — no he estado con nadie más de esa forma desde hace muchos siglos. Y supongo que la primera impresión que dí no ayuda mucho.
— ¿De qué forma? — levanté una ceja — ¿no crees qué es obvio que pienso tan mal de tí?
— Lo sé y lo entiendo. — sus ojos se dirigieron a mis labios — en tu vida anterior, nosotros éramos amantes pero fue... Difícil — su rostro se tensó.
— Clavé mi mirada en él y arqueando mis cejas suavemente con asombro — ¿Eramos novios? ¿Y qué hay de Horus?
Su expresión, se podía ver lo furioso qué estaba desde que pronuncie su nombre. Frunció su ceño y gruñó por lo bajo. Su cuerpo se endureció y se acercó a mí apoyando una mano a un lado de mi cabeza.
— ¿Qué hay con él? — se acercó a mis rostro a centímetros de mi labios — ¿Qué fue lo qué él te dijo?
Mi corazón empezó a golpear con fuerza, sentía como mi sangre se acumula en las mejillas tornándose de color carmesí, lo miré a los ojos e intente esquivar su mirada, me erizaba la piel. Su mirada es muy intimidante, bajé mi mirada a sus labios y apreté mis labios transformándolo en una sola línea.
Se escucharon golpes en la puerta y miré en aquella dirección velozmente.
Él apoyó su mano en mi cadera ejerciendo presión, me agarró del mentón y negó con la cabeza.— Hija, ya está tu prima abajo esperándote, ya estas lista? Apresúrate.
Escuché como el sonido de los pasos se hacían casi audibles.
Miré sus manos y sentí como una electricidad recorría por todo mi cuerpo, la sensación extraña en mi estómago era como si se estuviera retorciendo y pequeños insectos estuvieran revoloteando. Su calor me estremecía el cuerpo.
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Sangre Egipcia (en curso)
أدب المراهقينBerenice una chica de 17 años lleva una vida normal y tranquila con sus amigos Kyros, Kaiden y Cassie hasta que un día van a un viaje estudiantil a Egipto qué cambiará sus vidas, pero Berenice nunca ha estado sola, dos dioses llamados Horus y Anubis...