Capítulo 8

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Quizás reencarne para una mejor
vida pero acá estamos,
repitiendo los mismo errores
del pasado, supongo que
a veces dejar de lado aquella
conexión única es imposible, aunque
tal vez sea quimérico y sea cierto
tipo de manipulación por él, por ellos. Siendo tan inocente
e ingenua para su beneficio desde
el principio de mi
creación.

¿Qué pasaría si tu alma gemela quien
conociste en otra vida
terminara siendo algo fatídico?

¿Qué pasaría si tu amor imposible simplemente no fuera lo que creías?

Y si te dieras cuenta que solo eras tan solo un peón en su
maldito juego de ajedrez donde solamente esperas a que acabe
su última movida para poder
descifrar si vives o mueres
a su merced.

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Mis ojos se clavaron en el rostro de Horus en busca de respuesta a lo que acababa de decir Anubis. — ¿A qué se refería con eso?

— ¿Qué quiso decir con eso?

— Entiende que no fue mi culpa, no es como él lo dice — soltó con voz suave.

— Claro que lo fue, lo desafiaste y causaste su muerte. — dijo Anubis de mala gana.

Otra vez está mierda, me tienen harta con tanto drama y misterio.

La expresión de mi rostro cambió en segundos, fruncí ambas cejas con enojo y amargura, suspiré y solté una risa burlona e irónica.

— ¿Saben que esté jueguito hay entre ustedes dos me colma la paciencia, no?

Mi bolso empezó a vibrar pausadamente, abrí mi bolso y se escuchó claramente el tono de llamada de mi prima, lo tengo personalizado para saber quien me llamaba.

Seguramente estaba preocupada, me fui sin decirle nada, querrá saber donde me encuentro. Todo el lugar sigue en plena penumbre, me giré en dirección hacia la casa y por las ventanas se podía ver luces de flash de celulares.

Contesté la llamada, aunque no podía oírla, solo lograba escuchar ruidos agudos y su voz entrecortada.

— ¿Giulia? No puedo escucharte, ¿qué sucede? — solo podía oír interferencia.

Bloqueé mi celular, lo guardé en mi bolso y me dirigí hacia Anubis con cólera. Recordé que anteriormente había manipulado mi celular sin esfuerzo alguno. Seguramente por su culpa todo el lugar estaba a oscuras y en silencio.

— ¿Qué fue lo que hiciste? Regresa la maldita electricidad — solté con furia y mis ojos buscaron los de él con amargura.

— ¿Qué? — se acercó a mí lentamente y se agachó un poco para estar cerca de mi rostro —. tenía que llamar tu atención, ibas a caer en las mentiras de mi estúpido hermanito — sus ojos miraron mis labios y me dió una media sonrisa ladina de forma coqueta —. Yo sé que realmente no lo querías a él.

— Solté una risa burlona y sarcástica — ¿tú que sabes? Ahora no tengo tiempo para ustedes dos — señalé a Horus — no interfieras si me ves con alguien más, dejenme paz por hoy. — dije con rabia mientras salía disparada hacia la casa.

Agarré mi celular y puse el flash, entré por la puerta trasera y el crujido qué provenía del piso llamó mi atención, apunté el flash en aquella dirección y había trozos de vidrios esparcidos en distintas partes del suelo.

Sangre Egipcia (en curso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora