Capítulo 4

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08:30 a.m 20 de abril

Me desperté por el ruido de la alarma, los rayos del sol que entraba por la ventana me encandilaban. Me tapé hasta la cabeza para que las frazadas bloquearan la luz, necesito oscuridad.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe, era mi madre, seguramente para levantarme.

— Hija, levántate qué vamos a llegar tarde, vestite así nos vamos — se apoyó en la puerta.

— Es muy temprano — me destapé y froté mis ojos.

— Cuando regremos puedes dormir sí quieres, vamos a desayunar de camino al museo — dijo eso mientras salía de la habitación y cerraba la puerta.

Resoplé y me senté al borde de la cama, estiré los brazos y bostecé. Sebak se acercó a mí ronroneando y apoyó su cabeza en mis piernas.
Acaricié su cabeza y me levanté de la cama, me acerqué al ropero y vestí rápido con un Jean negro y una camisa a cuadros de color de roja, me arregle el pelo y me lavé los dientes.

Al terminar, me acerqué a la ventana y vi el cielo. El clima es demasiado extraño, es como si no hubiera rastros de la tormenta de anoche, está demasiado tranquilo, a penas qué había una brisa, tampoco había muchas nubes solo se podía ver el sol.
Me acerqué al espejo y me maquillé un poco para lugar bajar, me dirigí a la puerta pero Sebak estaba enfrente de la puerta sentado viéndome.

Lo cargué, lo dejé en la cama pero empezó a maullar y corrió hacia a la puerta otra vez, en el mismo lugar.

¿Qué le pasa?

Lo cargué y bajé con él, le dí un beso en la cabeza y lo acomodé en el sillón. Sebak empezó a frotarse contra el almohadón del sillón ronroneando y se acostó estirando su cuerpo.

— Buenos días cariño ¿ya estás lista? — me miró mi abuela sonriéndome.

— Buenos días — la abracé y le di un beso en la mejilla — si, ya podemos irnos.

— Esta bien, conduce tu madre, vamos a buscar unos lattes así despues vamos al museo — me abrazo fuerte y se dirigió a la puerta.

Fui directo al auto y subí a la parte trasera del auto, me apoye en la ventanilla, agarré mi celular y conecté mis auriculares por Bluetooth, sonreí al ver los auriculares, me hizo acordar cuando Kyros me los regalo. Me acomodé el cinturón y puse Spotify para escuchar "for your love" de maneskin.

Al pasar unos minutos llegamos a una cafetería llamada "Gli amori greci"
qué estaba ubicada cerca del centro de la ciudad, es muy grande y con ventanales grande con vidrios polarizados. Al entrar sentí un fuerte aroma a café y a medialunas, las paredes estaban pintadas de color marrón claro y blanco; en algunas columnas tenían cuadros grandes de pinturas de paisajes; cerca del mostrador había un cuadro grande de una pintura de naturaleza muerte con colores acromáticos donde sólo se podía observar una taza de café con muchos gramos de café esparcidos por todo el lugar.

Mi abuela nos llevó a la mesa donde se sienta regularmente cada vez que viene a éste lugar, cerca de la ventana con la vista hacia la ciudad, encima de la mesa había un centro de mesa con flores y una nota escrita qué decía "Godetevi il nostro servizio, sentitevi a casa".
Uno de las camareros nos vio desde lejos y se acercó a nosotras, nos dejo las cartas a cada una de nosotras y sonrío.

— Buenos días, tómense el tiempo que necesiten, regresaré en un instante, cualquier duda que tengan pueden preguntarme, no hay problema. — me miró y se dirigió hacia una mesa un poco lejos de la nuestra.

La verdad es bastante atractivo, parecía ser mayor que yo al menos solo por unos pocos años o quizás tengan mi edad, soy bastante mala para calcular la edad de las personas.
Mi madre y mi abuela hablaban sobre lo que iban a pedir pero yo todavía no me decidía qué era lo quería, creo que pediré lo mismo que mi abuela, un capachino italiano con unas medialunas.

Sangre Egipcia (en curso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora