Capítulo 6

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— ¿Horus...? ¿Estas siguiéndome?

Te estoy cuidando, eso es todo. ¿Tenías dudas, no es así?

Aún tenía esa punzada en mi cabeza, la presión que sentía era cada vez más intenso, presioné mi mano contra mi frente y cerré los ojos con fuerza.

¿Qué me sucede? ¿Me estaré enfermando?

Tengo que buscar un lugar donde pueda descansar.

Miré al rededor en busca de un asiento o algo donde me pueda apoyar, necesitaba descansar después de lo que me acababa de ocurrir. No encontré lugar alguno donde pudiera relajar mi cuerpo con tranquilidad.

— Dejame ayudarte, puedo explicarte qué es lo que ocurre con tu cuerpo. Intenta caminar hasta el baño, ahí puedo ayudarte.

Caminé despacio hacia al baño, mi mano aún seguía ejerciendo presión contra mi frente, era doloroso y molesto. Miré a mi alrededor y las personas aún seguían sacando objetos del museo — me pregunto si habrá más regalos de ellos hacia cleopatra, si es que así fue la historia.

Sentía una presencia atrás mío, como una vibra pesada y peculiar. Percibía una mirada en mi cabeza, tenía la impresión de que era Horus.
Al pasar por una ventana abierta, una pequeña brisa recorrió mi cuerpo y un aroma llego hacia mis fosas nasales, ese olor... Se me hacia familiar, era muy parecido a... Anubis, es muy exquisito.
Aunque tenía una pequeña mezcla de menta, algo curioso para mi gusto.

Al llegar al baño, abrí la puerta con cautela y di un vistazo, necesitabamos privacidad no podía haber un alma humana en este lugar, solo la mía. Miré por debajo de cada cubículo del baño para saber que no había nadie, cuando me aseguré de que estábamos solos trabé la puerta del baño y me apoyé en el lavabo.

— Sé que estás enfrente mío ¿podrías mostrarte? — dije secamente.

Bien, lo haré.

Su cuerpo apareció frente mí, se veía igual que la última vez. Sus ojos miraban directo hacia los míos y se inclino hacia mí apoyando su mano a un lado de mi cadera.
Miré su mano rápidamente y sentí un cosquilleo en mi estómago, creo que son aquellas "mariposas". Mi cuerpo no se siente tranquilo con él, estoy muy nerviosa, creo que mi cuerpo me avisa qué es peligroso.

Aquel dolor de mi cabeza se detuvo por completo.

— ¿Qué se supone qué haces? — dije alejándome de él.

— No haré nada que no quieras, tranquila, no soy peligroso. — dijo poniendo la mano en su corazón — además, querias respuestas.

— Hm.... Bien, dime de todo lo que está pasando. — cruce mis brazos y apoyé el peso de mi cuerpo en una pierna inclinando mi cadera hacia un lado.

— Miró mi la pose qué adopte y rió bajo — ¿estas molesta? — se cómodo a mi lado y suspiró — es una larga historia, pero puedo contarte una parte.

— Frunci mis cejas y lo señalé — tú vas a decirme todo lo que esta ocurriendo, merezco saberlo — dije levantando la voz de mala gana.

— Relajate, puedo mostrártelo cuando duermas es difícil de explicarlo de esta forma, solo puedo explicarte porque ocurre eso — señaló mi cabeza — los humanos tienen una glándula pineal, es un portal donde se encuentra el alma. Hace mucho tiempo, los humanos tienen su la glándula pineal muy desarrollada a tal punto que podían vernos y escucharnos perfectamente, pero con los años esa habilidad se perdió y se solidifico. — se acercó hacia mi rostro, toco entre medio de mis cejas
y subo unos centímetros arriba — te duele porque tu cuerpo está regresando a como era antes.

Sangre Egipcia (en curso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora