Veinte

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Semanas después.

-Taemin.

Escuchó el lejano susurro en su oído, su mente estaba tan dormida y descoordinada que el latido doloroso del dolor palpitaba en su cráneo. Sentía la piel ardiente por completo. Quemaba, las fuerzas eran evaporadas en su anatomía con lentitud. Su cuerpo reaccionaba de forma tarde ante el llamado lejano de aquél nombre. Su nombre.

-¿Tae... Taemin? -gimió despacio sus labios, su voz misma se escuchó rasposa, tan débil. Sus ojos se abrieron a la intemperie fría, tan solitaria que la oscuridad misma de la habitación lo cansó más. Y lo vio ahí, sentado al final de la cama donde estaba descansando. Sus orbes observaron las heridas curadas, las mordidas, traía una remera vieja de color blanco, las telas que rodeaban sus cortes, las mordidas y las deformaciones lo cubrían por completo, de su brazo, la única piel visible eran las de sus manos sonrrosadas, rojas y frías por el invierno.

-Taemin... -susurró, y los ojos del chico se cubrieron de lágrimas. Intentó levantarse y un mareo profundo lo golpeó con fuerza, su mano automáticamente viajó a su cabeza, notó la humedad, la gasa que rodeaba su cráneo. Sus ojos quedaron petrificados cuando observaron aquella sangre roja e intensa-. No hagas fuerza. Solo... Fue un golpe duro, debes descansar.

-¿C... Cuántos... Cuántos días llevo... Así? -preguntó mareado. Minho lo recostó en la cama.

-No es importante ahora. Descansa -Taemin cayó sobre una almohada cómoda, su cuerpo se relajó en aquella cama. Observó a Minho retirarse, no recordaba la razón por la cual estaba ahí. Sólo quería hundirse en las sábanas cubiertas de aquél aroma tan familiar. Quería soñar y descansar en el lugar donde fue tomado por primera vez. Esto era lo que quería.

Sin embargo, los latidos en su corazón estaban serenos. Escuchaba la voz de Minho en la habitación principal, miró nuevamente a su alrededor. Notó la gasa y las telas cortadas, la sangre en los tarros y la ropa sucia que había traído desde hacia semanas.

Minho había cuidado de él. Finalmente, pudo volver a aquellos tratos, sus ojos brillaron y una sonrisa débil se presentó en sus labios. Estarían bien, volvería a ser su cachorro. Y esta vez se encargaría de complacerlo.

Se levantó, con el corazón ardiendo de una alegría precoz. Puesto que el mareo lo abofeteó con rapidez al levantarse, su cuerpo se impulsó para adelante y sus manos evitaron que se diera la cabeza contra la pared. Sus fuerzas se limitaron en un paso y tuvo que quedarse unos minutos respirando con dificultad. Cuando accedió a sus energías se apoyó contra la pared cojeando con lentitud y evitando que su pierna mutilada hiciera contacto con el suelo, lentamente avanzó hasta el baño, cerró la puerta y se preparó para el golpe emocional que iba a recibir.

Sus ojos vieron el reflejo de un chico destruido de forma física. Su piel estaba de un tono gris y el cabello que colgaba despeinado sobre su frente estaba sucio. La gasa que rodeaba su cabeza le molestaba, lentamente sus manos fueron al nudo y lo desarmó.

El cabello estaba cortado, la sangre seca lo bañaba, duro y grasiento. La herida lo estremeció por completo, era un pequeño tajo de cuatro centímetros, estaba cerrado, cosido. Sus dedos no se atrevieron a tocarlo, sus ojos se apartaron, la impresión, sus manos le temblaban de tal forma que quiso llorar. Se tapó la herida, recordando los hechos que habían ocurrido para que todo eso pasara.

Recordó haberle rogado. Haberle gritado algo que lo sacó por completo de sus casillas... Recordó su mirada, estaba tan fría, tan distante y cínica. La sangre, los mareos y los golpes. La navaja que traía en manos. Los cortes.

La firma de Minho.

Rápidamente se quitó la remera. Su corazón se detuvo por unos segundos ante el frío que le recorrió por el cuerpo. Sus manos temblaban, las lágrimas cayeron por sus mejillas. Los dedos temblorosos, tímidos y llenos de terror recorrieron el pecho cubierto de cortes, no podía contarlos, sus ojos se perdían en cada herida, en la sangre seca en rasguños. En esas letras. Aquella palabra.

En su pecho, mutilado, cortado.

Animal. Animal.

Retrocedió, chocó contra la pared y los latidos de su corazón se aceleraron. Tomó el pomo de la puerta, sin despegar la vista de aquella cosa reflejada en el espejo. Su mente se mareó cuando salió del baño, aturdido. Corrió como pudo, chocando contra las paredes, sus lágrimas no lo dejaban ver bien. Cuando llegó a la habitación principal cayó al suelo. Llorando con fuerza.

-Minho... ¡Minho!-levantó la mirada, y sus arcadas y sollozos se detuvieron al ver el cuerpo de alguien más acostado en el suelo. Sus manos y pies estaban atados con alambres, y la boca cubierta de una tela vieja. Taemin recordó el primer día que estuvo ahí, el día que despertó y fue despojado de sus derechos como humano.

-Te he dicho que te acostaras-lo escuchó hablar, Minho traía la cazadora, estaba tan pálido que las heridas del rostro resaltaban con fuerza, las manos de Taemin temblaron cuando Minho viajó su vista de él a la persona sobre el suelo-. Taemin... Veo que ya conociste a la cosa infeliz de ahí.

-Minho... -Taemin no podía despegar la mirada de aquél cuerpo. Sus ojos viajaron por la anatomía, era pequeño. Era un chico pequeño-. Es... Es un niño.

Escuchó la risa de Minho, sus pasos, sus suaves manos posarse en su hombro. La mirada de Taemin se perdió en el rostro fino del chico, el cabello rubio despeinado, los ligeros rasguños en la piel. Su cuerpo delgado.

-Tae... Míralo, ¿No es bonito? -susurró despacio-. Era un infante cuando lo vi por última vez. Cuando era joven, cuando era el animal que tú tanto anhelas conocer.

-¿Qué?

-Es el hijo de quien me hizo esto, Tae-le confesó, Taemin lo miró a los ojos. Minho sonreía suavemente-. La sangre de aquél bastardo corre por sus inútiles y pútridas venas.

-¿Qué... Qué piensas hacer con él?

Minho lo miró, acarició el rostro de Taemin con suavidad.

-Taemin... Cachorrito estúpido... Tú ya no sirves... ¿Entiendes? Olvidaste quién eres -Taemin arrugó el entrecejo, tomando de los brazos a Minho.

-No... No Minho. Yo soy tu cachorro. Soy tu animal -susurró con un nudo en la garganta-. S... S-soy tuyo.

-Tae... Él es Jimin... -sentenció, Taemin notó los ojos cubiertos de satisfacción. De maldad que Minho tenía-. El principal y único animal al que quiero destruir.

-¿Q... Qué?

-Mi nuevo animal... Taemin.

Violencia Animal (adaptación 2min)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora