Epílogo.

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Las lunas brillaban en el horizonte del planeta, pintando el cielo de tonos azules. La cápsula había estado ocupada durante días mientras Maxine trabajaba incansablemente en cambiar los resultados de las investigaciones sobre la ambrosía, todo esto en la noche, cuando todos dormían y ella debía trabajar horas extras por el bien de la mayoría. Jimin y Jungkook habían colaborado estrechamente, no habían dejado de trabajar secretamente. La confianza se había restablecido entre ellos poco a poco, y cada día parecían un paso más cerca de su objetivo principal, que era restaurar la comunicación con la Tierra.

Esa noche, Maxine finalmente dio un suspiro de alivio y se giró hacia Jimin y Jungkook, que esperaban ansiosamente noticias. Era de noche, llevaba durmiendo pésimamente mal, pero si ella no interfería, nadie más lo haría.

— Lo logramos. He cambiado los resultados de las investigaciones de la ambrosía. Ahora, parecerá que su consumo tiene efectos negativos en la salud humana, lo que debería disuadir a cualquiera de explotarla.

Jungkook asintió, agradecido por la habilidad de Maxine y su voluntad de ayudar. Podía notar la fatiga en su rostro, las grandes ojeras y su cabello despeinado, el cual casi nunca llevaba suelto.

— Gracias, Maxine. Has hecho un trabajo increíble. Esto nos dará la oportunidad que necesitamos. Eres una mujer impresionante, el humano más inteligente que he tenido el placer de conocer.

Jimin se acercó a Maxine y la abrazó con gratitud. A veces parecía que abrazarse entre compañeros de tripulación era imposible, un acto de debilidad que no era del todo apropiado, pero necesitaba hacerlo porque se lo merecía.

— Estamos en deuda contigo, Maxine. No puedo agradecerte lo suficiente.

Maxine sonrió, emocionada por haber podido contribuir a la causa. Dejó escapar una carcajada de absoluta felicidad, ella no aguantaba más de cansada, pero siempre podía dar un poco más de sí misma.

— Estamos juntos en esto. Ahora, es hora de intentar restablecer la comunicación.

Los tres se dirigieron al centro de control de la cápsula, donde Jimin y Jungkook trabajaron juntos para reiniciar los sistemas de comunicación con la Tierra. La tensión en el aire era insoportable mientras esperaban ansiosamente cualquier señal de respuesta. Todas las noches hacían lo mismo, con la esperanza de que todo funcionara, pero curiosamente estaba siendo más difícil de lo esperado el restablecer la conexión.

Las luces tenues iluminaban la sala de control de la cápsula, creando un ambiente tenso. Maxine se mantuvo al margen, observando con interés mientras Jimin y Jungkook se sumían en la compleja tarea de reiniciar los sistemas de comunicación con la Tierra. Habían pasado noches enteras haciendo lo mismo, pero esa vez sentían que el destino de dos mundos descansaba en sus hombros y que definitivamente tendrían el éxito después de fallar día tras día.

Los dedos de Jimin se movían con agilidad sobre el teclado de la consola, mientras que Jungkook supervisaba los indicadores en busca de cualquier señal de respuesta. Cada segundo que pasaba parecía una eternidad, y la incertidumbre se apoderaba de ellos.

— ¿Pueden oírnos? — Preguntó Jimin, su voz temblorosa a pesar de sus esfuerzos por mantener la calma.

El silencio se prolongó, y la tensión aumentó hasta hacerse casi insoportable. Maxine mordió nerviosamente su labio inferior, reflejando la ansiedad que todos sentían. Si ella estaba nerviosa, el resto lo estaba el triple.

Finalmente, como si el universo hubiera decidido escuchar sus súplicas, una luz parpadeante en la consola llamó su atención. Parpadearon mutuamente, casi sin atreverse a creer que su llamada había sido respondida.

AMBROSÍA くだもの KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora