5. La falla.

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Jungkook continuaba con su astuto juego delante de la tripulación de compañeros de Jimin, actuando como si fuera un ser inocente y desinformado, un ser inferior que no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba sucediendo. Seguía llevando algunas muestras de la preciada fruta para que la estudiaran, pero sus ojos de cuervo brillaban con astucia y perspicacia, escudriñando cada rincón y detalle a su alrededor. No había manera de que se le pasara algún dato desapercibido. Mientras los demás estaban cautivados por la fachada de ingenuidad, Jimin sabía que detrás de esa apariencia se escondía un ser inteligente y astuto, uno que estaba calculando cada movimiento y analizando cada palabra para proteger su planeta y su preciada fruta.

— Tu alienígena es realmente impresionante. — Murmuró Maxine por lo bajo. Ella ya sabía que Jungkook estaba mintiendo, lo supo el mismo día donde se suponía que debía de ir a buscarle un vaso de agua. Ambos habían hablado, y como la persona astuta que era Maxine, de inmediato razonó y entendió todo —. Mejor de lo que esperaba.

— ¿A qué te refieres? — Jimin se hizo un poco el tonto.

— Ya sabes a qué me refiero.

Maxine se apartó unos metros de Jimin, dirigiendo su mirada a algunos documentos que descansaban en una mesa. Mientras paseaba por la habitación, su bata ondeaba tras su espalda con cada paso, otorgándole una presencia imponente y poderosa. Era una mujer con una aura de autoridad que no podía ignorarse. Aunque Jimin tenía un gran respeto por ella y valoraba su sabiduría, también se sentía intimidado por su presencia dominante.

A pesar de que todo parecía tranquilo, había algo que le molestaba, se respiraba cierta tensión en el ambiente. Jimin sentía que algo malo estaba sucediendo. La mirada frenética de algunos tripulantes no le pasaba desapercibida. Algunos no sabían disimular absolutamente nada.

Despacio, Jimin avanzó hasta sentarse junto a Jungkook, que parecía sonreír y actuar como un bobo. No sabía cómo preguntarle si él también notaba algo extraño, y Maxine a pesar de ser su confidente, estaba absolutamente agotada, sobrecargada de trabajo. Siempre que le daban demasiadas tareas, ella se ponía de un humor pésimo, pero la entendía porque ella ni siquiera tenía tiempo para comer.

Jimin se sentía atrapado en un estado de impaciencia, sin más opción que esperar pacientemente la noche. En ese preciso instante, cuando todos estuvieran sumidos en un sueño profundo, se permitiría buscar una oportunidad para hablar con Maxine. No podía conformarse con ese sabor amargo que persistía en su boca, como si algo faltara o estuviera fuera de lugar. La inquietud lo invadía, sintiéndose incómodo en el interior de la cápsula, pero incapaz de definir la razón exacta detrás de esa sensación. Tal vez era la atmósfera tensa que se respiraba en el lugar, o la presencia imponente de Jungkook, o quizás, una mezcla de ambas cosas y otros factores desconocidos que se sumían en la incertidumbre de aquel extraño planeta.

La noche llegó más lento de lo que esperaba, se pasó todo el día dando vueltas por los alrededores, contestando algunas preguntas que le realizaban sus compañeros de tripulación, pero sin tomarse las cosas en serio. Jungkook desapareció como todas las tardes, se quitó de encima una preocupación, pero todavía necesitaba hablar con Maxine sobre lo que estaba pasando.

En la soledad de su cuarto, esperó pacientemente a que todos se quedasen dormidos, y cuando se deslizó por su cama, sintiendo la frialdad del suelo bajo sus pies, avanzó cuidadosamente hasta la cama de Maxine donde ella ya estaba descansando. Su cabello estaba esparcido por la almohada, era genuinamente una mujer hermosa, incluso le daba algo de tristeza romper su burbuja de tranquilidad.

— Maxine… — Susurró, sacudiéndola suavemente.

Maxine arrugó la cara, frotándose el rostro cuando sintió que la interrumpían de su sueño. Rápidamente, movió su mano, tanteando el espacio al costado de su cama, donde tenía sus lentes. Se los colocó todavía sin poder abrir bien los ojos, parecía estar realmente cansada.

AMBROSÍA くだもの KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora