1. Descubrimiento del fruto.

568 130 37
                                    

La primera frase completa que Jimin le escuchó decir al singular habitante de Eternum fue corta, extremadamente confusa y fascinante: “¿Sokarsetar dom?”

Sin tener la más mínima comprensión de lo que eso significaba, Jimin se encontró cara a cara con aquella criatura, y en ese instante, todo su ser se debilitó. Su cuerpo temblaba y sentía que sus piernas apenas podían sostenerlo. Una ola de rendición amenazaba con hacerle caer de rodillas a los pies de aquel extraterrestre. Era como si tuviera un poder magnético sobre él, uno que lo dejaba completamente vulnerable y sin defensas.

El extraterrestre fácilmente podría haberse confundido con un hombre hermoso en el planeta tierra, pero con su apariencia, también podría haber sido visto como un dios. Cada rasgo de su rostro y cuerpo estaba esculpido con una perfección divina. Jimin podría haber dedicado páginas y páginas de elogios a su apariencia física, pero había algo en sus extraños ojos oscuros que penetraban directamente en su alma. Eran ojos que parecían contener misterios y secretos más allá de la comprensión humana.

No había duda de que no era humano. Su belleza era algo fuera de lo común, algo que desafiaba todas las normas y expectativas. Jimin se sentía abrumado por la locura de su atractivo. Era como si el universo hubiera reunido todas las características más deslumbrantes y las hubiera depositado en un solo ser. Jimin se encontraba en un estado de asombro y fascinación ante la presencia del extraterrestre. Aunque no comprendía completamente la magnitud de lo que estaba experimentando, sabía que estaba frente a algo extraordinario. Era consciente de que había mucho más que ver en él que su impresionante apariencia física. Había un aura de misterio y poder que lo rodeaba, y Jimin se sentía atraído por él como una polilla a la luz.

Rápidamente, sus compañeros de la tripulación se pusieron alerta. Le gritaron para que volviera a la línea segura, empujándolo hacia el interior, tomándolo de la camiseta. En viajes anteriores, cuando los veteranos descubrieron la fruta, no se encontraron directamente con ninguno de los habitantes. Era genuinamente un desastre encontrarse con uno de ellos apenas habían aterrizado. Jimin deseaba tener la suerte de los viejos y malhumorados veteranos que no tuvieron problema alguno en el pasado.

A medida que sus compañeros lo arrastraban hacia un lugar seguro, su mente se llenaba de preguntas y preocupaciones. ¿Cómo reaccionarían los habitantes al verlos invadiendo su territorio de forma inadvertida? ¿Qué consecuencias enfrentarían por su imprudencia?

La adrenalina fluía por sus venas mientras se alejaban rápidamente de la zona peligrosa. Los latidos de su corazón resonaban en sus oídos, y la ansiedad se apoderaba de él.

— ¡¿Jungkook?! — Gritó Maxine acercándose a la puerta. Ella no le temía a nada, se podía decir que lucía más que nada curiosa por la manera en la que el extraterrestre se comunicaba.

— Lun luna Jungkook, ¿sokarluna? — El extraterrestre avanzó unos cuantos pasos, los tripulantes se alertaron y le gritaron para que se alejara, pero él no entendía nada.

— ¿Sokarluna? — Maxine arrugó la nariz, como si estuviese pensando profundamente lo que aquello significaba. Jimin por su parte, no sabía lo que creer, estaba ansioso. Ya había un grupo alertando a aquellos que estaban en el planeta tierra sobre su primer encuentro con un habitante de Eternum.

El extraterrestre se señaló a sí mismo, entonces lentamente respondió de nuevo.

— ¡Jungkook!

— Maxine. — Ella se golpeó en el pecho, finalmente entendiendo a lo que se refería. Jimin volvió a detenerse un poco más cerca, haciéndose pequeño en el interior de la cápsula.

— Setarhalek luna, ¿sokarsetar domarkisar?

Maxine giró su cabeza rápidamente para mirar a Jimin, buscando respuestas en sus ojos. La expresión en su rostro dejaba claro que no entendía lo que el extraterrestre llamado “Jungkook” estaba diciendo. Para ambos, las palabras que salían de su boca parecían un conjunto sin sentido, y Jimin supuso que para Jungkook también debía ser confuso escuchar el lenguaje humano.

AMBROSÍA くだもの KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora