4. El vínculo creciente.

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De vuelta en la cápsula, Jimin se encontraba en una encrucijada emocional. No sabía cómo enfrentar a Jungkook y mirarlo a los ojos. Era un problema diferente al que había experimentado al principio, cuando simplemente se sentía demasiado nervioso para entablar una conversación con el extraterrestre debido a sus diferencias. Ahora se sentía traicionado, como si fuera un tonto que apenas había dado sus primeros pasos. No lograba comprender el sentido de la conexión repentina que había experimentado con Jungkook, pero tenía claro que debía ser simplemente una paranoia suya, un enredo mental sin fundamento.

Jimin se encontraba profundamente herido, nunca se había imaginado que los extraterrestres también podían herir los sentimientos de los demás. Por alguna razón, había creído que la traición era algo exclusivamente humano, algo limitado a la Tierra. Ahora se daba cuenta de lo ingenuo que había sido al pensar de esa manera. Se reprochaba duramente a sí mismo, considerándose un completo idiota por haber sido tan confiado. Había subestimado la capacidad de los extraterrestres para causar daño emocional, y ahora se enfrentaba a las consecuencias de su propia ingenuidad.

Lleno de frustración y desesperación, Jimin llegó al punto de arrojar todo a su alrededor dentro de la cápsula, sin importarle su traje ni la imagen de científico impecable que debía mantener. Estaba dispuesto a dejar que su apariencia reflejara su estado emocional desordenado. Maxine se vio obligada a intervenir, consciente de que la escena era inusual y perturbadora para el resto de la tripulación, que no entendía la conexión tan cercana que existía entre Jimin y Jungkook. Además, estaban lidiando con la posibilidad de que Jungkook fuera un traidor tanto para su propia especie como para ellos, quienes se encontraban en la misma cápsula. Al menos, eso únicamente lo sabían Jimin y Maxine.

— Respira, Jimin, no estás respirando correctamente, enfócate en eso. — Le recordó Maxine tan inflexible como siempre. Ella parecía inalcanzable, Jimin deseaba ser un poco más como ella.

— ¿Cómo me puedes pedir eso?

— ¿Y qué quieres que te pida? — Maxine lo arrastró lejos, llevándolo del brazo por los estrechos pasillos de la cápsula. Ella era fuerte, no importaba qué tanta resistencia pusiera Jimin, no podía hacer nada contra ella que parecía extremadamente molesta.

Los pies de Jimin prácticamente eran arrastrados por el suelo mientras Maxine lo sujetaba firmemente del brazo, obligándolo a moverse con dificultad. Ambos dieron vueltas hasta llegar a las camas, encontrándose en un lugar apartado donde nadie podría escuchar las quejas y protestas de Jimin. Con un gesto de reproche, Maxine lo arrojó sin miramientos sobre la cama y cruzó los brazos, fijando su mirada intensamente en él.

— Estás siendo ridículo, Jimin. — Ella dejó escapar un suspiro de decepción mientras se mantenía en la entrada, mirándolo desde arriba —. No conocías a Jungkook, nadie lo conocía, entiendo tus emociones, pero está siendo algo desproporcionado. No puedes poner en peligro todo porque perdiste el control de esa manera.

— ¡Pero mintió!

— ¿Y qué? — Respondió ella indiferente —. Nosotros también mentimos, ¿no?

— No… es diferente.

— No lo es, no es diferente, es exactamente lo mismo. Simplemente tranquilízate un poco. Te traeré agua, no quiero que salgas de aquí hasta que estés tranquilo.

Maxine se dio la vuelta y desapareció por el pasillo, sus pasos resonando con un deje de molestia por los eventos recientes. Jimin podía comprender su reacción, después de todo, estaban en una misión crucial, una cuestión de vital importancia que no admitía arrebatos repentinos como los de un niño pequeño. La gravedad del deber los obligaba a mantener la calma y la compostura, aunque eso significara reprimir sus emociones.

AMBROSÍA くだもの KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora