Cuanto tiempo sin vernos

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ALTHAIA

Me mire en el espejo, haciéndome un gesto con la cabeza al sentirme satisfecha con mi aspecto. Llevaba un vestido largo de seda negro con tirantes finos, sin espalda, con un profundo escote en pico en la parte delantera que mostraba bastante mi escote. El vestido era ajustado por arriba y quedaba un poco suelto por la caderas, ya que tenía una larga abertura en el lado derecho que llegaba hasta medio muslo. Completé el look con un par de tacones de aguja negros abiertos con tiras alrededor del tobillo. Me hice un sencillo smokey eye marrón que complementaba mis ojos verde y el drama un aire felino. Decidí dejar mi largo y rizado pelo castaño asi como estaba, pero como una bonita y brillante pieza de pelo para apartar parte del pelo de mi cara en el lado derecho.

Seguí jugueteando con las manos antes de obligarlas a permanecer quietas mientras respiraba hondo. Mi cuerpo estaba lleno de nerviosismo.

-Contrólate, ¿que es lo peor que puede pasar? - me pregunté, armándome de valor para salir de la habitación del hotel. Lo peor que podría pasar era que mi padre se enfadara conmigo por aparecer y me echara... Mis ojos se abrieron de par en par y mi rostro palideció. Hasta ahora no había pensado en esa posibilidad. Rápidamente alejé ese pensamiento. Estaba aquí por Cara, no por él, y de ninguna manera dejaría que eso me impidiese asistir a su fiesta de compromiso.

Siempre he estado muy unida a Cara, ya que crecimos juntas en el mismo hogar, puesto que nuestros padres dirigían un negocio juntos.
Resumiendo, descubrí que y padre y mi tío dirigían una mafia y, como siempre estaban ocupados, Cara pasaba el tiempo conmigo y con mi madre. Por desgracia, la madre de Cara murió al nacer ella, y mi madre crío a Cara como si fuera su propia hija. Aparte de eso, éramos una familia feliz

O eso creía yo.

Había algo de lo que no te das cuenta de niño porque, bueno, estabas ocupado siendo un niño, ¿no?
Gaetano, mi padre, siempre estaba muy ocupado, pero se acordaba de pasar tiempo conmigo de vez en cuando, no tan a menudo como me hubiera gustado, pero era mejor que nada. Entonces, como de costumbre, Cara y yo fuimos cotillas e intentamos espiar a mis padres porque parecía que se estaban peleando. Habíamos bajado sigilosamente los escalones para ver más de cerca y escuchar lo que pasaba, pero no pudimos oír nada.

Pero lo que ocurrió a continuación nos sorprendió a las dos y nos dejó boquiabiertas.

Mi madre, Jacinta, abofeteó a mi padre aquella noche. Nos quedamos quietas, atónitas por lo que acababa de ocurrir antes de volver corriendo a la habitación que compartíamos y fingir que dormíamos para que no nos pillaran fisgoneando.

Al día siguiente, mi madre hizo las maletas y nos fuimos. Recuerdo que lloré mucho porque Cara no venía con nosotras. Mi madre intentó llevársela, pero el tío se negó a dejarla marchar. A mi madre le dolía dejar a Cara y estaba segura de que tenía sus razones para dejar a mi padre. Sin embargo, el motivo seguía siendo desconocido.

Mi padre y yo no mantuvimos el contacto después de aquello, aunque intenté llamarle porque le echaba de menos, pero ni una sola vez me devolvió la llamada. Luego cambió de número y yo entendí el mensaje.

Nos mudamos a Florida, mientras que mi padre se quedó en California. Me reunía con Cara siempre que podía, pero le resultaba más difícil salir de casa cuanto más crecía, por qué su padre se volvió muy estricto. Y se convirtió en un padre del infierno.

El tío siempre estaba intoxicado con alcohol y drogas. Una mezcla muy peligrosa que lo volvió loco y abusó de Cara. En cuanto supe lo que pasaba, le dije que iba a ir a sacarla de allí, pero ella me suplicó que no lo hiciera y me dijo que le haría más mal que bien. No entendía a que se refería y se me encogió el corazón cuando me dijo que su padre no dudaría en matarla si intentaba huir. No pude hacer otra cosa que quedarme quiera mientras temía por su vida.

Decir que estaba nerviosa por estar cerca de todos ellos por primera vez en mucho tiempo era quedarse corto. No sabía que esperar y no dejaba de pensar en cómo reaccionaria mi padre al verme después de tanto tiempo.

-No te pongas mala- Me susurré a mi misma y respiré hondo. Sentía náuseas pero no podía arriesgarme a vomitar, sobre todo ahora que estaba arreglada.

- Vámonos - suspiré, armándome finalmente de valor para ponerme en marcha, y me encaminé hacia el vestíbulo.

Cara se aseguró de enviar un coche a mi hotel para escoltarme a la mansión. Mi antiguo hogar. Mi corazón empezó a latir un poco más rápido ante la idea de estar allí después de tanto tiempo. Mi padre se consiguió una nueva esposa no mucho después de que nos fuéramos, e incluso tiene un hijo. No biológicamente, ya que era del matrimonio anterior de su mujer, pero lo trataba como si fuera suyo. Mentiría si dijera que no me molestó que tratara a otra persona más como suya que a mí-

Cara al instante derramó el té y dijo que mi padre había degradado totalmente. Me dijo que vería lo que quería decir cuando llegara y que estaba dispuesta a mirarle mal a quienquiera que acabara casándose con mi padre.

Durante el trayecto en ascensor hasta el vestíbulo, sentí que me ponía cada vez más nerviosa y mis manos se agitaban alrededor de la cajita de regalo que llevaba conmigo. Sentía como si tuviera mil nudos en el estómago y me doliera la barriga.

-Tranquilízate, Althaia... Es sólo la familia-. Exhalé, tratando de calmar mis nervios.

Las puertas del ascensor se abrieron al llegar al vestíbulo, y respiré hondo por última vez, sosteniendo en mis manos el pequeño regalo de compromiso. No era nada grandioso, solo dos copas de champán en las que ponía - Mr. Right- con bigote, y en la otra -Mrs. Always Right- con labios rojos besucones. Inmediatamente me hizo pensar en Cara, porque tenía la impresión de que siempre tenía razón. Incluso en situaciones en las que no la tenía, seguía estando de acuerdo consigo misma. A veces podía ser un poco engreída.

Al acercarme al centro del vestíbulo, me detuve en seco cuando vi al hombre alto de pelo rubio con un traje gris que se ceñía a su cuerpo a la perfección.

-¡¿Michael?!- dije sorprendida.Se dio la vuelta y me sonoro al verme.

-¡Althaia! Cuánto tiempo sin verte-. Me dedicó una sonrisa perfecta, mostrando sus dientes perfectamente blancos. Hacía tanto tiempo que no le vefa. Mi primer flechazo. Maldita sea, ahora recordaba por qué estaba obsesionada con él. Michael tenía los ojos azules más bonitos que jamás había visto, una mandíbula afilada y la cara bien afeitada. Llevaba el pelo rubio sucio peinado a la perfección, con ese aire de -no me he molestado en intentarlo - que lo hacia cien veces más sexy.

Salimos juntos cuando éramos más jóvenes. Pero él no lo sabía.

Me quedé mirándolo, con la boca ligeramente abierta, sin poder creer lo que veían mis ojos.

-Maldita sea, Althaia, tómame una maldita foto si vas a quedarte mirándome así-.Se rió entre los dientes, e inmediatamente sentí calor en mis mejllas. Seguía teniendo ese efecto en mí.

-No te halagues demasiado, Michael. Sólo me pregunté verte aquí- . Me reí, esperando que no notara mis mejillas sonrojadas.

-Sí, bueno, escuché a Cara decir que venías y que iba a enviar a alguien a a buscarte. No podía creer que viniera la Althaia, así que le dije que iría a buscarte-. Michael alarmantemente y se metió las manos en los bolsillos del pantalón. Sus ojos me recorrieron lentamente, bajaron por mi cuerpo y volvieron a subir para encontrarse con los mios.

-No me arrepiento de la decisión. Estás tan guapa como siempre, Althaia- Sus ojos azules se volvieron un poco más oscuros y mi corazón latió un poco más rápido por la forma en que me miraba.

- Y tú estás más guapo que nunca, Michael-. Le devolví la sonrisa mientras se acercaba lentamente a mí con una sonrisa sexy en la cara.

Definitivamente iba a ser una noche larga.

(⁠ ⁠˘⁠ ⁠³⁠˘⁠)⁠♥

Modifiqué un par de errores ❤️❤️

Posesivo: El Fuego Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora