Un coqueteo

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ALTHAIA

-Qué gran entrada has hecho- Michael se burló de mí mientras chocaba ligeramente su hombro con el mío.

-No me digas- Me reí entre dientes mientras caminábamos hacia mi habitación de hotel. Michael me acompaño todo el camino para asegurarse de que volvía completamente a salvo. Se lo agradecí y casi me apoyé en él para sentirme un poco segura.

Escaneé mi tarjeta llave y abrí la puerta, sosteniendo la puerta abierta para que Michael entrará también.

-No está mal, Thaia. Has conseguido una suite de lujo- Silbó impresionado mientras miraba a su alrededor.

-Bueno, pensé en aprovechar esta oportunidad y darme un pequeño capeicho- Me encogí de hombros inocentemente. Me había pedido una de las habitaciones más grandes del hotel por que quería sentirme de vacaciones de verdad.

La habitación del hotel era espaciosa y estaba dividida en dos grandes estancias. Una sala de estar con mullidos sillones que te tragaban y una enorme pantalla plana de televisión. La otra habitación era donde estaba el dormitorio con una cama tamaño King porque quería poder extender los brazos y las piernas sin que colgaran al borde de la cama. Tenía el molesto temor de que si mi brazo o pierna colgaban de la cama, algún tipo de criatura repugnante me agarraría definitivamente y me arrastraría por la habitación.

No, gracias. Ya tenía suficientes preocupaciones.

Me dejé caer en el sillón y me quité los tacones de aguja. Me los quité de una patada, haciendolos volar en distintas direcciones, y me recosté y cerré los ojos. Solté un suspiro de alivio mientras curvaba los dedos de los pies, asegurándome de que la sangre fluía hacia ellos.

-Vaya, eso no podía sonar más sexual- dijo Michael con tono de suficiencia. Abrí un ojo de reojo, viéndole sonreír satisfecho mientras tomaba asiento en el sofá frente a mí. Le di un respingo, haciendo que se riera de mis acciones.

-¿Por que llevas eso? Parecen tan dolorosos- Señaló con la cabeza mis tacones de aguja.

-Porque están buenísimos- Dije como si fuera lo más obvio.

-Además, no todo el mundo está bendecido con una altura como la tuya. Necesito la altura adicional para no desaparecer entre la multitud de gente alta- Me incliné un poco hacia delante y me llevé la mano a la nuca para quitarme el collar mientras me debatía entre darme una ducha caliente o aprovechar la bañera y remojarme un par de horas.

-Tu estatura no tiene nada de mal. Es bonita y te sienta bien. Además, estás bendecida en otros aspectos- Movió las cejas y señaló mis pechos. Mi vestido era bastante revelador por arriba, lo que le permitió ver mi escote.

-Asqueroso- puse los ojos en blanco, pero no pude evitar sonreír ante su comentario. Sentía como se me encendían las mejillas al ver como me miraba.

-¿Puedes ayudarme a quitarme el collar? creo que el cierre está atascado o algo así.- dije para distraerme de mis pensamientos mientras dejaba escapar un suspiro frustrado. Me levanté y me di la vuelta para que lo mirara, llevantándome el pelo para que tuviera mejor acceso.

-Claro- consiguió desabrocharlo de un intento y deslizó el collar para dármelo.

Levante ligeramente las cejas cuando, de repente, Michael bajo las manos por mi espalda y las posó en mis caderas. Me quedé helada y mi ritmo cardíaco empezó a acelerarse cuando me acercó hasta que mi espalda quedó pegada a la suya. Se le escapó un pequeño gruñido cuando sentí que sus labios rozaban ligeramente el lateral de mi cuello.

Se me quedó la respiración entrecortada porque no me esperaba que hiciera algo así. Sentí un hormigueo en el estómago cuando me rodeó con sus brazos y me puso las manos en el vientre.

-Estás absolutamente preciosa esta noche- me susurró al oído. Abrí la boca para decir algo pero no salían palabras - Buenas noches, Althaia - Me dio un pequeño beso en el hombro y salió de mi habitación de hotel. Seguí sin moverme incluso cuando la puerta se cerró.

¿Me lo había imaginado o solo había ocurrido de verdad?

Dejé escapar un suspiro cuando salí de mi aturdimiento. Decidí que necesitaba una ducha fría para refrescar mi cuerpo que en ese momento estaba ardiendo.


Permanecí cinco segundos bajo la ducha fría antes de cambiarla a agua caliente. Dejé escapar un suspiro de alivio, sintiendo que mi cuerpo se relajaba. Aunque no podía relajarme del todo, ya que no podía dejar de pensar en Michael y en la forma en que sus manos habían recorrido mi cuerpo. Solo de pensarlo me sonrojaba.

No era algo que hubiera esperado que hiciera... Me gustaba mucho cuando éramos jóvenes, y ahora estaba más guapo que nunca. ¿Quizás él sentía lo mismo por mí? Gemí ante todos esos pensamientos. Como si mi mente no fuera un gran lío después de haber conocido a El Diablo. Michael sólo tenía que añadir a ese montón.

Tenía que distraerme para no seguir pensando en todo lo que había pasado hoy, y no había mejor manera de hacerlo que cantar en la ducha. Cantar quizás era quedarse un poco corto, ya que ahora se había convertido en todo un concierto, en el que imaginaba que cantaba delante de miles de fans, utilizando el bote de champú como micrófono.

-Paso lateral, derecha-izquierda, a mi ritmo. Alto como la luna, rockea conmigo, nena. Sabe que tengo ese calor, déjame demostrártelo porque hablar es barato. Paso lateral, derecha-izquierda, a mi ritmo. Cógelo, déjalo rodar- canté a pleno pulmón e incluso empecé a hacer el baile del ascensor de J-Hope, pero me detuve de inmediato cuando casi me caigo de bruces.

Cerré la ducha y abrí la puerta de cristal, taradeando mientras me secaba y me envolvía el pelo en una toalla, cuando oí  abrirse y cerrarse la puerta del hotel.

Debía de haber llegado el servicio de habitaciones.

Después de salir de mi aturdimiento cuando Michael se marchó, pedí algo para de comer ya que la fiesta no había salido exactamente como estaba previsto. No había comido nada en todo el día porque estaba muy ansiosa y nerviosa por conocer a mi padre. Ahora me había calmado, mi estómago hizo el mayor ruido de todos los tiempos, y me alegré de que Michael se hubiera ido antes de oírlo.

Habría sido vergonzoso.

Me envolví en un mullido albornoz del hotel y me puse las zapatillas. Salí del cuarto de baño y me dirigí al salón, donde sabía que me esperaba la deliciosa comida.

Estaba deseando atiborrarme.

Mi corazón dejó de latir y me detuve en seco cuando vi una figura sentada en el sofá. La figura alcanzó la lámpara que estaba en el pequeño soporte junto al sofá y la encendió.

Era el mismísimo Diablo.

Damiano.

-Buenas noches, Althaia.

(⁠ ⁠˘⁠ ⁠³⁠˘⁠)⁠♥

Perdón por volver a desaparecer, he estado con problemas médicos y familiares, además de haber empezado ya el curso, por lo que no tengo tiempo de sentarme en el portátil tranquila.

Agradezco la espera💕

Posesivo: El Fuego Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora