Vegetta es sólo una pequeña ardillita en un mundo de horrendos carnívoros. Al menos, hasta que Foolish llega a su vida.
» Adaptación autorizada @Hobibuba
» Fooligetta; foolish top! vegetta bottom!
» Romance, drama, fluff.
» Omegaverse/híbridos.
Adavertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse.
Este capítulo se centra en el guapoduo uwu está ambientado como a mitad de la historia, cuando recien estaban comenzando a salir todos oficialmente
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Roier conoció a Cellbit cuando tenía trece años y llegó por primera vez a ese colegio. En verano se había mudado con sus padres a la gran Isla Quesadilla y lo habían matriculado en la secundaria más próxima a su hogar. Habían llegado desde las zonas rurales hacia la gran ciudad, y fue un gran cambio para Roier, además de que significaba comenzar de nuevo en un lugar y hacer amigos otra vez. En el campo nunca tuvo problemas, ya que al ser una comunidad pequeña todos se conocían, y estaba un poco asustado de ese nuevo año académico.
Las primeras semanas fue, por supuesto, un poco incómodo y conociendo a sus nuevos compañeros. Se le hizo raro compartir con tantos estudiantes en el salón, pues en el campo, no eran más de diez por curso. Además, la variedad era enorme: desde hámsteres hasta osos. Fue un poco difícil adaptarse al inicio, pero ya con el pasar de los días, se le hizo más sencillo.
Primero conoció a Cellbit y no a sus amigos, Luzu y Vegetta. Al elegir algún taller, se decidió por el de Arte y Fotografía, y Cellbit fue su compañero de puesto el primer día de la clase.
―Pensé que sería teoría del arte ―se quejó Cellbit, llamando su atención―, no pintar en caballete...
―¿No le gusta pintar? ―preguntó Roier, mirándolo de reojo.
―No soy bueno pintando ―admitió Cellbit―, soy más de leer. Quería leer sobre Van Gogh, Picasso, Dalí, Monet...
―A mí me gusta mucho Picasso ―comentó Roier.
Cellbit pareció animarse con sus palabras, porque durante el resto de la clase se dedicó a hablar sobre teoría, estilos e interpretaciones de artes. Roier admiró cada palabra, incluso llegando a pensar que el alfa debía saber más que el profesor.
Para su mala suerte, no lo vio en las siguientes clases porque Cellbit se cambió de taller. Desde ese momento en adelante, su enamoramiento por el alfa no hizo más que crecer, mirándolo desde lejos y pensando en lo inteligente y atractivo que era. Soñaba con salir en una cita con él.
―¿Te has dado sesiones de besos con Cellbit? ―le preguntó Luzu, ahora en la actualidad, mientras descansaban en el césped en uno de los recreos.
―Sí ―Roier sonrió con felicidad―. ¿Y tú con Quackity?
―Mmmm... ―Luzu era muy tímido para contar sus experiencias personales.
―No sólo deben besarse ―señaló Vegetta―, deben hacer más que eso.
Luzu soltó un chillido, agarrando el apio que había estado mordisqueando para lanzárselo a la cara. Vegetta alcanzó a agacharse para no recibirlo, aunque sin borrar su sonrisa.
