Capítulo 8.

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Había una vez un ángel que soñó con ser humano. Dispuesto a sacrificarlo todo por aquel deseo, abandonó el lugar sagrado del que venía.
Había una vez un ángel que descubrió la crueldad de los mortales.

Y juró con sangre que devolvería todo aquel dolor.

Ahí estaba de nuevo, asustado, agazapado en las sombras, deseando con todas sus fuerzas estar muerto.

Como si eso fuera posible.

—Haces bien en esconderte —aquella voz hizo que se sobresaltara, a pesar de que ya le era familiar.

Wooyoung salió ligeramente de entre las sombras para mirar al chico de cabello color cereza que le llevaba siguiendo desde hacía unos meses.

—Estoy empezando a cansarme de que seas mi sombra —gruñó el de pelo azabache.

Jongho sonrió, sentándose en el suelo junto al otro chico, siempre manteniendo una distancia prudente.

—¿De verdad? Si yo fuera tú me habría sentido aliviado de tener a alguien a mi lado cuando aparecó ese monstruo...

Wooyoung frunció el ceño confuso.

—¿Monstruo?

Jongho se encogió de hombros con indiferencia.

—El chico rubio, el del río —aclaró. El otro muchacho abrió ampliamente los ojos ante la mención de aquel sujeto—. Es un monstruo, como tú...

Wooyoung sintió su cuerpo quedándose helado de repente.

No... No puede ser...

—No digas tonterías —respondió a media voz y con el rostro blanco como la nieve—. No puede haber nadie más como yo... El mundo sería un lugar muy oscuro si eso fuera cierto.

El de cabello cereza se levantó lentamente, satisfecho tras haber sembrado la inquietud en el corazón de su víctima.

—Hay más como tú, créeme. Y vienen a por ti. —sentenció con la voz profunda y cargada de peligro.

Wooyoung solo se quedó sentado, viendo cómo el chico se alejaba, como si no acabara de poner patas arriba su mundo con un par de frases.

Vienen a por ti.

Respiró hondo y miró las palmas de sus manos temblorosas.

El mundo era un lugar muy oscuro.

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Para sorpresa de nadie, el plan no había funcionado.

—¿Sabes por qué me duelen tanto los hombros?—preguntó Seonghwa claramente molesto. Hongjoong le miró con el ceño fruncido sin entender por dónde iba la pregunta. El primero puso sus manos en jarra y ahí fue cuando el menor supo que le esperaba una bronca— ¡Porque están hartos de aguantar el peso de siempre tener razón!

El de cabello blanco alzó las manos en el aire en forma de protesta.

—¡¿Cómo iba a saber que ese niño podía derrumbar un edificio con la mente?!

—¡Son niños con superpoderes sádicos Hongjoong! ¡Hay que esperarse cualquier cosa!

Yeosang carraspeó, haciendo que ambos se callaran.

—¿Podemos centrarnos en intentar no morir? Por favor —pidió el joven.

Los dos mayores se miraron molestos por un momento, aunque finalmente asintieron.

—Estúpido Hongjoong, con su estúpido plan y su estúpida cabra... —masculló el mayor de todos por lo bajo.

Los tres estaban agazapados tras uno de los pocos muros del orfanato que aún quedaban en pie.

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2023 ⏰

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