6.
«Había una vez un niño que brillaba como el mismísimo sol.
Pero una gran oscuridad apagó su luz.
Y sólo logró encontrar luz en la oscuridad de los demás»Yeosang contó los libros de la gigantesca biblioteca del abuelo de Hongjoong.
Los contó siete veces.
Estaba seguro de que ni Hongjoong ni su abuelo habían leído ninguno de aquellos libros. Las personas acumulaban cosas sin valor solo para darse valor a sí mismas, y aquello molestaba en sobremanera al muchacho.Escuchó la puerta chirriar al abrirse y de alguna forma supo que era Seonghwa.
—No es fácil, ¿sabes? —habló el más joven.
Seonghwa solo se sentó en uno de los sillones y le observó con atención, indicándole que podía seguir hablando.
—Para nosotros matar no es tan fácil como dice Hongjoong —alargó el brazo para tomar uno de los libros del estante —. Tengo gravados a fuego en la memoria los rostros de todas y cada una de las personas a las que les he arrebatado la vida y sus gritos me atormentan cada noche.
Seonghwa suspiró.
—Sabes que Joong no se refería a eso.
—Pero no quiero ser un arma —replicó el de cabello blanco —. No quiero ser el títere de nadie, no quiero ser un asesino. Puede que a San le de igual porque le han arrebatado la poca humanidad que tenía, pero a mí me importa, a mí me duele dañar a los demás.
En aquella última frase la voz de Yeosang se quebró ligeramente y Seonghwa se acercó a él posando una mano en su hombro.
Miró a los ojos a aquel chico tan asustado y comprendió que no era más que un niño al que le habían asignado una carga demasiado cruel.—Yo soy un monstruo, pero esa nunca fue mi elección —murmuró el muchacho finalmente rompiéndose a llorar.
Mientras tanto, en el despacho de Hongjoong, San le dio un sorbo a la taza de té que el mayor le había ofrecido.
—De acuerdo, ahora dime, ¿qué es el otro?
San negó con la cabeza.
—Es un quién —le corrigió tomando uno de los expedientes del suelo—. Todas nuestras madres estaban embarazadas de gemelos, pero uno murió. El gemelo muerto es el otro y no está tan muerto como creíamos.
Hongjoong frunció el ceño y se rascó la cabeza con confusión.
—¿Entonces hay otro como tú por ahí?
San volvió a negar.
—No está por ahí. Está aquí —dijo apuntando con el dedo índice en su sien—. Es como si algo malo y oscuro lo hubiera matado y hubiera usado su cuerpo para fundirse con el mío. El otro es el generador de mi don y el que sale a la superficie cuando mato a alguien.
El de cabello blanco caminó en círculos por la habitación mientras meditaba sobre lo que le acababa de contar el más joven.
—Entonces el otro existe dentro de ti pero su conciencia es ajena a ti, ¿cierto? —San agitó la cabeza a modo de afirmación— ¿Y nunca has intentado hablar con él? ¿Evitar que mate?
El pelinegro suspiró pesadamente mientras volvía a ojear el expediente que tenía entre las manos.
—No quiero que me malinterpretes, no creo que los chicos que tenemos el don de la muerte seamos malas personas —sonrió de medio lado antes de continuar—, basta con ver a Yeosang. Pero nuestro don viene de algo oscuro, algo mucho más poderoso de lo que nadie se puede imaginar. Y no fue creado para hacer el bien. Si intento usar mi don para algo bueno o si intento anularlo o bloquearlo cuando quiere matar, el otro se revelará y tomará el control.
»Y Dios sabe qué atrocidades podría cometer si esa cosa puede andar por ahí con total libertad.

ESTÁS LEYENDO
MONSTERS [ateez; woosan]
Mistério / SuspenseOcurrió en mil novecientos noventa y nueve, cinco mujeres embarazadas de gemelos dieron a luz en cinco meses distintos, pero solo uno de cada par sobrevivió. Aquellos cinco niños nacieron con la muerte marcada. San es un monstruo, al igual que los o...