Capítulo 4

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4.

«Había una vez un niño que miró a la muerte a los ojos. Ésta, en vez de arrastrarlo al vacío, le tendió la mano.
Y jamás lo soltó».

La casa se había quedado fría, así que Seonghwa encendió la chimenea inmediatamente mientras Hongjoong desaparecía escaleras arriba.
Se habían instalado en aquella vieja casa nueve años atrás, cuando el rubio decidió ayudar a su amigo con su extraña búsqueda.

San y Yeosang lo observaban todo con extrema cautela, como si los muebles les fueran a morder.

-¿Sois ricos? -preguntó Yeosang viendo el altísimo techo del salón.

Seonghwa estaba distraído buscando algo en su bolsa de viaje.

-Era la casa del abuelo de Hongjoong, simple herencia, no somos ricos -respondió el rubio sacando un conjunto de ropa de la bolsa y dándosela a Yeosang-. El baño está al fondo del pasillo, date un baño y tira ese uniforme cuando termines.

Yeosang se encaminó hasta el baño sin rechistar mientras San soltaba una pequeña risa. En cuanto el primer chico desapareció de su vista, Seonghwa se giró hacia el pelinegro.

-Tú eres el siguiente.

Después de que los más jóvenes se asearan llegó la hora de la cena. Seonghwa y Hongjoong habían estado varias semanas fuera así que no tenían nada de comer en la casa y finalmente el rubio decidió pedir pizza.
San y Yeosang comieron bien mientras veían un drama policíaco en la vieja televisión del salón.
Hongjoong no bajó a cenar.
Cuando la comida se terminó y los dos chicos se quedaron dormidos en el sofá, Seonghwa subió al estudio a llevarle una porción de pizza que había logrado guardar para él.
Pero tampoco estaba allí.
Suspiró sonoramente antes de salir al balcón del estudio y subirse a la barandilla para llegar al tejado.
Tragó saliva con dificultad.
Odiaba las alturas.

-¿Me vas a contar qué ocurre? -preguntó el rubio tras encontrarse al de cabello blanco allí sentado con la mirada perdida.

Hongjoong le miró y sonrió con tristeza.

-Siempre me sigues -murmuró.

Seonghwa llegó hasta él con dificultad y se sentó a su lado maldiciendo internamente.

-¿A qué te refieres? -cuestionó demasiado distraído viendo la gran altura a la que estaban.

Hongjoong siguió mirándole fijamente sin decir nada, analizando cada rasgo del rostro del otro, cada gesto.
Seonghwa tenía mirada de niño. A pesar de sus rasgos marcados y ese feroz atractivo que hacía que la gente se sintiera intimidada a primera vista, era terriblemente dulce y su mirada reflejaba una inocencia que hacía que su corazón se encogiera.

-Siempre me sigues -repitió torciendo la sonrisa-. Tienes fobia a las alturas y, sin embargo, sigues viniendo a buscarme aquí cada vez que intento huir. Después del accidente viniste a buscarme a pesar de que yo te abandoné junto a los demás, y me has seguido en esta misión suicida que ni siquiera entiendo a dónde nos lleva.

Seonghwa hizo una mueca y se acercó para posar su mano sobre la muñeca de su amigo.

-¿Y eso a qué viene ahora?

El de cabello blanco apartó la mirada y la clavó en la vista de la ciudad que tenían al frente.

-Esto es real, Hwa -dijo con el temor vibrando en su voz-. Durante los últimos años esos niños habían sido simples delirios, hasta parecía un juego. Pero ahora están aquí, son reales, y tienen dones aterradores con los que pueden cometer atrocidades -tomó una gran bocanada de aire antes de continuar-. Y yo... No sé si voy a ser capaz de salvarles. Ahora dependen de mí, no sé si puedo manejar esto.

MONSTERS [ateez; woosan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora