Capítulo 2

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2.

«Había una vez un niño que nació sin corazón
"¿Y cómo podía vivir si no tenía corazón?" os preguntaréis.
En vez de un corazón, el niño tenía un agujero negro que consumía todo a su alrededor. Para vivir, el niño debía alimentar aquella oscuridad con el dolor de otras personas.
Y así fue como se convirtió en un monstruo».

San no recordaba casi el rostro de su madre. Pero recordaba su voz siempre fría y su mirada ponzoñosa.
Toda su vida le dijo que era un monstruo sin corazón que solo llevaba la muerte y la desgracia allá a donde iba, así que cuando le abandonó con trece años en aquel psiquiátrico, no se sorprendió. Le dolió, pero no le sorprendió.
Ahora que aquellos dos chicos le estaban contando que él no era un paciente sino un experimento, empezaba a darse cuenta que su madre no solo le abandonó, no le dejó en el psiquiátrico pensando que le curarían. Ella sabía que le estaba vendiendo como rata de laboratorio, le dejó allí a sabiendas de que iba a ser encerrado, torturado y tratado como un animal.
No solo no le quería, sino que le odiaba hasta el punto de dejarle en un lugar donde sabía que recibiría el máximo castigo posible.
Ahora entendía por qué nunca le dejaron salir, el por qué de todas esas pruebas tan horribles y dolorosas, por qué nunca había visto a otro maldito paciente.
Llevaba seis años encerrado en una base militar donde él había sido la atracción principal de aquel siniestro circo.
Mordió su helado de menta sin saber qué decir.
Tampoco estaba seguro de querer decir nada. Aquellos dos tipos eran muy extraños, ¿por qué tenían un expediente completo sobre él? ¿Cómo sabían donde estaba encerrado?
Tampoco es que tuviera otro sitio a donde ir, pero no terminaba de confiar en ellos.

—Tómate tu tiempo para procesarlo todo —dijo Seonghwa dedicándole una mirada tranquilizadora.

—Pero tampoco mucho —protestó Hongjoong, el cual llevaba un rato observándole de forma inquisitiva —. No podemos permanecer aquí demasiado tiempo.

Seonghwa puso su mano sobre la del de cabello blanco y murmuró algo que San no logró comprender.
El chico les observó alzando una ceja, a lo que Hongjoong respondió apartando su mano de la de Seonghwa con brusquedad.

—El punto aquí es que debemos saber si conoces a los demás.

San frunció el ceño.

—¿Los demás?

Seonghwa y Hongjoong se miraron por un momento para volver a dirigir su vista hacia el chico.

—Los demás como tú, ¿no sabes nada de ellos?

San se quedó en blanco.
Los demás como tú.
¿Más como él? ¿Más monstruos?

—San —la voz de Seonghwa le sacó de sus pensamientos —. Hay otros cuatro chicos, personas que han vivido situaciones similares, personas que hacen cosas fuera de lo común y a las que han tratado como a animales. Chicos como tú.

—¿No sabes absolutamente nada sobre ellos? —volvió a preguntar Hongjoong.

El chico de cabello negro les miró estupefacto. Hacía un rato que su helado se estaba derritiendo y goteaba sobre su mano mezclándose con la sangre que la cubría pero él era incapaz de hacer nada.
Siempre estuvo solo.
Siempre fue un error, una abominación, alguien que nunca podría ser amado, ni siquiera tolerado, por otro ser humano.
Jamás se planteó la posibilidad de que existiera otra persona como él.
Sin embargo un escalofrío le recorrió de arriba a abajo cuando pensó en el por qué.
¿Por qué estaban buscándole a él y a aquellos chicos? ¿Por qué se interesaban por personas que podían acabar con la vida de los demás en cuestión de segundos y sin mover un dedo?
No podía ser nada bueno.

MONSTERS [ateez; woosan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora