🐾Prólogo🐾

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Estaba echado en mi rincón de siempre, en donde tenía una buena vista de las personas uniformadas que pasaban cada tanto. La pelota entre mis patas ya me había aburrido y decidí luego de un rato que por el cansancio era mejor descansar un rato de tanto jugar.

Escuchaba como el sonido de la campanilla que tintineaba cuando la puerta era abierta retumbaba en mis sensibles oídos, cada vez que eso pasaba tenía que acostar todo mi cuerpo peludo en el suelo y tratar de cubrir mis orejas con mis patas, el sonido era realmente molesto para mí.

Las personas iban y venían, escogían a perros callejeros o a perros de razas grandes. Hasta ahora no había aparecido ninguna persona interesada en un simple y pequeño pomeranian como yo, eso me deprimía; sin embargo, no me quejo; había agua, comida, un lugar demasiado cómodo para dormir y otros compañeros con los que jugar.

Aún así no podía hacer mucho, me canso demasiado rápido y tengo que acostarme a descansar cada cierto tiempo, cada vez lo siento más seguido, mi cuerpo colapsa debido al poco aire que atraviesa en mi hocico pequeño. No sé qué me pasa, pero aprendí a vivir con ello.

La campanilla volvió a sonar haciendo que saliera de mi un gemido que demostraba cuán aburrido estaba de soportar el sonido ensordecedor de esa campana.

Entró un chico alto rubio y delgado, lo observé por un rato mientras caminaba de una forma singular. Miraba todas las jaulas que se le pasaban por enfrente, pero cada vez que volvía a su postura negaba con un puchero en sus labios observando curioso todo el lugar.

Me levanté en mis dos patas para verlo mejor, apoyándome sobre la pequeña baranda que detenía mi paso. Y esque, no era como el resto de cachorros, no quería aparentar ser normal, pero en la tienda de mascotas se hablaba de una enfermedad que yo tenía, por es misma razón no estaba enjaulado como los demás, por qué en realidad no era un peligro para nadie.

Seguía andando de aquí para allá sin acercarse mucho, me dió mucha gracia cuando intentó acercarse a "Negro", un pastor de Brie el cual su pelaje tapaba con totalidad sus ojos, él no era la clase de perros tranquilo, no. El humano se asustó alejándose inmediato de él.

Si tan sólo me viera...

Guardé esa esperanza, decían que no debía hacer muchos esfuerzos, como correr o ladrar demasiado ¿Pero no era tan mala la idea de ladrar para llamar su atención? ¿Verdad?

Ladré lo más fuerte que pude, lo cual se escuchó ridículo por mi muy aguda sinfonía perruna. Se detuvo y volteó hacia mí, conectando con mis ojos negros, los de él eran hermosos.

Sentí como mi colita empezó a moverse, mi lengua salió instintivamente haciéndome jadear y mi hocico se abrió intentando vagamente sonreír ¿acaso un perro puede hacerlo? No lo sabía pero parecía que el humano lo había entendido, porque inmediatamente se acercó cada vez más y se sentó en el suelo viéndome fijamente.

—Eres demasiado tierno, pequeño.

¿pequeño?
¿A quién llamas pequeño pedazo de humano gigante?

Juraba que si acercaba su mano iba clavar mis colmillos en sus dedos, aunque eso costara que me encerraran en una jaula, ese humano ya no me agradaba tanto como antes.

Tranquilo cachorro, solo quiere saludarte —escuché decir a la golden retriever que estaba atrás mío.

Volteé a verla gruñendo, poco después sentí como unos dedos tocaban mi pelaje, iba a morderlo, pero justo estaba tocando ese punto exquisito que me hacía mover la pata trasera rápidamente, no quería que parara, quería que siguiera acariciando y seguir escuchando su risa, me sentía tan bien, me sentía amado.

—Joven Taehyung ¿Ya escogió uno? —una voz detrás del humano hizo que alejara su mano de mí, me levanté y lo observé triste soltando varios gañidos.

—Creo que si.

Ambas personas se alejaron dejándome sólo a pesar que ladraba y gemía para llamar la atención de ambos, repentinamente me sentí cansado, mi cuerpo calló como siempre y no pude levantarme.

Después de todo nadie querría a un perro enfermo como yo. Esta vez mis gañido se oyeron pero era de profundo dolor porque sentía que la respiración se volvía caliente y pesada.

El encargado de la tienda corrió hacia mí, seguido del chico rubio que me veían preocupados al igual que la golden que se encontraba gimiendo de tristeza por mi, pues ambos nos apoyamos en nuestra condición, la suya tenía que ver con el corazón.

El hombre me cargó y me posó suavemente en una meza, aún mi respiración estaba irregular pero pronto escuché el familiar sonido de un motorcito encendiéndose y un aparato que soltaba humo siendo acercado a mi hocico.

—¿Qué le sucede?

—Esque... este pequeño sufre de una condición respiratoria, el pequeño tiene sus vías demasiado chicas y cualquier esfuerzo puede terminar en desmayos.

Observé cómo el chico rubio de nombre Taehyung me veía con pesar, pero no el tipo de pesar que odiaba que me dedicaran cada vez que sabían mi condición, no, aquél ser humano angelical estaba dispuesto a ayudarme, a cuidarme, a bendecirme con aquella sonrisa cuadrada que se formó cuando empecé a mover nuevamente mi cola.

—Ya lo tengo. Me llevaré a este pequeño.

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