—¿Tienes hambre?
Hubo una ligera pausa antes de que Lena susurrara:
—No.
—¿Quieres tomar una ducha? —preguntó, haciendo señas hacia la bañera de hidromasaje en la esquina de la gran suite que era suya por la siguiente semana.
La pelinegra suspiró, largo y pesado mientras seguía de pie allí, con su cara presionada contra la ventana junto con sus manos mientras se quedaba mirando hacia las brillantes luces que marcaban la gran rueda de la fortuna girando en la distancia.
—No —murmuró, haciendo contraer sus labios.
—Podemos ir mañana —le recordó mientras caminaba alrededor de la gran suite, notando distraídamente los precios del mini bar abastecido con licor y carísimos frutos secos.
—Lo sé.
—¿Quieres ver una película? —preguntó, haciendo señas distraídamente hacia la gran televisión de pantalla plana montada en la pared.
—No —susurró suavemente mientras seguía parada allí, mirando las luces coloridas.
—¿Qué quieres hacer? —preguntó, sonriendo cuando cualquier otra persona probablemente estaría enojada de que su nueva esposa estaba más interesada en presionar su linda naricita contra una ventana, mirando con anhelo hacia el parque de atracciones en lugar de pasar tiempo con ella.
—Nada —dijo con otro de esos suspiros que lo tuvo riendo entre dientes mientras negaba con la cabeza, rindiéndose.
Esta era la razón por la que amaba a esta mujer después de todo...
Lena no era como ninguna otra mujer que hubiera conocido nunca y era suya.
—Por qué no vamos a caminar y te voy a dejar comprar algunas masas fritas —sugirió, agarrando una de las llaves electrónicas de la cómoda y dirigiéndose hacia la puerta, decidiendo que no había mejor momento como el presente para probar que la teoría de su padre era la típica pendejada Danvers transmitida de generación en generación con el único propósito de joder con las cabezas de los otros.
—¡Está bien! —dijo Lena con entusiasmo mientras corría delante de la rubia, agarraba la puerta y la abría.
Resignándose a una larga noche de perseguir a su esposa, la siguió, cerrando la puerta detrás de ella y preguntándose si Lena iba a terminar siendo la primera esposa Danvers en la historia de su familia en ganarse una prohibición.
* * *
—Lena...
—¡No!
—¡Lena, suéltalo! —dijo Kara, luchando claramente por no reír mientras la pelinegra luchaba por sus derechos como persona no muy alta.
—¡Soy lo suficientemente alta! —discutió Lena, reforzando su agarre sobre la barrera que estaba entre ella y el último viaje en la montaña rusa.
—Cariño —dijo Kara, ajustando su agarre en su esposa mientras el encargado del paseo se movía nerviosamente incluso mientras ella hacía señas para que el resto de la línea se mueva a través de la puerta—, eres tres centímetros demasiado baja para este paseo.
—¡Estaba encorvada!
—¿Las diez veces que exigiste medirte de nuevo? —preguntó con un tono burlón que ella realmente no apreció, no en este momento cuando estaba siendo discriminada.
—¡Soy alta, maldita sea! —espetó mientras reforzaba su agarre en la barrera.
—Claro que lo eres —dijo Kara, reajustando su agarre sobre ella.
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Luna De Miel Infernal(Kara g!p)
Fanfiction-¡Detente! -le rogó Kara. Lena terminó de aflojar su cinturón de un tirón, desabrochó su pantalón y bajó su cremallera antes de que la rubia pudiera repetirlo. Se echó hacia atrás, dejando sus pantalones abiertos y revelando la gran protuberancia es...