Capítulo 11

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—¡Lo siento!

—No estamos hablando —le recordó mientras se centraba en el largo camino frente a ellas que llevaría esta pesadilla a su fin.

—¡Pensé que estabas bromeando!

—Puedes decirle eso al juez cuando presente el divorcio —dijo la rubia entre dientes, haciendo caso omiso de la manera en que todos esos malditos arañazos escocieron mientras se obligaba a mantenerse en movimiento.

Pequeños bastardos despiadados, pensó Kara con amargura, medio pensando en bajar a la perrera y adoptar un perrito y gatito para ella, así podían vengarla.

—¿De verdad regresamos a eso otra vez? —preguntó Lena en un tono que a la rubia no le importaba mucho.

—Nunca lo dejamos.

—Bien, entonces consigo todos tus recuerdos de los Yankees en el divorcio.

—Bien, entonces pondré una cláusula de sexo en nuestro acuerdo de divorcio —dijo distraídamente la rubia a la vez que decidía si añadir una cláusula de cocina también.

—¿Una cláusula de sexo? —preguntó Lena, todavía sonando divertida y dándole la esperanza de que la maldición estaba casi llegando a su fin.

—Mmmhmm, una cláusula de sexo —dijo la rubia con un gesto firme mientras se tropezaba en la estrecha pasarela.

—¿Y qué diría exactamente esta cláusula tuya?

Se detuvo a parpadearle a su bella esposa.

—Sexo. ¿No fui clara acerca de eso?

Sus labios se movieron a la vez que se aclaraba la garganta, más probablemente para evitar reírse.

—Y, eh, ¿cuáles son exactamente los detalles de esta cláusula?

—Tú tienes que proveerme de sexo increíble dos veces en la mañana, una vez después del trabajo y tres veces por la noche —dijo Kara, gustándole más la idea cuanto más pensaba en ello.

No es que alguna vez fuera a darle el divorcio.

La rubia no era estúpida después de todo.

Lena era lo mejor que le había pasado y ella era malditamente codiciosa para renunciar a eso.

—¿Nada de mamadas dos veces por mes? —preguntó la pelinegra, parpadeando inocentemente hacia la rubia.

—No —dijo la rubia, inclinándose hacia abajo para poder rozar sus contra los de Lena—. Esos son todos los días.

—¿Y cómo vamos acomodar uno a diario en tu horario? —se preguntó Lena en un susurro bromista mientras rozaba sus labios contra los suyos.

—Oh, haré el tiempo —le prometió con un guiño cuando se detuvo en frente de su casa.

Casi suspiró de alivio cuando sus ojos se fijaron en la puerta principal.

Por fin, esta pesadilla de luna de miel había terminado.

—Gracias a Dios —murmuró, moviendo a Lena en sus brazos mientras caminaba hacia los dos escalones que las salvarían y...

—¿Tienes las llaves? —preguntó Lena, ganándose una injustificada mirada fulminante mientras la cambiaba de posición con cuidado en sus brazos para poder llegar a su bolsillo frontal y...

Pasó los dedos por un gran agujero en sus pantalones vaqueros donde su bolsillo debería estar.

—Nunca va a terminar —dijo Kara con un suspiro de resignación, a la vez que trataba de averiguar qué hacer con Lena mientras buscaba las llaves.

Luna De Miel Infernal(Kara g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora