Capítulo 2

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—¿Cómo —comenzó a preguntar Lena solo para detenerse para respirar hondo y contar hasta diez antes de continuar—, pusiste tus manos en mi partida de nacimiento?

—Tengo mis recursos —murmuró distraídamente, mirando su reloj mientras la llevaba dentro de la sala de la corte vacía.

Lena suspiró pesadamente contra su espalda.

—La abuela te la dio, ¿cierto?

—Puede que haya ayudado un poco —admitió la rubia, preguntándose qué era lo que estaba tomando tanto tiempo.

—¿Tal vez deberíamos ir a casa y hablar sobre esto? —sugirió con calma.

No había nada sobre lo que hablar, pero dado que mataría algo de tiempo hasta que su plan se realizara, sonaba como una buena idea.

—Podemos hablar aquí —señaló, decidiendo que ponerla sobre sus pies probablemente no era una buena idea.

Al menos, no hasta después de haber escuchado lo que Lena tenía que decir.

La sintió suspirar contra su espalda nuevamente mientras registraba la sensación de sus deditos jugueteando con una de las presillas de su cinturón.

—No puedo casarme contigo hoy.

—Bueno, esta licencia de matrimonio dice lo contrario —dijo, pasando distraídamente su mano sobre la parte trasera de sus piernas a la vez que miraba alrededor de la sala, tomando nota de todas las salidas posibles.

Había demasiadas.

—¡Me chantajeaste para que firmara eso!

La rubia se encogió de hombros, sonriendo mientras la pelinegra liberaba un pequeño gruñido cuando el movimiento la empujó un poco.

—Hice lo que tenía que hacer —dijo sin ninguna vergüenza en absoluto mientras caminaba hacia el primer banco de ventanas y echaba un vistazo por la gran ventana con vistas hacia el jardín delantero, buscando cualquier señal de un taxi o transporte público que pudiera auxiliar a su pequeño saltamontes en su escape si él lo arruinaba.

—¡No me dejaste usar el baño hasta que firmara! —dijo Lena, agarrando la parte trasera de sus pantalones mientras intentaba empujarse hacia arriba solo para rendirse unos segundos después y regresar a jugar con la presilla de su cinturón con un pequeño suspiro molesto.

—No tienes a nadie más a quien culpar por esto más que a ti. Nadie te dijo que te bebieras toda esa agua y refresco —apuntó ausentemente a la vez que sus ojos se estrechaban hasta volverse rendijas sobre el taxi estacionándose frente a la corte.

—¿Estás bromeando? ¡Me has estado dando líquido desde el momento en que desperté!

—Parecías sedienta —murmuró distraídamente Kara a la vez que sacaba el teléfono de su bolsillo trasero y enviaba otro mensaje de texto.

—¡Eso fue porque subiste la calefacción de tu camioneta, bastarda manipuladora! ¡Era beber todo lo que me diste o morir de un golpe de calor!

La rubia suspiró pesadamente.

—¿Vas a seguir echándome el pasado en mi cara?

—Seguir echándote el pasado en tu cara... —repitió la pelinegra, sonando un poco histérica—. ¡Sucedió hace una hora!

—Tiempo más que suficiente para dejarlo pasar y seguir adelante — murmuró, preguntándose si debería intentar hacerla beber unas botellas más de agua solo en caso que consiguiera escapar.

Probablemente estaba mal usar su pequeña vejiga contra ella, pero haría lo que fuera necesario para asegurarse que estuviera obligada por ley a aceptar sus tonterías cada vez que lo jodiera, lo cual de acuerdo con su padre y tíos, sería a menudo.

Luna De Miel Infernal(Kara g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora