Capítulo 13: Susurros Bajo el Atardecer.

40 13 80
                                    

Abella
~•~

El timbre del teléfono interrumpió el silencio de mi habitación. Con un suspiro de resignación, extendí mi mano hasta alcanzar el aparato, que vibraba suavemente entre mis dedos, como si se burlara de mi intento por seguir dormida.-Un gruñido escapó de mis labios.

— ¿Quién demonios llama a estas horas? .—Murmuré, con los ojos entrecerrados, aunque el insistente sonido se hacía cada vez más ruidoso. Después de lo que parecieron mil años y tres timbrazos eternos, finalmente contesté.

— ¿Qué...? .—Dije malhumorada, apenas prestando atención a la voz al otro lado de la línea.

Escuché unas risitas que me resultaron muy familiares.— Mis ojos se abrieron de golpe.

No me digas que... ¡¿Nicolás?! — Bufé, rodando los ojos con fastidio.

—Uf, por un momento pensé que había marcado al exorcista .— Se burló con esa voz suya que podía encender mi furia y, al mismo tiempo, arrancarme una sonrisa.— Fruncí el ceño, pero no pude evitar que una pequeña sonrisa se colara.— Por supuesto, él explotó en carcajadas, encantado de ver lo fácil que me sacaba de quicio.

— ¿Qué demonios quieres, Nicolás? .— Repliqué algo exasperada.— Hice una pausa, vi la hora que daba el teléfono y... — ¡Éste ya me sacó las garras! .— Dije reservandome el comentario.

— ¡Son las 6 de la mañana, Nicolás!.— Exclamé, casi a cortar la llamada con un toque rápido, pero me acomodé, de nuevo en la cama.

¿Qué se cree este hombre? .—Murmuré para mí misma mientras intentaba retomar el sueño que "Don Bromitas" había destrozado.

Pero antes de que pudiera volver a hundirme en mi almohada... otra vez. Él, añadió:

— Si me lo permites, el objeto de mi llamda, es para invitarte a pasar el día conmigo .—Dijo con una suavidad que desarmó mi enojo por completo.— Claro, estaba disfrutando de todo esto.— Había algo en su tono que me hizo detenerme.

— ¿Empezar de cero? .—Pregunté, algo confundida.

— Sí, sí, mira, lo sé .—Hizo una pausa, y volvió añadir.— La última vez me comporté como un imbécil de manual, pero quiero hacer las cosas bien. No quiero que te quedes con esa impresión de mí.— Sus palabras, llenas de arrepentimiento, me dejaron en silencio por un momento.

Recordé la escena de la noche anterior. Esa niñata de cabello amarillo que había atendido nuestra mesa con demasiada "amabilidad".— Fruncí el ceño solo de pensar en ella. Pero él... admitiendo que se había equivocado, eso era nuevo.— "Don bromitas" sabía cuándo meter la pata, pero esta vez parecía realmente arrepentido.

Suspiré.

— Está bien .—Comenté. Pero, desde luego iba dejar claro algo, y volví añadir.—Pero nada de chicas rubias arrogantes ni bromas estúpidas. ¿Vale? .— Terminé, con un tono firme, aunque con una sonrisa que no pude evitar.

Su carcajada me resonó el tímpano y eso hizo que quisiera darle su merecido.—Rodeé los ojos.

— No prometo nada, amarguitos, pero lo intentaré.— Respondió con una risa traviesa que retumbó en mis oídos. Antes de que pudiera replicar, colgó.— "Don Bromitas" siempre tenía el último chiste, y yo, bueno, yo siempre terminaba cayendo.

Vamos, admite que te gusta cuando te llama por esos apodos .—Dijo mi subconsciente, burlón como siempre. No pude evitar sonreír, rodando los ojos.

Estaba lista para disfrutar unos minutos más de sueño... hasta que unos golpes en la puerta rompieron mi paz una vez más.

— ¡Me lleva el demonio! .— Gruñí. Al parecer, hoy no sería mi día de descanso.

ETERNO AMOR DE MARZODonde viven las historias. Descúbrelo ahora