Capítulo 17

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Acostarse con Ace había sido el mayor error que había cometido hasta ahora. Y se dio cuenta de que había cometido muchos errores. El primero había sido entrar precipitadamente en el edificio que supondría el final de su carrera como bombero. Por supuesto, eso sin contar la noche en cuestión, la noche en que había visto a Ace por primera vez.

La segunda fue que el rayo le cayera encima. Vale, se dio cuenta de que eso no había estado en su mano. En lo que sí había tenido algo que decir era en su traslado a Sabaody para convertirse en inspector de incendios. Recordaba el primer día que vio a Ace como si hubiera sido ayer. ¿Enamorarse de Ace también podía considerarse un error? Luego estaba lo de invitar a Thatch a recogerle a la estación de bomberos. Debería haberle dicho a su hermano que esperara en el coche o algo así. Si Thatch no hubiera entrado, no habría conocido a Ace ni se habría hecho amigo suyo, por lo que no se habría enterado de que Marco estaba enamorado de Ace y, por lo tanto, no habría arrastrado a Ace a la noche de póquer.

El enésimo error de Marco había sido enviarle un mensaje de texto a Ace después de que éste le llamara estando borracho. Es cierto que en ese momento no estaba seguro de que fuera Ace, pero sus conversaciones por mensaje de texto fueron sin duda el punto de partida del interés de Ace. Además, había soltado que Ace le parecía guapo en el juzgado. Marco aún tenía ganas de pegarse cuando recordaba aquello. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? Le gustaba culpar a la astuta abogada de Ace, pero fue él quien cayó en su trampa.

Había tenido la oportunidad de enmendar su error cuando había llevado a Ace a casa después de conocerlo en el bar. En realidad, si nunca hubiera ido al bar... Pero en el coche, Ace le había dado a elegir: follar una vez y acabarlo ahí, o tener una cita. Si hubiera optado por lo primero, no estaría en este lío. Bueno, eso no era del todo cierto. Seguiría sintiéndose culpable, pero al menos para Ace sólo habría sido una aventura de una noche. Sin sentimientos, sin complicaciones. Pero Marco habría querido más...

No es que sus propios sentimientos importaran. Pero aún así, había elegido lo segundo, tener una cita. ¿Cuántos errores más? De nuevo, al final de la cita sólo tenía un trabajo, meter la pata. Pero ni siquiera podía hacer eso. Había dicho que quería una relación seria. Y eso era exactamente lo que había pasado. Él y Ace tenían una relación, Ace llamaba a Marco su novio. Y ahora se habían acostado.

No esperaba que su espalda le fallara así, pero estaba claro que se lo merecía. Pero eso no había impedido que Ace le diera placer. A pesar del dolor, el sexo había sido estupendo. Se sentía más cerca de Ace que nunca. Mierda.

Seguía cometiendo error tras error. Las cosas no podían salir según lo planeado. La única razón por la que seguía con Ace era para mantenerlo a salvo hasta que se deshiciera de Akainu de una vez por todas. Pero, ¿era realmente la mejor manera de hacerlo? Claro, ya le había salvado la vida a Ace una vez de un intento de envenenamiento, pero ¿realmente necesitaban salir juntos para que lo hiciera? Sus hermanos estaban al tanto de la situación, al igual que su padre. Siempre había alguien para vigilar a Ace. Así que... no era realmente necesario que siguieran saliendo.

Debería... Debería romper con Ace. Si lo hacía ahora, no sería un drama. No habían salido tanto tiempo y sólo se habían acostado una vez. El único problema eran sus hermanos. Sabía que no lo aceptarían sin una buena razón. ¿Y cuál era una buena razón? Siempre podía decir que la diferencia de edad le molestaba, ignorando el hecho de que Ace nunca le había parecido "demasiado joven", entendiendo sus bromas y todo eso. Era una excusa poco convincente, pero quizá se la creyeran.

Marco suspiró. Entonces eso era lo único que le quedaba. Rompería con Ace.

Al salir de la pista, se preguntó cómo respondería Ace. Marco acababa de ser perito en un juicio por incendio provocado. No había tenido nada que ver con el caso por el que Ace había sido detenido, se había utilizado un método totalmente diferente para provocar el incendio. El acusado había sido condenado a cuatro años de cárcel. El testimonio de Marco no había influido realmente en la sentencia; al igual que en el juicio de Ace, sólo tenía que explicar qué había pasado, no quién lo había hecho. Aunque, esta vez, sin desafortunados lapsus linguae.

Renacer en Fuego - MaraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora