Capítulo 27

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"Buenos días", le saludó papá cuando Marco bajó las escaleras.

Marco respondió tarareando y se sirvió una taza de café. A su alrededor, algunas de las enfermeras que cuidaban de Papá se afanaban en tomarle la temperatura, pero Barbablanca seguía apartándoles las manos.

"Dejarán de hacerlo cuando se lo permitas", comentó Marco mientras recogía el periódico. "Sólo están preocupados por tu salud, abuelo".

"Mi salud está bien", refunfuñó Barbablanca, pero finalmente permitió que le metieran el termómetro en la boca tras la amenaza de tomarle la temperatura de otra manera. Marco se rió detrás del periódico; las enfermeras sí que sabían cómo tratar a Papá.

"Hablando de salud, ¿cómo has dormido, hijo?". preguntó Barbablanca cuando las enfermeras por fin lo dejaron solo.

Marco se quedó callado un momento. Era cierto que había dormido mejor ahora que estaba de vuelta en la casa paterna, al menos en comparación con las últimas noches, en las que dos horas le habían parecido mucho tiempo. Sin embargo, deliberadamente no había elegido su propia cama aquí, ya que, al igual que la de su casa, le recordaba a Ace, aunque sólo hubieran dormido juntos en ella una vez. No debería haberse acostado con él aquella noche, no sólo por su insomnio actual -habrían compartido su cama de cualquier manera aunque sólo fuera para dormir, así que estaba seguro de que ahora no podría dormir en ella de todos modos-, sino también porque su estúpido cerebro borracho le había dicho a Ace que le quería. Lo que había provocado que Ace le contestara y forzado a Marco a romper con él.

En cualquier caso, era culpa suya. Debería haber roto con Ace hace mucho tiempo, o mejor dicho, no haber empezado nunca una relación. Era un idiota.

Había dormido en la cama de Jozu durante la noche, pero había suficientes camas como para no tener que dormir en la suya durante mucho tiempo, aunque cambiara cada noche.

"He dormido bien", respondió a la pregunta y dio un sorbo a su café. Cuando miró por encima del borde de la taza, se dio cuenta de que Barbablanca lo miraba con escepticismo. "Mejor que en casa, en cualquier caso", murmuró.

"Dejando a un lado el sueño, ¿cómo estás?" insistió Papá. No habían hablado mucho el día anterior, cuando Marco había llegado. En cuanto Luffy se había marchado, Marco había ido a casa de Papá. El plan había sido ir hasta allí el lunes por la mañana, como habían acordado, pero después de la revelación de Luffy, Marco no se sentía capaz de quedarse más tiempo en su propia casa. Así que cargó su maleta y a Phoenix en el coche y se marchó. Papá ya se había ido a la cama, pero Marco tenía las llaves. Tal vez las enfermeras le habían informado sobre el coche en la entrada, pero hacía un momento, Barbablanca no había sonado sorprendido cuando Marco había bajado las escaleras, y había suficiente desayuno para los dos.

"Estoy bien", respondió Marco, más por reflejo que por otra cosa. Volvió a recibir una mirada escéptica. Suspirando, dijo: "¿Cómo crees que estoy? Soy un hombre adulto corriendo a casa de su padre cuando acaba su relación. Soy patético".

La mirada escéptica se convirtió en preocupada. "Marco, durante los últimos diez años te he visto consumirte por lo que pasó. Nunca te tomaste vacaciones..."

"Tuve mi accidente, entonces tenía mucho tiempo libre", le recordó Marco.

Edward Newgate suspiró. "No me refiero a eso, y lo sabes".

Marco guardó silencio.

"Marco, te mereces un descanso".

Pero negó con la cabeza. "Nunca compensé lo que hice. Diablos, en todo caso, lo empeoré. No me tomo vacaciones; soy un cobarde que se esconde de su ex".

Renacer en Fuego - MaraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora