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Beep beep beep

Jimin pestañea ante el sonido de su reloj despertador. Se sentó sobre su cama y frotó sus ojos, revisando la hora en el reloj. El reloj indicaba las 7:30 am.

"Domingo por la mañana. Hora de ir a la iglesia."

Jimin se paró de su cama para buscar algo de ropa para usar ese día.
Tomó una camisa de vestir perfectamente doblada,
una corbata negra, pantalones negros y un lindo par de mocasines. Ese tipo de ropa, aunque no era exactamente el atuendo favorito de Jimin, definitivamente hacía que sus padres se sintieran orgullosos de llamarlo 'hijo'.

Y eso era todo lo que le importaba a Jimin.
Sus padres lo educaron bien, siempre lo amaron y lo único que le pedían era lealtad hacia ellos y hacia Dios.
Eso era todo lo que Jimin tenía que darles, y él se sentía completamente en deuda con ellos por eso.

Jimin tomó las prendas y las colocó sobre la cama donde recién había dormido. Se dirigió hacia el baño para tomar una ducha fría.

Le ayudaba a aclarar sus pensamientos durante el día, para que así Jimin hiciera claras y racionales decisiones en beneficio de su fe.

No maldigas.

No uses el nombre de Dios en vano.

No tengas pensamientos impuros antes del matrimonio.

No tengas pensamientos impuros sobre chicos, para nada.

Eso era lo que más se le dificultaba a Jimin estos días.

Jimin hizo todo en su poder para tratar de deshacerse de esos pensamientos.

Pensamientos como: tomarse de las manos con chicos, besar chicos. Que los
chicos lo tocaran, lo tomaran, lo acariciaran. Que lo follaran hasta perder la
cordura, volviéndolo un desastre sudoroso.
Jimin pensaba demasiado en eso.

Su primer flechazo fue cuando tenía 14 años, y nunca había sentido con las chicas lo que había sentido con él.

Ese chico era en todo lo que pensaba. Era un chico que iba a su iglesia, y Jimin se
sentaba junto a él en la misma banca cada día. A menudo, Jimin le daba un
chicle al chico o le pasaba una que otra nota ocasional, pero nunca le expresó
sus sentimientos.

Tenía mucho qué perder si lo hacía.

Su madre estaba estrictamente en contra
de la homosexualidad y había hecho bastantes comentarios, la mayoría de las veces terminaba diciendo: "Nunca te perdonaremos si nos dices que eres gay."

Habían pasado semanas desde que Jimin había visto al chico, y fue entonces
cuando comenzaron a circular rumores sobre que lo habían mandado a un
reformatorio para "enderezarlo".

La gente decía que había vandalizado
propiedad pública, que lo habían mandado lejos por beber tanto. Otros decían
que había salido del clóset y sus padres estaban cansados de sus actos
pecaminosos.

Lo que sea que le haya pasado al chico, no impedía que Jimin aceptara que
estaba enamorado. Si no era lo suficientemente malo que Jimin no podría
decirle al chico lo que siente, ahora tampoco podría verlo más.
Mientras el tiempo pasaba, Jimin se dio cuenta de que el chico no regresaría y,
después de pensarlo bien, el menor estaba feliz después de todo.
Ahora podría enfocarse en ser un mejor chico cristiano que saliera con chicas y tuviera
buenas notas.

El hijo perfecto. Eso es lo que sus padres querrían.

Hoy en día, Jimin apartaba todos los pensamientos pecaminosos de su mente,
y nadie sospechaba que fuera gay. Estaba orgulloso de ser el hijo del que sus
padres estuvieran orgullosos, y el hijo que todos en la iglesia desearían
tener.

PECADOR † YOONMIN +18 [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora