Capítulo 2

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Al día siguiente el despertador sonó a las 6:30 am.

—Dios... como odio ese sonido— dijo Ava con voz adormilada.
—Odiamos— corregí.

Nos levantamos perezosamente, y me estiré. Luego fui al baño para lavarme los dientes, etc.

Me aseé, y me fui a vestir. Me puse un pantalón de algodón gris ancho, y un top negro con unas vans.

Luego me eché diez kilos de maquillaje para tapar la cara de niña del exorcista que tenía.

Cogí mi mochila con solo un carpesán, y un estuche, y la puse en mi espalda agarrada de un solo asa.

—¿Estás?— le pregunté a Ava.
—¡Sí!— esta salió y cogió su mochila.
—Venga, vamos.

Salimos de la habitación, y bajamos las escaleras. A la residencia fuimos en metro.

—Tía, mira a ese chico— Ava me hizo una seña con los ojos.

Miré a un chico que estaba leyendo un libro. Pelo negro, ojos negros, mandíbula marcada, y corpulento.

—Es mono— reí.
—¿Mono? —Ava me miró como si acaba de matar un perrito—, es un puto pibón. Pero, tengo novio y soy fiel.

Pibón es su hermano.

Pibón no, pibonaco.

Ava volvió a centrarse en su móvil, y yo en mi libro.

Metas: tener un romance como el de los libros.

Que Dios te escuche.

Al llegar a la residencia, me despedí de Ava y nos fuimos a nuestras respectivas clases. Bueno, yo al menos lo intenté. Estuve más de veinte minutos dando vueltas por la universidad, hasta que encontré la clase.

Me senté en el único sitio libre, al lado de un chico bajo, con gafas, pelo castaño teñido con mechas rubias, mandíbula ligeramente marcada y ojos verdes.

El primer día no hicimos mucho. Presentaciones, y explicaciones de trabajo.

Nos dejaron una hora libre, en la que yo me iba a poner a leer.

—Hola— el chico de al lado me saludó.
—Hey— le sonreí.
—¿Cómo te llamas?
—Ada, ¿tú?
—Daniel, llámame Dani.
—Pues mucho gusto.
—Igual— me sonrió.

No sabía que más decir, así que abrí mi libro para comenzar la lectura.

—¡Ay, yo también soy lector!— exclamó Dani con emoción.
—Que guay— sonreí.
—¿Qué lees?

Le enseñé el libro que estaba leyendo, y su mirada se iluminó.

—Ese ya me lo leí. Oye, si quieres algún libro pídemelo, ¿eh?, tengo muchos— sonrió.
—Lo mismo digo— sonreí.

Dani y yo estuvimos hablando de libros toda la hora, también hablamos de lo mal que iba nuestra vida amorosa. Por lo visto él era gay, pero ninguno quería algo serio con él. Y yo... bueno. Mejor ni opinar.

Cuando acabó la hora, Dani me dio su número de teléfono, y quedamos para ir a la biblioteca esa tarde.

Me reuní con Ava a la hora del almuerzo. Ella estaba con unos amigos suyos, y yo me llevé a Dani conmigo.

—¿Quién es él— preguntó con una sonrisa.
—Dani. Un amigo. Dani, esta es Ava, Ava, Dani— reí.
—Tú hiciste una película, ¿no?— preguntó Dani.
—Sí —rió—, pero porque quiso mi madre— volvió a reír.

Nos sentamos en la mesa, y mientras ellos comían el almuerzo, yo leía mi libro.

Luego volvimos a clase, y seguí apuntando algunas cosas que pedían, o explicaban.

OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora