Aquella era una mañana como muchas y, sin embargo, perfecta entre todas. Recibí noticias sobre el avistamiento de una manada de Edmontosaurus y me hicieron el comentario de que son de los dinosaurios más grandes del Reino, así que cualquier oportunidad de verles es importante para mí. Cabalgué un par de horas, el sol iluminaba el bosque, atravesando por las densas ramas de los arboles y me dió la oportunidad de avistar a una vieja conocida: Mei, la mamá Anzu.
Desmonté para acercarme un poco y tomar algunas notas sobre la conducta de Mei, pensando en que pudo pasarle a su nido si no tiene bebés. De pronto, mi tableta empezó a sonar, un rugido poderoso proyectó escalofríos a través del bosque. Me puse nerviosa, no estaba segura de qué hacer. Justo de entre los árboles frente a mí apareció un Tyrannosaurus que dejó salir un bramido haciendo que la Anzu saliera corriendo a toda velocidad. Sus ojos se clavaron en mi como si nada más existiera en ese momento. Sentí terror.
Estaba totalmente paralizada por el miedo, estaba frente a frente con el máximo depredador no solo del Reino. Recuerdo perfectamente el naranja de sus ojos, las pequeñas plumas de su dorso y las heridas de su rostro. Entreabrió la boca y pude ver sus enormes dientes. Por un segundo, no más que eso, me dió la impresión de que sonreía.
Me escondí detrás de un arbol y continuó su marcha. Por fin pude respirar. Aun no puedo creerlo, estuve a pocos metros de un depredador gigantesco. Me senté y traté de normalizar mi respiración mientras me limpiaba el sudor de la frente, tenía que seguirlo.
A poco más de 50 metros de donde estaba sentada terminaba el bosque y daba lugar a una pequeña charca, justo donde había visto un Triceratops en una de mis salidas pasadas.No vi un monstruo o un asesino con sed de sangre, simplemente al depredador máximo del lugar sentarse a tomar el sol luego de saciar su sed.
Recuerdo haber estado a poco de llorar, fue emocionante. En ese momento entendí que estamos tan acostumbrados a ver a estos seres como asesinos implacables y sedientos de sangre que no nos detenemos a ver lo que en realidad son. No son monstruos, son animales. Grandes o pequeños, inteligentes o simples, carnívoros o herbívoros da igual. Son seres vivos, no tienen malicia en lo que hacen, solo buscan sobrevivir. No son tontos, no actúan por actuar, son criaturas con un propósito en su entorno y me di cuenta que vale la pena esforzarnos para protegerlas, estudiarlas y que puedan alcanzarlo.
Volví a la base con un sentimiento indescriptible y me siento muy emocionada mientras escribo esto. Tengo más claro que nunca lo que tengo que hacer.
Tyrannosaurus rex, rey indiscutible de la reserva. ¿Qué se siente estar tan cerca de una máquina de matar tan poderosa? Nunca pensé que conocería la respuesta. Podrá no haber sido el primer dinosaurio que vi, pero sin duda fue el que cambió la imagen que tenía de estos. Ahora más que nunca quiero volver a salir. Quiero volver a ver esas magníficas criaturas y poder tomar notas y fotos. Pero por ahora, quiero permitirme soñar ❤️.